carta a hugo cavez

Carta al coronel Hugo Chávez

Por
Carlos Alberto Giraldo M.

De algunos de los disparates con que ha salido en los últimos meses el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el más sorprendente de todos acaba de soltarlo este fin de semana en su acostumbrado espacio Aló, presidente. Dijo Chávez sobre la muerte de Raúl Reyes que "no fue ningún combate, fue un cobarde asesinato, todo fríamente preparado" y calificó lo ocurrido de "masacre" perpetrada mientras los guerrilleros dormían. Mire, presidente Chávez, yo tengo el corazón del lado izquierdo, pero el cerebro en la mitad. Le voy a decir por qué sus palabras resultan tan insensatas y graciosas.

Lo que usted dijo no sorprende porque se trata del respaldo político de un gobierno que se declara de izquierda a una fuerza alzada en armas, una fuerza militar insurgente, que defiende una ideología de izquierda, las Farc. Eso es una coincidencia, una afinidad, apenas previsible. Pero que un coronel (es decir un militar, como lo es usted, presidente Chávez) hable de cobardía y premeditación para referirse al operativo del Ejército colombiano resulta un absurdo total. Muestra, además de su ceguera para leer el conflicto armado colombiano con distancia crítica, una abierta falta de imparcialidad y, lo peor, de lógica militar para interpretar y reaccionar frente a lo ocurrido.

¿O es que acaso piensa, presidente Chávez, que en un conflicto de casi medio siglo, que ha recurrido a todas las estrategias y tácticas militares regulares e irregulares, los contendientes están jugando muñequero? Presidente Chávez -y no lo celebro, lo lamento-, por si no sabía, aquí, del lado colombiano, combaten dos ejércitos ferozmente empeñados en derrotarse, aunque tal vez no lo logren. Y esa guerra significa que se combate a muerte y que en la tarea de golpear al enemigo se recurre a todas las armas disponibles.

Vale la pena citar apartes de un librito elemental, pero capital sobre los principios del combate, escrito hace más de dos mil años y con plena vigencia: El arte de la guerra, de Sun Tzu: "la razón por la cual un príncipe ilustrado y un sabio general conquistan al enemigo donde quiera que se muevan, y sus logros sobrepasan los del hombre común, es el conocimiento previo (...) Lo que se llama conocimiento previo (...) debe obtenerse de hombres que conocen la situación del enemigo". Esos son los "agentes secretos", en el caso de Reyes informantes "nativos (campesinos) o internos (guerrilleros)" infiltrados. Los que sabían dónde estaba Reyes y los que sabían cuándo llevaría a cabo una reunión importante. Los que les sirvieron de informantes al Gobierno y al Ejército colombianos.

Agrega Sun Tzu: "Tómalo desprevenido (al enemigo) por medio de ataques sorpresivos en donde no esté preparado. La velocidad es la esencia de la guerra. Aprovéchate de la falta de preparación del enemigo; viaja por rutas inesperadas y ataca cuando él no haya tomado precauciones. (...) Golpéalo repentinamente con fuerzas de choque. (...) Concentra tus fuerzas contra el enemigo y podrás matar a su general a una distancia de mil li. Esto se describe como la habilidad de alcanzar el propio objetivo de una manera mañosa e ingeniosa. (...) Cuando el enemigo presente una oportunidad, saca rápidamente ventaja de ella (...) muévete de acuerdo con la fecha secretamente fijada. (...) La doctrina de guerra consiste en seguir la situación del enemigo (...) Cuando el enemigo te dé un resquicio, vuélvete veloz como un jabalí y él será incapaz de resistirte".

Cabrían más citas, pero estas son apenas las necesarias para entender que la muerte de Raúl Reyes y otros 16 de sus combatientes en un bombardeo, presidente Chávez, no fue una masacre. Fue apenas una acción de guerra más, lógica, importantísima para uno de los ejércitos en disputa porque entre las bajas del enemigo estaba un "general".

¿O usted qué estaba esperando, presidente Chávez, que llamaran a Raúl Reyes al teléfono satelital a despertarlo para que se preparara para la batalla? Si usted no lo recuerda, unas de las horas críticas y al tiempo ventajosas para un ataque son las de la noche y la madrugada, cuando el enemigo tiene menos dominio del terreno y cuando duerme.

¿O usted cree, presidente Chávez, que cuando las Farc planifican la toma de una base militar o policial aplazan el ataque si se dan cuenta de que el sargento al mando está haciendo la siesta?

Así que no se venga con lloriqueos, presidente Chávez. Sobre todo con lamentaciones que lo hacen quedar tan mal, no solo por su falta de imparcialidad y de ayudas realmente efectivas para solucionar nuestro conflicto armado interno, sino porque muestran que usted no es general ni tiene el don de conducir su Estado y su ejército con sabiduría. No llore por Reyes, que a él no lo están llorando ni sus compañeros de las Farc, porque ellos saben que están en guerra.

Y Reyes sí que lo sabía. Si usted lo olvida, él siempre fue amigo de dialogar sin treguas y siempre dijo que, en esas condiciones, cualquiera podía atacar o morir. Incluido él. Coronel Chávez, no nos haga tan visible que le quedó haciendo falta el curso de ascenso a General. Y no nos meta en más líos con sus declaraciones absurdas y sus amenazas inadmisibles.