DeNunCianDo - Las paradojas del poder (reflexión)

EL PODER EN OCASIONES PUEDE SER una droga letal.

Por: Andrés Hoyos

Tomemos el ejemplo de Lech Kaczynski, el presidente polaco que murió el sábado pasado en un accidente de avión en Smolensk. Las cajas negras del avión ya se recuperaron y pronto aportarán muchas luces sobre la tragedia, pero por una vez quiero regresar a mi profesión de novelista y suponer lo que pasó sin tener certeza de ello. Dos elementos me lo permiten: el silencio inevitable de los 96 muertos y unos antecedentes muy significativos.

Primero los antecedentes: el presidente Kaczynski era un ferviente patriota polaco con fama de honesto y un católico fanático con fama de autoritario. Pequeño y obsesivo al igual que su hermano gemelo Jaroslaw, no sólo se oponía a la legalización del aborto y a ampliar los derechos de las mujeres, sino que cuando era alcalde de Varsovia su aversión por los homosexuales lo llevó a prohibir las marchas gays. Este mismo Kaczynski en 2008 invocó su condición de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas para intentar obligar al piloto del avión presidencial a aterrizar en Tbilisi, la capital de Georgia, a pesar del mal tiempo, y el piloto, según la prensa, desobedeció las órdenes presidenciales dirigiéndose a un aeropuerto alterno, por lo que fue despedido.

Todo indica que el Presidente repitió la faena el sábado camino a Smolensk, adonde iba a participar en una ceremonia de reafirmación del patriotismo polaco en un lugar simbólico en el cual fueron sacrificados miles de compatriotas indefensos durante la Segunda Guerra Mundial. El avión, absurdamente, hizo tres intentos de aterrizar en medio de la niebla y al cuarto se estrelló contra los árboles, dando cuenta de Sansón y todos sus filisteos.

Presumamos dos protagonistas fundamentales: el piloto, un capitán de la Fuerza Aérea llamado Arkadiusz Protasuk, y el propio Presidente. Por las fotos que han salido, el capitán Protasuk parecía un niño bueno y un militar obediente. ¿Acaso al machista Kaczynski le pareció que dirigirse a un aeropuerto alterno en ese momento era una decisión medio maricona y dio órdenes de embestir la niebla? De haber sido así, se llevó para el otro mundo a su mujer, al presidente del banco central, a varios altos cargos de su partido, a muchos parlamentarios, a los comandantes de las Fuerzas Armadas polacas y a varios prelados católicos de los que siempre le gustaba rodearse, o sea, a casi la mitad de la élite gobernante de su país.

Salta a la vista que un poderoso intoxicado por el poder constituye el más grave de los peligros. Este territorio está plagado de paradojas. La primera es que la debilidad del poder suele tener en el reverso un potencial despótico, y no se me ocurre un ejemplo mejor que el de Isabelita Perón, detrás de cuya fragilidad casi ridícula venía una feroz dictadura. Aquí la paradoja se puede formular de otro modo, diciendo que la debilidad del poder es siempre un espejismo.

La segunda paradoja es que siendo el poder más que una necesidad algo inevitable, todavía más necesario es ponerle límites claros, como lo demuestra nuestra parábola. La última paradoja es que un piloto como el que fue despedido en 2008 por no aterrizar en Tbilisi tiene sobre su propio trabajo criterios muy superiores a los de cualquier presidente de la república y que, por lo tanto, no tiene por qué obedecer las órdenes absurdas que le da su jefe. Les dejo la moraleja a los lectores.