DeNunCianDo - Kosovo celebra por todo lo alto su segundo aniversario

Kosovo celebra por todo lo alto su segundo aniversario

Un joven Estado soberano o una provincia separatista. Dos años después de la declaración de independencia, Kosovo y Serbia siguen enfrascados en la misma disputa.

Una disputa que, por un lado, tiene a Pristina intentando consolidarse como país viable y, por el otro, a Belgrado denunciando lo que cree una clara ilegalidad.
Este miércoles, banderas de Kosovo, de Albania, de Estados Unidos y de la Unión Europea ondean por todas partes en las calles de la capital kosovar, adornadas con carteles que muestran los rostros de los niños que nacieron aquel 17 de febrero del 2008. Además, la bandera de fondo azul y seis estrellas doradas coronando el mapa del país está presente en cada esquina.
El 17 de febrero es el día grande de Kosovo, la fiesta nacional de la ex provincia serbia poblada mayoritariamente por albaneses étnicos, que en este 2010 se conmemora con diversos actos festivos e institucionales.
El Parlamento de Pristina celebrará una sesión solemne con la presencia del Gobierno completo, el primer ministro, Hashim Thaci, y el presidente, Fatmir Sejdiu. Al acto están invitados representantes diplomáticos extranjeros en Kosovo, miembros de la misión Eulex de la Unión Europea y congresistas de Estados Unidos.
La principal avenida de la ciudad está adornada con las banderas de los 65 países que han reconocido la independencia de Kosovo en estos dos años.
Aparte del acto institucional, ya desde la mañana se celebraron conciertos y actividades para niños, que tienen el día libre en el colegio. Por la tarde, varias estrellas de la música local participarán en un gran recital.
Las celebraciones se extienden por toda la región, en fiestas organizadas por las corporaciones locales de los distintos municipios.
Entre la autonomía y la soberanía
La declaración de independencia terminó con años de mediación de la ONU para cerrar un acuerdo aceptable para ambas partes: el Gobierno serbio, que ofrecía autonomía pero nunca independencia, y la mayoría albano-kosovar, que exigía la soberanía y recordaba la represión desatada en la región bajo el ex presidente serbio Slobodan Milosevic.
Desde que el Parlamento de Pristina declaró a Kosovo un "Estado democrático, libre e independiente", el pequeño país no ha parado de dar pasos para consolidar ese anuncio.
Su soberanía ha sido reconocida por 65 países, entre ellos Estados Unidos y la mayoría de socios de la Unión Europea (UE), aunque España, Rusia, China, India, Brasil y, por supuesto, Serbia se niegan a aceptarla.
En sus esfuerzos por quitar legitimidad a la independencia de la que considera aún su provincia del sur, Serbia ganó el pasado año una gran batalla diplomática al lograr que la ONU pidiera a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que se pronuncie, en una sentencia no vinculante, sobre si Kosovo violó la legislación internacional.
Pese a esa controversia internacional, Kosovo se ha dotado de los instrumentos propios de un Estado: Constitución, himno, pasaportes, fuerzas de seguridad, servicio de inteligencia e incluso embajadas en 18 países occidentales.
Un gran espaldarazo a sus aspiraciones como Estado fue la admisión, en el 2009, como miembro de pleno derecho del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Dos tareas pendientes
Pero si el trabajo diplomático funciona, la tarea de crear un país estable y próspero se enfrenta a muchas dificultades. Por un lado, la desastrosa situación económica apenas ha mejorado desde que los albano-kosovares optaran por gobernarse a ellos mismos.
Según datos del Banco Mundial, el 45 por ciento de los kosovares vive bajo el umbral de la pobreza, la tasa de desempleo es alarmante y la tensión social amenaza con dispararse.
En la dos últimas semanas, los trabajadores de la salud y los policías se manifestaron para pedir mejores salarios en un país donde el sueldo promedio es de 240 euros al mes.
La crisis financiera mundial ha contribuido a empeorar la situación, al reducirse la generosa ayuda económica internacional gracias a la que el país se mantiene a flote.
La segunda gran asignatura pendiente es la tensión entre la minoría serbia que puebla el norte del territorio. Pese a que no se han producido incidentes violentos de importancia, los 120.000 serbios que viven en Kosovo rechazan la autoridad de Pristina, cuya influencia es prácticamente nula en el norte de la región, donde se concentra la mayoría de los serbo-kosovares.
Mientras, los 3.000 policías, jueces, fiscales y aduaneros de la misión de la UE en Kosovo (Eulex) siguen siendo un puntal esencial en el mantenimiento de la seguridad en Kosovo, donde la corrupción y el crimen organizado se aprovechan del aún débil Estado de derecho.