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CooPahe 03-06-2010 18:45:12

El desinterés de las mayorías electorales
 
Por Juan Diego Restrepo E.

Está demostrado que en Colombia no opera el castigo político a través de las elecciones.

Para el electorado colombiano que prefirió en las urnas al candidato del Partido de la U, Juan Manuel Santos, es claro que la política del “todo vale” se acomoda a sus preferencias, así ética, moral y hasta judicialmente sean cuestionables y condenables. Los resultados electorales revelan, a mi juicio, que hay un desinterés entre la mayoría de los votantes por todos aquellos temas que agitaron, día a día, la vida política nacional, durante los últimos años.

Lo que me pregunto, después de ver el caudal de votos logrado por el candidato Santos el pasado domingo 30 de mayo, es qué tipo de reflexiones políticas hicieron estos electores para inclinarse por una propuesta que no es más que la continuidad de unas políticas de gobierno sustentadas en la seguridad militar y de policía, y en la llamada confianza inversionista, que sólo favoreció a los grandes capitales nacionales y extranjeros.

Al hacer un balance de las actuaciones cuestionables de la Presidencia de la República, de algunos de sus ministros y de varios funcionarios de alto nivel durante los últimos ocho años de gobierno, me surgen algunas dudas sobre la manera cómo se impacta la opinión pública con aquellos asuntos que se consideran “escandalosos”. Las pasadas elecciones demuestran que más que un castigo, lo que se revela es un premio, pues se eligió el continuismo de las políticas que dieron origen a ellos.

Pareciera que al grueso del electorado que se inclinó por el Partido de la U no le interesó establecer la conexión que existe entre la Casa de Nariño y las interceptaciones telefónicas ilegales a opositores del actual gobierno realizadas de manera sistemática por funcionarios del DAS. De alguna manera pesaron más los argumentos que esgrimió el Presidente de la República para desligarse de su responsabilidad que las evidencias mismas del ilícito. ¿Será entonces que el electorado que se inclinó por el Partido de la U cree que la Corte Suprema de Justicia actúa políticamente y no jurídicamente contra el Presidente de la República, sus amigos más cercanos y hasta sus familiares?

Ese electorado mayoritario que avaló la continuidad de las políticas del actual gobierno decidió de espaldas a la estela de corrupción que dejó tras de sí el proceso de recolección de firmas para promover el proyecto de la segunda reelección de Álvaro Uribe Vélez. Por mucho que se dijera que el proceso estuvo viciado de ilegalidad y quedara demostrado al declararse la inexequibilidad de la decisión tomada en el Congreso, los resultados electorales evidencian que el electorado asumió que ese proceso fue ajeno a la Casa de Nariño y eximió de cualquier responsabilidad al actual gobierno, pues se eligió a quien representa la continuidad.

Está demostrado que en Colombia no opera el castigo político a través de las elecciones. Con la inclinación de las mayorías hacia el candidato Santos, se evidenció también que decisiones controversiales como la adjudicación de subsidios y créditos blandos a grandes empresarios del sector agroindustrial, que ya gozaban de exenciones tributarias, no afectaron sus inclinaciones electorales, así se hayan agitado debates contra el gobierno e intentos de censura contra algunos de sus funcionarios.

A juzgar por los resultados, tampoco parece haber incidido en el electorado la cruda realidad de las ejecuciones extrajudiciales, la responsabilidad de un sector de la Fuerza Pública en su comisión, la sistematicidad de su ocurrencia y las decisiones penales en contra de varios oficiales, suboficiales y soldados. ¿Será que ese votante asume como verdad que las víctimas eran “guerrilleros vestidos de civil”?

Podría seguir extendiéndome en ejemplos, como por ejemplo las mentiras que rodearon la llamada Operación Jaque en torno a la utilización de emblemas de la Cruz Roja Internacional y de canales de televisión extranjeros; los privilegios de los hijos del Presidente de la República en los negocios alrededor de la zona franca de Mosquera, Cundinamarca; la extradición de los jefes paramilitares a Estados Unidos y su impacto en la verdad del proyecto paramilitar en el país; los privilegios que tienen algunos contratistas amigos personales del Presidente de la República; los acuerdos con Estados Unidos para disponer para sus tropas de siete bases militares en el país. En fin, la lista es larga.

No obstante el exceso de información con respecto a esos temas, lo ocurrido el pasado domingo en las urnas deja bastantes interrogantes en relación con los mecanismos que operan entre el electorado a la hora de decidir en las urnas por sus preferencias políticas. ¿La gente está bien informada? ¿Realmente el ciudadano que acude a las urnas procesa la información sobre “los escándalos” de manera correcta? ¿Cuando explota un “escándalo” y se publican las diferentes versiones la gente le cree finalmente a la autoridad sólo porque es la autoridad, así diga mentiras? ¿Asumió irreflexivamente que el “enemigo político” es aquel que señale el gobierno y nadie más?

No tengo respuestas para ese tipo de preguntas. Lo que sí me quedó claro es que buena parte del electorado no escoge sus candidatos por influencia de las encuestas ni por las propuestas esbozadas en las campañas, más bien recoge y procesa aquella información insustancial que explotan los medios de información, la confronta con sus miedos, sus fobias, sus creencias, sus aprendizajes, y de allí surgen sus decisiones. Pesa más un rumor bien concebido y difundido que el resultado de una encuesta.

Asimismo, quedó claro que los “escándalos” que durante estos ocho años agitaron los medios de comunicación no alteraron el comportamiento electoral de buena parte de los colombianos que eligieron la seguridad democrática como centro de su decisión, más allá de si su aplicación contiene prácticas ilegítimas o no. En esencia, se aceptó el “todo vale”, los resultados así lo indican. Y son contundentes.

! Master ! 03-06-2010 20:04:41

Respuesta: El desinterés de las mayorías electorales
 
El más grande problema de nuestro país es la falta de memoria.


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