DeNunCianDo - Cambio de sexo gramatical.

Aunque pudiera pensarse en principio que es un tópico más dedicado a Santos, no lo es. Para oxigenar un poco la zona y dejar a un lado al par de honorables aprovechadores públicos, publico la siguiente opinión, sobre un tema tal vez sin mucha importancia, pero que para mí la tiene: el feminismo y la lengua española. Creo que va en esta zona.

CAMBIO DE SEXO GRAMATICAL.

Damas y caballeros, niñas y niños, lectores y lectoras, hombres y mujeres, visitantes y visitadoras. Doy inicio a esta suerte de columna de opinión con estas palabras para ilustrar mi punto desde su génesis. Aplaudo y valoro fuertemente el hecho de que las mujeres busquen igualdad, puesto que han sido víctimas de un reiterativo maltrato a lo largo de toda la historia de la humanidad. Sí, han sido subyugadas por el poder del hombre. No sé si señalar culpables sea fructífero, pero buscando pasar dos meses de más en el infierno después de mi muerte, me aventuraré a inculpar a alguien: Dios. En su biblia está la semilla machista que tan crueles frutos comeríamos después. Sí, luchen por sus derechos, busquen mayores garantías en el plano laboral, háganse valer. Ustedes tienen los mismos derechos y deberes políticos que nosotros los hombres, somos iguales; pero por favor, lo hago como una súplica si se quiere: no sigan en su frenesí gramatical por ponerle género femenino a todo. ¿Por qué tengo que aguantarme que ahora cada profesor y profesora para dirigirse a la totalidad del salón lo hagan en términos de “Chicos y chicas”, “alumnos y alumnas”? ¿Por qué escribí profesoras y profesores? Lo hice por la presión que ejercen ustedes, malsanas perturbadoras del orden. Querían y quieren, en España por ejemplo, que la Real Academia de la Lengua acepte el uso del femenino “miembra”.

-Imagínate bobita, antier me inscribí en el club de lectura.

-¡Ay! ¡Qué bueno! ¿Ya eres miembra?

-Sí, ya soy miembra, amiga. ¡Qué felicidad!

-Yo también soy miembra. Somos un par de miembras.

Yo no sé qué sentimientos puedan producirse en quienes leen estas líneas después de sufrir el anterior vomitivo juego de palabras, pero para mí, son una aberración. ¿Miembra? ¿Es que tienen los hombres una sociedad que busque que la RAE le dé validez a la palabra “artisto”? ¿Han visto a un pintor que se queje porque no pueda llamarse a sí mismo “artisto”? ¿Han visto a un atleta queriendo que se le llame “atleto”? ¿O a un socialista que se le llame “socialisto”? ¿Gritaba Juan El Bautista en el desierto buscando que se le conociera como Juan “El bautisto”? ¿Era un “profeto”?

-Vaya, Mateo, eres todo un artista.

-¡Hijueputa! ¡Me encabrona que me digan así, no ves que soy un hombre! ¿Cuántas veces lo tengo que repetir? ¡Soy un artisto! Llamaré a la federación de hombres que buscan la reivindicación de la igualdad en el plano gramatical para denunciarte, despreciable animal.

Ahora bien, no quiero ni imaginar el problema que suscitará el aumento de mujeres en las filas del ejército. Me imagino que el cabo y “la caba” serán mandados a cavar. ¿A cavar una fosa? Sí, para que las feministas entierren el idioma que van a acabar. ¡Y la música! Hablaremos por ejemplo, en la ópera, de “la soprana”. ¿Y en el Rock? ¿Será que al feminismo le molesta que se hable de “el bajo”? Me imagino que la oración “Ella es el bajo de la banda de punk “ViscerasamedioenterrardePerro” les resultará totalmente machista y preferirán que se diga “Ella es la baja de la banda de punk “ViscerasamedioenterrardePerro”. ¿La baja? ¿Una enana? Sinceramente, yo no sé.

Yo entiendo que el idioma, como todo, está condenado a “evolucionar”. A cambiar, a dejar de ser el mismo, a sumergirse en el inexorable río de Heraclito. Dejen, queridas amiguitas, que el lenguaje cambie por sí mismo. No se preocupen pues en treinta años y después de desbordada toda la estupidez podrán decir “soprana” y “miembra” de la misma forma como se verán escritos en los libros títulos como “lA EbOluhXiOn d laz Ezphesiex”. Tranquilas, niñas, que el lenguaje es un reflejo de la sociedad, una mera convención, tarde que temprano triunfarán. Es más, en aras de darme credibilidad, y buscando agilizar el proceso evolutivo del lenguaje, propongo que se elimine el uso del masculino. ¡Sí! Si esto significa no aguantar más el eterno lloriqueo femenino me sacrifico, y sé que el resto de mis congéneres lo hará. Desde estas páginas mando al mismísimo averno las buenas formas, el correcto uso de la palabra, y le doy la bienvenida al feminismo gramatical. Y no me refiero sólo a género gramatical en cuanto a “profesiones”. No, despidámonos del género masculino en todas sus modalidades: sustantivos, adjetivos, artículos, etcétera. Desaparezca de inmediato la palabra “libro”, por ejemplo. De ahora en más sólo diremos “libra”. Así, en las librerías se verán situaciones como las siguientes:

-Señora Adolfa, buenas. ¿Tiene la última libra de Fernanda Valleja?

-¿La dona de la vida? No me ha llegado, la carra repartidora no viene esta semana.

Es más, propongo inclusive que los verbos se vuelvan femeninos. Así, por ejemplo, diríamos en la anterior oración: “No me ha llegada”.

¿Y qué pasaría entonces con todos aquellos sustantivos que cuando cambian de género cambian de significado? Pues de ahora en más tendremos que guiarnos por el contexto. Cuando escuchemos hablar de “La Capital” de Marx, sabremos por el nombre del autor que no se trata de un espacio geográfico sino más bien de un término económico. Ahora los curas serán “las curas” y recibirán más enfermos. Efectivamente habrá desaparecido “El orden”, quien morirá en manos de “La orden” feminista. En medio de esta reforma me alegra que Gabriel García Márquez se haya jodido. Se ordenará la quema de todos los ejemplares de “El amor en los tiempos del cólera” y se reimprimirá bajo el nombre de “La Amora en las tiempas de la cólera”.

La dilema, la clima, la mapa, la planeta, la problema, la programa, la sistema, la telegrama, la tema y la sofá serán los nuevos usos que consagrará “nuestra” idioma. Y decir, como la filóloga Pilar Careyga, que “El lenguaje está creado por el hombre para el hombre y tiene como objeto el lenguaje del hombre” debería ser tipificado como conducta punible. Si antes allí dónde había un millón de mujeres y un hombre debíamos hablar de “Ellos”, ahora, sin importar que sean tres millones y ninguna mujer, se hablará de “Ellas”. Propugno por la proscripción de los pronombres “Ellos”, “Él”, “Nosotros” y “vosotros”. De hoy en adelante, por los siglos de los siglos amén, hablaremos de “Ellas, Ella, nosotras, vosotras”. Así que, damas y caballeras, niñas y niñas, hombras y mujeres, lectoras y lectoras, visitantas y visitadoras, me despida diciéndolas que bienvenidas sean todas a la nueva era de la feminisma gramaticala, nueva era que nos traerá la paz en esa sentida, porque lo que soy yo, ¡Ya estaba mamada de tanta queja lingüística!

Salvarsana

Fuente: http://elmalcuentero.pvblogs.net/201...xo-gramatical/