otro aporte a la discusión

La selección de Elinor Ostrom como ganadora del Premio Nobel de Economía de 2009 es oportuna para enriquecer la discusión que se adelanta contra el Agro, Ingreso Seguro, por sus fallas conceptuales, por abusos y falta de controles en su ejecución.
El programa es débil porque sus promotores diseñaron la política basados en el supuesto de que el sector privado posee atributos especiales que han servido de excusa para concederles a empresas comerciales del sector agropecuario y a algunos de los colombianos más ricos subsidios y millonarios auxilios monetarios. No se han demostrado efectos positivos notorios de AIS sobre la producción agropecuaria.
El proyecto ha tenido, por el contrario, un impacto negativo sobre la distribución del ingreso y posiblemente ha contribuido a fomentar esquemas de producción intensivos en capital en regiones campesinas donde abunda la mano de obra con baja calificación y no hay suficientes puestos de trabajo para esas personas.
La hipótesis sobre la cual se ha desarrollado este programa es que la única forma productiva de tenencia de la tierra es la gran propiedad privada, el mismo supuesto que se hizo presente en la controversia sobre el destino que se les quería dar a las tierras de Carimagua. Los cuantiosos apoyos en dinero del programa AIS que se han otorgado con base en ese supuesto, posiblemente no cumplen con los requisitos establecidos por la Corte Constitucional para que sean admisibles.
En la Sentencia C507/08 (que me remitió Claudia López la semana pasada a raíz de mi columna sobre el escándalo), la Corte señala que "cuando una ley establece una excepción a lo dispuesto en el artículo 355, tiene la carga de establecer todas las condiciones necesarias para asegurar la satisfacción de los importantes principios que han sido mencionados, entre ellos, el principio de legalidad del gasto, la prohibición de donaciones o auxilios y el principio de igualdad".
En este caso particular, el principio de igualdad no parece haberse cumplido porque el programa excluye a pequeños productores y a campesinos, y no es evidente que los incentivos recibidos por los beneficiarios no han dado lugar "a una 'dilapidadora y venal concesión de privilegios' ". Tampoco lo es que los particulares que los reciben satisfacen "derechos constitucionales de grupos o sectores constitucionalmente protegidos o de actividades que deben realizarse por mandato constitucional y que son ejecutadas por particulares que requieren, para satisfacer los fines estatales, de un apoyo o ayuda del Estado", como estipula la sentencia.
El Secretario Jurídico de la Presidencia, en la entrevista del domingo a Yamid Amat, confirmó que este subsidio no es para que "el pequeño campesino, sin experiencia, sin reconocimiento, reciba donaciones", sino para que se cree una "fuente productiva y tecnológica" que contribuya al futuro desarrollo agrícola. Esta afirmación se basa en la creencia de que solamente las empresas y los agricultores grandes pueden aportar al futuro desarrollo del sector. La señora Ostrom ha sido galardonada con el Premio Nobel, precisamente por haber desbaratado supuestos de esa naturaleza, demostrando que existen formas de administración de propiedad común, distintas al gobierno o a los empresarios privados, que pueden ser muy eficientes y no conducen a la ruina, refutando la idea de que la única forma de evitar la tragedia de la propiedad común es entregársela al sector privado o al gobierno; y que, por lo tanto, no pueden excluirse a priori otras opciones sin incurrir en graves equivocaciones de política, como ha sido excluir a los campesinos de AIS, cuando se puede demostrar que pequeños productores del agro sí pueden aportar progreso y cambio técnico, como lo hacen asociaciones exitosas de campesinos o numerosos casos de producción campesina ultraeficiente, como, por ejemplo, algunos de los que trabajan con el programa Vallenpaz, en el norte del Cauca.

Rudolf Hommes