Por plata o amor se suicidan los colombianos.

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El despecho y la crisis económica nos llevan a la muerte. Informe Especial


Cuatro personas se quitan la vida diariamente en el país
La tarde del pasado lunes 24 de mayo, jamás se borrará de la memoria de Lácides Arroyo*, un padre de familia residente en unos de los barrios modestos del occidente de Bogotá.

Ese día, al llegar a su apartamento, después de haber trabajado toda la mañana, Arroyo se sorprendió de que nadie de su familia saliera a recibirlo, como era la costumbre de todos, pero especialmente de su hija mayor, Angie Juliana*, de catorce años.

Entonces comenzó a buscar por todas las habitaciones, convencido de que se trataba de una broma familiar.
Buscó por la cocina, por los cuartos, se asomó por el patio de ropas y, finalmente, abrió la puerta del baño.

El espectáculo que encontró jamás se borrará de su memoria: colgada del tubo de la ducha, vio a su hija Angie Juliana. Se veía ya pálida, y una mancha húmeda y verde ensuciaba el pecho de su uniforme escolar.

Sobreponiéndose al estupor descolgó el cuerpo de su hija, intentó reanimarla dándole respiración boca a boca, y cuando entendió por fin que todas aquellas maniobras desesperadas resultaban inútiles, y que su hija estaba muerta, salió de su apartamento y bajó las escaleras gritando que Angie Juliana, el amor y la esperanza de su vida, se había suicidado.




Lácides Arroyo está internado hoy en una clínica de reposo del norte de Bogotá, sumido aún en un pasmo insondable y conmovedor, y los médicos que lo atienden les aseguran a su mujer y a sus hermanos que sólo el tiempo, y una gran dosis de afecto, conseguirán amainar en algo la pena y el trauma que le produjo el suicidio de su hija.
El final de Angie Juliana no es muy distinto al de Lina Marulanda, pese a que entre ambas mediaba una enorme distancia social y cronológica.
Angie tenía apenas catorce años, pertenecía al estrato tres, no era particularmente agraciada, y su futuro estaba marcado desde ya por toda clase de dificultades y privaciones.
Lina, por el contrario, tenía treinta años, era bella hasta lo imposible, vivía en un apartamento de estrato seis, la amaban, triunfaba en sus actividades profesionales y, en fin, se movía entre el lujo, la comodidad y la admiración general.
¿Por qué, entonces, dos personas tan diferentes, buscan y encuentran un final tan parecido y terrible?



Se ha discutido siempre si quitarse la vida es un acto de valentía o cobardía. Los especialistas (psiquiatras y psicólogos), aseguran que no es posible saberlo con certeza, por cuanto existen factores clínicos, como la enfermedad mental, y otros generados, como la depresión, derivada de muchos tópicos, entre los que se encuentran los problemas económicos, la falta de afecto (conflictos de pareja) y las enfermedades terminales.
En Colombia, durante el primer trimestre del 2010, se han suicidado 364 personas, lo que equivale en promedio a 121 suicidios por mes y a 4 por día. Si la tendencia se mantiene, al finalizar el año se habrán quitado la vida en el país cerca de 1.456 personas.
Y es que el suicidio está cobrando más vidas en el mundo que las guerras o los atentados terroristas.

Según la Organización Mundial de la Salud, un millón de personas se suicidan anualmente en el planeta, es decir unas 3.000 por día. Colombia aporta 4 casos en promedio a esta fatídica estadística.
Los estudios de la OMS también indican que el suicidio es la tercera causa de muerte en el mundo en personas entre los 14 y los 44 años.
Si los gobiernos del mundo no toman medidas inmediatas, drásticas y urgentes, en el año 2030 la depresión (como enfermedad) representará la mayor causa de pérdida de años de vida saludable, por encima de cualquier enfermedad.
La Asociación Colombiana de Psiquiatría reveló recientemente un alarmante informe, en el que asegura que entre el 15 y el 20 por ciento de la población nacional padece algún tipo de trastorno de ánimo. Si estas patologías no son tratadas –asegura el informe- pueden terminar en suicidios.

Algunas cifras
Si se comparan las cifras de suicidio del primer trimestre de 2010, con iguales periodos de 2009 y 2008, los casos han tenido una leve disminución, aunque es apresurado vaticinar una reducción para el final del año, pues históricamente se sabe que los casos aumentan en algunos meses o temporadas del año, como diciembre, por ejemplo.


UNA LLAMADA PUEDE SALVAR UNA VIDA
Dentro de las acciones tendientes a prevenir el suicidio, las autoridades de salud en las principales regiones del país, están implementando líneas de atención, cuyo objetivo es brindar ayuda, apoyo inmediato –las 24 horas del día- a quienes estén pensando en el suicidio como alternativa para acabar con sus males o problemas.
Está comprobado que en oportunidades la sola ilusión de sentir que nos oyen y que a alguien le importamos, puede ser suficiente para cambiar o al menos postergar la decisión de quitarnos la vida. De esta llamada puede resultar también la decisión de acudir a la ayuda psiquiátrica o psicológica.
En Bogotá puede llamar a la línea 125, ó a los números 3232425 – 4444448, éstos últimos de ONGs que apoyan la labor preventiva.
En Medellín, el 123, que también se usa para todo tipo de urgencias.

En el primer trimestre del 2008 se presentaron en el país 416 casos. En el mismo periodo de 2009, la cifra llegó a 413 y este año a 364.
Los totales por año fueron de 1.775 casos en el 2007; 1.673 en el 2008 y 1.753 en el 2009.


Quiénes se suicidan
Las estadísticas suministradas por el Instituto Nacional de Medicina Legal, la Policía Nacional y la Asociación Nacional de Psiquiatría, revelan que el suicidio en Colombia está muy ligado a tres factores:
Crisis económica, conflictos de pareja y enfermedad. Está claro que no hay un patrón frente a la escolaridad de quienes optan por la autoeliminación, pero sí de edad. En Colombia se están suicidando las personas jóvenes, en edades que oscilan entre los 15 y los 30 años.
En Colombia, los hombres se suicidan más que las mujeres. En los primeros tres meses del presente año, 56 mujeres se han quitado la vida, mientras que la cifra de hombres asciende a 308.
Los desempleados, los comerciantes, estudiantes y amas de casa, están en el grupo de los que más se suicidan. Las personas sin pareja estable ocupan un renglón importante en la fatal estadística.


Cómo lo hacen
Hay diferencias marcadas en la forma como se suicidan los colombianos, dependiendo de la región y de si viven en la ciudad o en el campo.
El ahorcamiento y el uso de sustancias tóxicas, como matamalezas, son utilizados por campesinos y personas residentes en zonas apartadas. En las capitales o centros poblados, las armas de fuego y las caídas de altura son la opción preferida.


Causas


genéticas
El genetista Emilio Yunis, una de las voces más reconocidas y autorizadas para hablar sobre el tema en Colombia, asegura que el suicidio está determinado por varios factores, entre los que se encuentra la depresión patológica (esquizofrenia y trastornos bipolares), que en su mayoría son determinados genéticamente, es decir que son heredados de padres o abuelos.
Dice Yunis que un estudio, elaborado recientemente, concluyó que en Colombia existen características genéticas específicas en grupos familiares del Viejo Caldas, que podrían determinar ciertas condiciones que favorecerían el aumento de suicidios en estas regiones.
“En ese sentido, el gusto por la música del despecho, al igual que la tendencia a ubicarse en zonas altas y apartadas (distintas del ambiente festivo de la Costa), serían una expresión de esta condición”.
Yunis agrega que las nuevas tendencias informáticas, como las redes sociales y el chat, entre otras, ayudan a que los jóvenes liberen algunas de esas condiciones genéticas que pueden llevar al suicido temprano.