Jueves, 07 de Enero de 2010 20:13 Desde que nací (y hace bastante tiempo) yo conocía de la actividad terrorista de las FARC, o mejor dicho FART, pues son una corriente indeseable aunque sea natural. Con el correr de los años y ya muy acostumbrado a los reality shows de estos magnánimos libertadores de nuestra “gran Colombia”, este documental es, como decimos por estos lados (lejos de las montañas), la tapa de la botella.
Sin embargo, nosotros a lo largo de todos estos documentos y el año y medio que alcanzamos a tener al aire, hemos sostenidos que efectivamente las FARC han sido y serán agricultores de la más pura cepa. Y es que nadie como ellos se han especializado en sembrar el terror, la muerte, las minas quiebrapatas, la humillación y el resentimiento. Creo que su granja está repleta de esos productos que, efectivamente, son de exportación, como dice muy histriónicamente un guerrillero con carita de yo no fui en el video.
La granja fariana cuenta con una gran variedad de productos y subproductos, que cualquier sistema de agricultura en el mundo envidiaría. Nada genera más dividendos que el miedo, producto de los jugosos e inigualables frutos del secuestro, la extorción y el narcotráfico. Los campesinos armados y revolucionarios de las farc, con nuevas camiseticas de vistosos colores, elevan cánticos a la hermana naturaleza cuando vuelan por los aires iglesias repletas de mujeres y niños. Estos mismos campesinitos, en su delirante ingenuidad y perfecta convivencia con la naturaleza, saben esconder perfectamente los cuerpos de diputados e indígenas que masacran. Tal vez sea una nueva forma de crear abono para sus productos de subsistencia.
Yo me pregunto si en realidad ese trabajo fílmico no es en realidad una muy bien montada comedia romántica, pues su contenido sobrepasa la imaginación y raya con el romanticismo que despierta en esos lejanos lugares la idea de la revolución popular. De la misma forma me inquieta saber que podrán pensar (si lo hacen) los europeos que alcancen a ver semejante obra de teatro (de guerra).
Queda uno tan indignado con semejante disparate al ver un guerrillero afirmando que ellos no siembran coca ni marihuana; solo yuca, cacao y café fariano de exportación. En ese momento es cuando uno se destornilla de la risa, imaginando el frenesí que podría causar estos mensajes en las mentes ignorantes de algunos jóvenes y viejos consumidores de los reales productos farianos en algunos rincones de Europa.
Imaginamos a los Colombianos por las FARC, a Teodora Bolivar, a Cháburro y todo el frente virtual de las FARC que inundan los medios electrónicos, aplaudiendo y promocionando la actividad agricultora de las guerrillas colombianas que viven tan libres que ya no se camuflan, que son tan organizadas que ahora cuentan con un departamento de investigación y desarrollo de nuevas variedades de cacao, café y hasta vacunas (que le aplican a los agricultores y empresarios tradicionales); que necesitan la solidaridad y aprecio de la comunidad internacional, pues ellos solo quieren seguir sembrando su maicito, su papita (en las universidades públicas de Colombia distribuyen precisamente papas explosivas) y algunas otras hortalizas.
Ayudemos entonces a nuestros hermanos campesinitos revolucionarios a que nos sigan mostrando sus verdaderas actividades económicas, pues si aquí las fórmulas mágicas tipo DMG fueron aceptadas y promovidas durante un tiempo, por qué no podemos aceptar que estos terroristas sigan perdiendo dinero en comerciales de dos horas que los hacen quedar peor.
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La granja de las FARC
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