DeNunCianDo - Pensamientos sueltos sobre algunos hechos en Cali durante las manifestaciones del 21N

Un saludo a toda la comunidad de Denunciando de este servidor, Soyado.

Escribo sobre la capital del Valle porque es la ciudad en donde vivo. Además teniendo en cuenta mucho de lo acontecido -especialmente ayer-, que no estuvo directamente relacionado con las marchas realizadas en muchos puntos del territorio colombiano y que en otras circunstancias me hubiese dejado indiferente, a día de hoy me despierta una inquietud más o menos profunda.

De antemano dejo en claro que estas líneas son solo a manera de ensayo y la intención de ellas no son mostrarse como la panacea, la última palabra o ‘lo mandacallar’; simplemente se trata de una decisión voluntaria por parte de un ciudadano caleño tal cual se trata de mi persona de aprovechar el espacio que otorga este sitio web para dejar sentada una opinión. La intención tampoco es buscar adeptos a una idea, porque creo que de esta manera entraría a sesgar el sentir particular de cada uno de quienes dedican un momento de su valioso tiempo a escrutar estas líneas.

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¿Realmente era para tanto?...

Entrando en materia ahora sí siendo hoy 22 de noviembre de 2019, un día después del llamado Paro que nos tuvo a muchos pensando y repensando a distintos niveles, el panorama que ofrecen las calles caleñas en general es el de una postal urbana increíble. La mayoría de sus calles están casi vacías; se ve uno que otro transeúnte merodeando y también a algunas personas escrudiñando desde sus hogares la soledad de las calzadas. El flujo del transporte está diezmado de una forma impresionante, al punto que muchos hasta estamos contentos de que el pandemonio habitual generado por los diversos medios de movilización en las carreteras de la Sucursal esté calmadito. Demasiado calmadito. Muchos locales comerciales están cerrados desde temprano, o bien desde el día de ayer; a esto no se escapan ni siquiera las grandes cadenas de abastecimiento como por ejemplo D1 u Olímpica, que se encuentran ambas muy cerca de mi lugar de residencia.

El alboroto de la selva de cemento y de sus fieras salvajes como cita el finadito Héctor Lavoe en ‘Juanito Alimaña’, se ha trasladado a un escenario que nada tiene que envidiar en poder de convencimiento (hasta me parece que lo supera, ¡y con demasiada amplitud!...) a la tradicional ‘Radio Bemba’; me refiero, damas y caballeros, a las redes sociales. A esas redes que yo trato de evitar como a una peste, pero que no puedo dejar del todo de lado, ya que debo de admitir que en ellas siempre hay algo que le beneficia a mi particular lista de gustos e intereses.

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Bueno, tampoco es que ande fregando en Twitter; buscando desesperado la opinión de algún baboso Youtuber (me disculparán quizá el prejuicio pero es que me da por creer que la mayoría de esta gente es así: unos babosos); metido en el Facebook a ver qué fue lo último que se hizo viral… Para empezar, dejé de tener Twitter y Face hace rato (si mal no calculo, debo de estar llegando a unos tres años que borré cuentas en el uno y en el otro), y sí, tengo un canal en YouTube que mantenía muy activo con videos que grababa y editaba pero al que no renuevo de material hace como casi dos años, algo así.

A lo que tengo acceso en este momento a manera de red social permanente, constantemente actualizada y en algunos casos inmamablemente cansona, es el famosísimo Whatsapp. En esta aplicación de mensajería instantánea, se está paseando a sus anchas un agitador cuyo principal objetivo es el de causar el mayor descontrol posible y que toma las armas del vandalismo virtual o vandalismo digital, tan nefasto como lo puede llegar a ser el vandalismo físico en sí: su nombre es ‘Cadenas de Whatsapp’.

¿Qué quienes las propician y promueven a análisis de este servidor? Lo más seguro es que tanto grupúsculos de insensatos sin oficio como hábiles propagadores de embustes al estilo de la película ‘Wag The Dog’ (sí; estoy incluyendo aquí los entes gubernamentales, ya voy dentro de un rato para allá) que con una enorme alevosía juegan con los sentimientos de los crédulos y embrujados por el celular. Los cuales pareciera que si no llevan y usan ese ******o (eso sí, con datos o con el Wi-Fi que puedan) perfectamente les puede acarrear algo así como una crisis existencial.

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La cosa peluda acá es que la gente que está detrás de esta manipulación desenfrenada sabe que buena parte de los receptores de sus viles creaciones… ¡precisamente le gusta fagocitar (tragar) cuento! Saben que además se contentan comentando con una impostada autoridad lo que leyeron (o entendieron) de la última cola de audios perniciosos que sus ganas morbosas de contenidos les pide. En últimas: saben que marionetas nunca les van a faltar.

A todo esto he llegado para tratar de hallar por mí mismo (e insisto: no espero que estén de acuerdo conmigo si esa no es su corazonada), los motivos REALES por los cuales se originó tanta pelotera absurda en mi ciudad y del porqué a estas alturas esta ciudad a la que me refiero luce como un pueblo fantasma. Pues a una probable conclusión que estoy llegando, Denunciantes, es que el espectro de lo tenebroso se aposentó desde estas ‘Cadenas’, conformó una terrible tregua con la falta de discernimiento típica de la masa (¿Lo notan? ‘ELLOS’ saben…), y finalmente parió unas condiciones ideales en donde ‘buenos’ y ‘malos’ debían de quedar perfectamente delineados.

Esperen un momento, por favor: no pretendo negar ni desconocer, esto nunca, que en efecto hubo ‘gañanes’ de toda la vida que en esta coyuntura hicieron de las suyas. Lo que a mi entender pareciera estar presentándose de forma velada en esta situación, es que detrás hay una maquiavélica elaboración para que creamos ciegamente que toda la ‘maleza’ que pulula por las calles de Cali se confabuló como nunca antes preciso el 21 de noviembre de 2019 para destruir a la gente de bien. Y dentro de este cerco informativo, se han dejado ver imágenes de la Policía en unos casos ‘acorralada’, y en otras vistas levantándose ella misma como los estandartes de la justicia y el orden (cuando muchos precisamente pensamos todo lo contrario de esta institución).

¿Contenidos para tratar de mejorar la imagen de los ‘aguacates’ que de por cierto siempre está alicaída? ¿Una ‘jugada’ de la Alcaldía del más que mediocre Armitage como burgomaestre con la intención de terminar unos miserables puntos más arriba en la percepción de favorabilidad? ¿Una demostración de lo manipulables que verdaderamente somos como habitantes de Santiago de Cali?...

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