Los secretos de Pekerman

por Heráclito

Dieciséis años son mucho tiempo, pero una generación de oro y un estratega brillante hicieron posible el regreso de Colombia a un mundial de fútbol y no por la puerta del repechaje que fue nuestra única esperanza en los tres mundiales pasados junto con las matemáticas y la suerte, sino con autoridad y firmeza, en forma directa y es posible que en segundo lugar si se triunfa ante Paraguay en el último partido.

Pero no es simplemente suerte, un plantel de buenos jugadores o talento. Detrás hay un trabajo arduo de un equipo de profesionales al mando de Pekerman que analizan al centímetro a los rivales en busca de sus fortalezas y debilidades, de un seguimiento prolijo de nuestros jugadores a través del mundo, de la elaboración de las consiguientes tácticas para jugar cada partido y de las tareas precisas que le corresponden a cada jugador.

Pero como si se tratara de una película de misterio, todo esto se guarda en un riguroso secreto. No hay que darle armas a los rivales, sentencia Pekerman y de ahí que la francachela y la comilona que había con anteriores técnicos en donde los periodistas sabían al detalle todo lo que ocurría en las concentraciones, pasó a la historia. Hoy nadie sabe qué ocurre tras bambalinas, pero algo se ha filtrado a los medios.

Dicen que el arma del siglo XXI es la información. Nada distinto se predicó hace muchos siglos con el proverbio chino: “Conocer un problema es empezar a resolverlo” y este es el dogma de Pekerman y su equipo, conocer al rival al dedillo. De ahí que en las épocas de receso, en el búnker que tienen en las cercanías del Parque de la 93 en Bogotá, se reúne con sus tres asistentes Néstor Lorenzo, Pablo Garabello y Patricio Camps, y el secretario técnico, Gabriel Wainer.

En jornadas diarias de doce horas ven fútbol en varias pantallas de TV con dos objetivos: seguirle el paso al fútbol mundial y a los jugadores colombianos donde quiera que jueguen, analizando debilidades y fortalezas para luego planificar los futuros encuentros. Tan riguroso es su examen que, incluso, analizan partidos específicos de los jugadores colombianos con sus fallas y aciertos que luego se los muestran individualmente para que corrijan o potencien lo que se necesita.

Una pieza fundamental de este equipo es Gabriel Wainer que ha trabajado con Bielsa y el “Tata” Martino, al punto de que se rumora que una vez terminada la eliminatoria podría irse para el Barcelona. Su trabajo es viajar mucho y tener la información de los colombianos y de cada uno de los integrantes de los equiposrivalescon meses de anticipación, tanto que hasta sabe de sus problemas personales. Toda esta valiosa información se la entrega clasificada al cuerpo técnico con sus recomendaciones.

Tan completa es la información, se dice, que el llamado a la selección de Santiago Arias y de Edwin Valencia no fueel fruto del momento sino de un seguimiento paciente de un año atrás. De ahí que cada jugador que llega a la selección tiene su dossier detallado al milímetro que refleja tal seguimiento continuo, al punto de situarse con precisión en el ajedrez que se monta para cada partido. De ahí que los cambios durante el encuentro, junto con las variaciones tácticas, ya están previstos para ajustar el esquema cuando presente fallas.

En las concentraciones también hay otra de las claves. Todo está planificado, al extremo de que un día antes de la llegada de los jugadores, Pekerman y sus colaboradores se cuidan de que todo esté perfecto, de que cuando lleguen los jugadores no les falte nada, que tengan lo mejor de lo mejor y toda la tranquilidad del caso, sin animaciones vociferantes o algarabía, prefiriéndose el diálogo y las instrucciones precisas y claras y aunque los videos son parte esencial de las charlas con los jugadores, jamás los prolongan por más de 20 o 30 minutos pues saben que después de ese tiempo el jugador se cansa y pierde la concentración.

Se dice que uno de los pilares de Pekerman es la estabilidad emocional de los jugadores del cual se encarga Marcelo Roffé, experto en psicología aplicada al deporte, que acompaña a Pekerman desde la época de las selecciones juveniles argentinas que alcanzaron tres títulos mundiales potenciar la confianza de los jugadores, la mentalidad, el enfoque de los objetivos, la visualización de metas a corto mediano y largo plazo. No son charlas de superación personal, de psicología de supermercado o de jueguitos de fin de semana, sino una adecuación seria y profesional a la medida de cada jugador.

Ahora bien, las prácticas no tienen secretos esotéricos sino organización, donde cada miembro del cuerpo técnico sabe qué hacer y con quién. Así, mientras Pekerman observa y tan solo dialoga con jugadores específicos dándoles las razones del por qué juegan o no, Camps entrena a los atacantes, Néstor Lorenzo a la línea defensiva y Garabello a los volantes, quien, además, se encarga de preparar a los rivales de los amistosos, viajando semanas antes a examinarlos para que los jugaores sepan a qué atenerse cuando los enfrenten.

Cuando las sesiones de práctica son privadas la tecnología manda la parada con tres tipos de software para el trabajo físico, médico y técnico que arrojan datos en tiempo real de los movimientos y las condiciones de cada jugador, previniendo incluso futuras lesiones. Y en los entretiempos, cuyo secreto es el mejor guardado, se conoce que se trabaja a los futbolistas con fisioterapia y a Pekerman le llega un informe estadístico del rendimiento de cada uno, lo que les sirve al cuerpo técnico para las instrucciones y los correctivos correspondientes, con instrucciones sencillas a los jugadores para ponerlos en práctica.

En resumen, en la era Pekerman nada se deja al azar, todo se planifica al detalle y se prepara para los imprevistos que nunca han de faltar.No se puede conseguir todo, pero al menos sí la mayor parte.