DeNunCianDo - Los que le sacan canas al Gobierno

BUENO SEÑORES DECIDI MONTAR ESTE TOPIC POR QUE LA VERDAD ES QUE ESTOY CANSADO DE ESCUCHAR PALABRAS COMO: QUE ESTO ES UNA DICTADURA, QUE URIBE ESTO, QUE URIBE LO OTRO, POR LO MENOS AQUI EN COLOMBIA SE LE DA LA OPORTUNIDAD A TODOS, SEA DE DERECHA, DE IZQ O NO SEA NADA, AQUI UN CLARO EJEMPLO DE QUE A TODOS ESTOS "MAMERTOS" HAY PERDON, HA ESTOS SEÑORES HAN TENIDO SU OPURTUNIDAD DE MANIFESTAR SUS INCORFOMIDADES Y DADO EL CASO SE INVESTIGA SE JUZGA Y SE CONDENA SI DA LUGAR A ELLO EN ESTE GOBIERNO NADIE SE HA SALVADO HEMOS SIDO DUROS CON LA CORRUPCION EL QUE LA CAGUE VA PA FUERA.

En el momento de mayor agitación en el Congreso, PODER hizo una selección de los parlamentarios que más le han “amargado” la vida al Gobierno. Son la oposición pura y dura. Se meten con temas candentes, que hieren profundas sensibilidades del Ejecutivo.

Por Clara Elvira Ospina
http://www.poder360.com/thumbs/phpTh...pg&w=600&aoe=1 Fotos: Archivo PODER

Son como un dolor de muela para el Gobierno. Cuando piden la palabra, los ministros saben que el debate se alargó y que tendrán que hacer acopio de argumentos fuertes para resistir la ofensiva. Son vehementes en el discurso, aunque hay diferencias entre ellos en la forma. Pertenecen a los partidos de oposición, el Polo Democrático y el Partido Liberal. Se meten con temas difíciles, casi tabú, como el de las finanzas de los hijos del Presidente. Y así no tengan éxito en sus ofensivas contra proyectos –como el de la reelección– logran retrasar los trámites o dificultar las cosas en la aprobación de las iniciativas que le interesan al Gobierno. PODER hizo esta selección de los congresistas que son un verdadero tormento para el Gobierno.
El primero de ellos, que cumple con todas las características anteriores, es el representante a la Cámara por el Polo Democrático Germán Navas Talero. Tiene 68 años, es estricto y hasta bravo y uno de los congresistas más cumplidos, asiste a todas las sesiones y siempre se queda hasta el final. Navas es apegado a la ley y con código en mano ha sido férreo en la oposición a la reelección. En el trámite del acto legislativo para la reelección de 2006, Navas recusó a Yidis Medina y la denunció ante la Corte Suprema por cambiar su voto.
A instancias de Navas se había organizado la famosa reunión en la casa de la representante Clara Pinillos, en la que Yidis había afirmado que votaría en contra de la reelección. Y en el trámite del referendo reeleccionista, ahora en el 2009, Navas no ha sido menos difícil para el Gobierno. Fue él quien denunció ante la Corte Suprema a los 86 representantes a la Cámara que votaron el proyecto en la madrugada del 17 de diciembre, en sesiones extras. El argumento de Navas, de que los congresistas no podían votar sin esperar el certificado del Consejo Electoral sobre las cuentas del referendo, fue acogido en principio por la Corte al abrir la investigación preliminar contra los parlamentarios. Una investigación que generó pánico, cadena de incapacidades médicas y retrasos en el trámite de la conciliación y del referendo.
Muy cerca de la curul de Navas, en la misma Comisión Primera de la Cámara, ejerce el otro dolor de cabeza del Gobierno en la Cámara. Es el representante liberal Carlos Arturo Piedrahíta. Las formas de su oposición son diversas: desde constancias hasta derechos de petición y chistes antigobierno. En el caso de esta reelección, fue quien consiguió a través de derechos de petición que las autoridades electorales dejaran claro que los congresistas no esperaron el certificado del referendo antes de votarlo. Piedrahíta empieza sus discursos con un puntillazo sobre otros temas difíciles, que no son el asunto central que quiere tratar. Por ejemplo, si va a hablar del referendo, empieza diciendo: “Acá no voy a hablar de los falsos positivos, ni de las cifras de desempleo ni del fracaso de la infraestructura vial, ni del desastre del aeropuerto Eldorado, aquí voy a hablar de…”

Oposición firme
En el Senado, la lista de los dolores de cabeza del Gobierno es un poco más nutrida: Cecilia López y Juan Fernando Cristo, del Partido Liberal, y Gustavo Petro y Jorge Enrique Robledo. Dicen fuentes cercanas al Gobierno que en el caso de la senadora López, hoy precandidata presidencial, lo que más le ha molestado al Presidente es la consistente presión sobre el tema de los negocios de los hijos del primer mandatario. Fue ella, en noviembre del año pasado, quien pidió públicamente que los hermanos Uribe presentaran la declaración de renta, durante un debate originado por el escándalo de DMG y por las versiones según las cuales los hijos del Presidente tenían relación con esa empresa. López volvió a la carga con el tema de las finanzas de los Uribe tras las denuncias de Daniel Coronell sobre la asignación de notarías. La senadora también protagonizó el duro debate de Carimagua tras el cual el Gobierno revirtió la decisión inicial de entregar esos predios a productores de palma.
En ese debate la acompañó otro de los dolores de cabeza del Gobierno: el senador del Polo Jorge Enrique Robledo. Muchos lo califican de radical (no es en vano su militancia en el MOIR); pero hasta sus críticos más fuertes le reconocen que se prepara mucho para cada debate y que es juicioso y consistente ideológicamente. Es arquitecto y eso puede marcar su orden a la hora de hacer los debates. Fue la gran voz de la oposición al TLC y también ha participado con vehemencia en la oposición al referendo reeleccionista. Sus fuertes son los temas agropecuarios y energéticos y cuando pide la palabra, los ministros de esas carteras saben que el debate se alargó.
El liberal Juan Fernando Cristo tiene peleas casadas con el Gobierno desde hace muchos años. Permanentemente desde el Ejecutivo e incluso el propio Presidente se encargan de recordarle su militancia en el samperismo. Cristo ha sido un firme opositor a la reelección; pero sin lugar a dudas el punto más fuerte de su tarea de resistencia es el proyecto de Ley de Víctimas. Cristo se ha encargado de insistir, tanto en el plano interno como en la comunidad internacional, en que al Gobierno no le interesa reparar a las víctimas y que, por el contrario, protege a los victimarios.
El Gobierno ha recibido muy mal su decisión de hacer lobby en EE.UU. a favor de ese proyecto. Incluso, el vicepresidente Francisco Santos le criticó muy duramente que fuera al exterior a “hablar mal de su país”. En una de las más duras peleas del Presidente con el jefe liberal César Gaviria, Cristo sirvió de sparring. Habían transcurrido varios días de cruces de palabras entre Uribe y Gaviria. Uribe cuestionó a Gaviria por las actuaciones de Los Pepes, y Gaviria respondió que los vinculados con Los Pepes están más cerca de la Casa de Nariño. Entonces, el primer mandatario arremetió contra Cristo, al revivir un episodio archivado de una denuncia en la época del Gobierno Samper. Cristo es quizá el congresista contra quien más ha arremetido directamente el propio Uribe.
Pero no es el único. También Gustavo Petro, del Polo Democrático, ha sido un duro contradictor del Gobierno y ha recibido drásticas ofensivas presidenciales. La más recordada es la de calificarlo como terrorista vestido de civil. Petro, ahora precandidato presidencial, fue guerrillero del M-19, es economista y tiene varias especializaciones, una de ellas en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica.
Quienes conocen bien cómo funciona el Congreso dicen que el gran talento de Petro radica en su pasmosa serenidad. Cuando está bajo presión, en debates importantes, no pierde la compostura y habla despacio. Sólo tiene un cambio evidente cuando está alterado y es que empieza a tratar de tú a su contradictor, a quien minutos antes trataba de usted.
Sus debates memorables son los que se refieren a la parapolítica y los beneficios a los paramilitares y, por supuesto, los de los llamados falsos positivos. Recientemente, Petro encabezó la ofensiva de la oposición por el escándalo de las chuzadas ilegales del DAS. En un muy duro debate, mostró las pruebas de la existencia de un grupo clandestino llamado el G-3, que hacía seguimientos y chuzadas ilegales a opositores, periodistas y funcionarios judiciales. Cuando Petro habla, el Gobierno y el Congreso guardan silencio.
Estos seis congresistas no pasan inadvertidos. Su presencia y su actitud son síntomas de buena salud de la democracia, que necesita de una oposición activa.
Benedetti, el rebelde
No es de la bancada de oposición. Por el contrario, muchas veces ha sido considerado como un incondicional. Pero no lo es del todo. El senador Armando Benedetti es el más impredecible de los congresistas de la bancada de Gobierno. Se apartó de decisiones trascendentales como la penalización de la dosis mínima de droga y la reforma financiera; como conciliador se opuso a las facultades especiales para el Canciller y como ponente respaldó al Partido Liberal en la Ley de Víctimas. Además, fue uno de los arquitectos del golpe que le dieron al acuerdo para que en esta legislatura la Presidencia del Senado le correspondiera a Alas Equipo Colombia.
No solo se trata de su labor parlamentaria. Benedetti ha sido muy duro crítico de altos funcionarios del Gobierno, como el Ministro de Relaciones Exteriores, el Ministro del Interior, el Comisionado de Paz y el Secretario General de la Presidencia. También fue muy duro hace algunos meses con el hoy precandidato, ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias. Frecuentemente, Benedetti dice que apoya a Uribe, pero que no le gustan sus subalternos. Además, tiene otro elemento que choca en las altas esferas del Gobierno: no necesita intermediarios para hablar con el Presidente