Salvaron al presidente

En el fondo yo queria que pasara el referendo, a pesar de todos los chanchullos y delitos que se cometieron para aprobarlo queria que pasara, no para rasgarme las vestiduras despues y decir que aqui no hay democracia, sino para todo lo contrario, para que sea la misma democracia que tantas veces quizo desconocer este gobierno la que lo derrote. Tal como lo fue la derrota sufrida en el primer referendo, todo estaba cantadado para que tuviera la segunda con este, y de paso se echaba de una vez a la basura ese concepto estupido del estado de opinion.

Algunos foristas han dicho que se ha dado un ejemplo de fortaleza de las insituciones y que Uribe se muestra como un democrata al aceptar la decision y con ello acalla a quienes vociferaban que viviamos en una dictadura; pues bien la situacion acaecida muestra precisamente eso: la debilidad de las instituciones y en especial el poder legislativo que sigue siendo de bolsillo del presidente. En una nacion verdaderamente democratica no se llegaria hasta el extremo de depositar las esperanzas de ambas partes en una decision, y el solo hecho de manifestar que se es democrata por aceptar una decision judicial da muestras de que se tuvo la intencion de no aceptarla.

En todo caso la siguiente columna sintetiza algo de lo que quiero manifestar, simplemente la corte lo salvo de una estruendosa derrota y por ello tal vez ya no salga por la puerta de atras como se avizoraba, sino mas bien por la de al ladito.

Salvaron al presidente Uribe



La Corte Constitucional acaba de salvar al presidente Uribe de una derrota segura en las elecciones del referendo. Los asesores y aduladores del Presidente le pintaban pajaritos de oro. Había una alta probabilidad de que se lograra una mayoría del 'sí', pero era insensato pensar que se pudiera llegar a movilizar a siete y medio millones de votantes que le dieran validez al referendo.



Después de tantas argucias de los vivos y los menos sagaces que en el Congreso, y fuera de él, hicieron aprobar a ultranza la ley del referendo para otra reelección, tuvo que ser la Corte Constitucional la que le evitara al presidente Uribe la vergüenza de no encontrar en las urnas el mismo espejismo de las encuestas.


El Presidente le puede caer bien a una gran mayoría de colombianos, pero es difícil que se superen las dificultades que los separa de las urnas y que determinan nuestras altas tasas de abstención electoral. Factores como la improvisada emergencia social para la salud le han hecho daño a la credibilidad del Presidente. Los escándalos que comprometen a sus seguidores han hecho reflexionar sobre el ambiente de corrupción y de violación de derechos humanos. Los enfrentamientos de Uribe con su equiparable vecino venezolano han perjudicado el nivel de negocios de los empresarios colombianos. Un nuevo período habría creado una situación desesperada.


De esta suerte, es posible afirmar que el desgaste del Gobierno ya estaba minando seriamente la posibilidad de lograr el número de votantes que pudiera refrendar la reforma constitucional. Los asesores presidenciales ya eran conscientes de estas dificultades. Gentes maliciosas dicen que las visitas que les rindieron a los magistrados de la Corte Constitucional podían ser más para convencerlos de que se opusieran a la ley de referendo que para presionarlos para votar en su favor. Pero, suspicacias aparte, parece que las presiones ejercidas provocaron lo contrario a lo esperado: reforzaron la independencia de los magistrados. Salvaron al Presidente, y aunque han salvado a Colombia de este peligro inmediato, no todo se ha logrado.


La autonomía e independencia de la Corte Constitucional y la del Registrador nos han quitado a muchos el deprimente escepticismo en el que habíamos caído respecto a las instituciones de la república. Este fallo de la Corte nos hace pensar que hay esperanzas. Otra cosa es abrazarse a la frase optimista y acomodaticia de decir que con esto se ha mostrado la solidez de las instituciones. No. Este gesto valeroso de los magistrados ha demostrado el bajo nivel en el que se encuentran instituciones tales como el Legislativo.


El fallo demostró las triquiñuelas, los amaños y los desvíos de los legisladores, capaces de violar cualquier norma con tal de imponer la arbitrariedad del gobernante. También, el fallo nos hace dudar, por lo menos, de la idoneidad del Procurador. ¿Cómo es posible que este señor se hubiera equivocado tan gravemente en todos sus conceptos sobre la ley del referendo? ¿Y qué decir de la elección de Fiscal? Estamos en mora de reformar la política y de la manera de ejercerla. Lo que ha ocurrido habla de la enfermedad, no de la salud de las instituciones.


Hay que pensar que la reconstrucción de la democracia es urgente. No va a ser tan sencillo eso del "fin de la era Uribe". El manejo amañado del Estado en estos años deja prácticas inaceptables y fisuras en los pesos y contrapesos constitucionales. La era no terminará si al poder llega alguien con las mismas mañas y orientaciones o que sea dócil ante las presiones insistentes de un ex presidente hiperactivo como Uribe. Él tratará de encontrar su continuador en el Gobierno. Los votos no se transfieren, pero los gobiernos manejan votos. Queda mucho para concretar el camino democrático que nos ha abierto la Corte Constitucional.
Carlos Castillo Cardona