DeNunCianDo - Confesión de parte

La otra orilla. Por: Cecilia Orozco Tascón
Confesión de parte
Junio 05 de 2010

Como se sabe, Álvaro Uribe denunció por el delito de injuria al entonces presidente de la Corte Suprema, el vallecaucano César Julio Valencia Copete. La denuncia se produjo porque el magistrado admitió -para responder una pregunta de esta periodista, en entrevista para El Espectador hace más de dos años-, que en una llamada que el Presidente le hizo desde Nueva York, éste se refirió al proceso que la Corte adelantaba contra su primo, el ex senador Mario Uribe, quien acababa de ser conminado a rendir indagatoria por presunta parapolítica. El argumento de Uribe, al presentar la denuncia, fue que el dignatario de la Corte mintió, pues nunca le mencionó a su pariente. Y le exigió rectificar. El magistrado no solo no rectificó, sino que se ratificó. Su erguida decisión le costó caro: a partir de esa época ha sido blanco de ataques verbales del Mandatario. La Fiscalía, por su lado, pudo establecer que días después de la confrontación entre los dos personajes, Valencia Copete y su defensor, Ramiro Bejarano, fueron víctimas de rastreos ilegales del DAS y de la Uiaf, ambas oficinas dependientes de Presidencia, a sus vidas, bienes y conversaciones telefónicas.

¿Por qué traigo a colación esa historia? Porque me llama la atención el diálogo que, hace un par de días, sostuvo Uribe con su ex ministro Fernando Londoño, en el programa que éste último tiene en Radio Súper. Transcribo las frases reiterativas del Jefe de Estado, que describen su actitud frente a procesos que afectan a dos ex funcionarios suyos:

- “Yo llamé al señor Fiscal en términos comedidos y claros sobre el caso Mario Aranguren (ex director de la Uiaf detenido por entregarle al DAS datos bancarios reservados por ley, de magistrados y otras personas). Le dije: ‘Fiscal, a mí me duele mucho esto. Yo siento que este funcionario no tiene garantías (en la investigación)’”.

- “Los llamé por teléfono (al Fiscal y al Vicefiscal) y les hablé claramente, honestamente, en tono respetuoso. Les dije: ‘Estos funcionarios del Gobierno no tienen garantías’”.

- “Les dije: ¿Qué garantías tiene Mario Aranguren…?”. “¿Qué garantías tiene Sabas Pretelt (en el caso de la ‘yidispolítica’)?”.

Y una gran revelación:

- “…Si uno no levanta la voz, entonces simplemente ellos quedan por allá (en la cárcel), víctimas de los abusos de la Justicia, privados de la libertad…”.

En una democracia madura, a la cabeza del Ejecutivo no se le ocurriría interferir en las decisiones del poder judicial, sin consideración a la cercanía del encartado con quien lidera el Estado. Pero si interviniera, escandalizaría a sus gobernados y éstos lo sancionarían, bien con el retiro de su respaldo político, bien con acciones también judiciales. El Presidente se preciaba de no favorecer a nadie cuando le dijo mentiroso al magistrado. Ahora, afirma con desparpajo que sí interpone su poder ante la justicia.

Si yo fuera Valencia Copete, estaría feliz porque habría obtenido, por la vía más inesperada, prueba de que lo que sostuve era cierto: si el Mandatario “levanta la voz” para protestar porque se investiga o detiene a ex funcionarios suyos, ¿por qué no iba a hacer lo mismo y con mayor razón, con aquel que “le dolía en el alma”, es decir, su familiar? Confesión de parte se llama esa figura.

Enlace del artículo: http://www.elpais.com.co/historico/jun052010/OPN/opi1.html

Uribe ha demostrado y demuestra todos los días que no es un estadista. Es un simple politiquero que cuando lo cogen en la falta, reacciona mintiendo, insultando y esgrimiendo argumentos propios de un dictador, ególatra y narcisista. Además que usa la Justicia según su conveniencia.

Qué desgracia de ser humano y la tragedia de Colombia es que gente como él tiene en sus manos el poder político.