¿Una nueva estrella de cristal?

Nuri Sahin estará otros dos meses de baja. El turco pasará, en el mejor de los casos, medio año alejado de los terrenos de juego. No es la primera vez que un jugador recién fichado por el Real Madrid se enfrenta a un largo rosario de lesiones. Ésta es la historia de un club al que nadie quiere pertenecer: el de los eternos lesionados.

En la historia moderna, este club lo inauguró Robert Prosinecki. El croata fue una obsesión para Ramón Mendoza, que invirtió 2.500 millones de pesetas -de 1991- en el jugador que, según su plan, haría del Madrid campeón de la Europa. 'Prosi' ya había logrado con el Estrella Roja lo que a la Quinta se le resistía año tras año.

Sin embargo, Prosinecki apenas jugó con el Madrid. En su primera temporada -tres partidos y gol, de libre directo, su especialidad, ante el Barça- encadenó lesión tras lesión, todas de naturaleza muscular. Los médicos del Madrid le cambiaron la dieta, la dentadura y hasta la forma de andar y correr. El jugador se sometió a todo tipo de pruebas, pero ninguna ofreció un diagnóstico sobre su fragilidad, así que se buscó una explicación psíquica: el estrés de jugar en el Madrid estaba acabando con él. Puede que así fuera: en el Oviedo, con menos presión, ofreció su prestación más sólida en España. Pero, cuando el Barcelona, por petición expresa de Johan Cruyff, le reclutó, regresaron las lesiones musculares.

Con todo, Prosinecki jugó 60 partidos en tres temporadas con el Madrid. Unos números que jamás pudo soñar Jonathan Woodgate. Como Sahin y Altintop, el defensa inglés llegó al Bernabéu ya lesionado. En principio, para unas semanas, que luego se convirtieron en unos meses y, al final, en una temporada completa. Así, debutó con el Madrid un año después de su llegada, en un partido de Liga ante el Athletic. En qué momento: hizo un gol en propia meta y fue expulsado.

Pese a ello, Woodgate, que costó en torno a los 20 millones de euros, disfrutó de cierta continuidad en esa segunda temporada. Jugó 12 partidos -hizo su único gol de blanco en un encuentro de Champions ante el Rosenborg-, hasta que se volvió a lesionar. Un problema de espalda le obligó a pasar por el quirófano y arruinó sus opciones de viajar con Inglaterra al Mundial de Alemania 2006. También puso fin a su carrera en el Madrid, que decidió cederlo al Middlesborough. En su primera temporada jugó 36 partidos, pero luego volvió la pesadilla. La pasada temporada, ya en los Spurs, jugó sólo un partido. Soñaba con medirse al Madrid en Champions, pero... se lesionó.

El último caso de crack propenso a las lesiones es el de Arjen Robben, que llegó al Real Madrid en 2007 a cambio de 36 millones de euros. El holandés ya venía precedido de una fama de jugador de cristal que se confirmó en Chamartín, donde sufrió la friolera de nueve lesiones, todas ellas de carácter muscular, en menos de dos años. Como Woodgate, hizo una extraordinaria primera temporada tras ser traspasado al Bayern a cambio de 25 kilos, pero llegó entre algodones al Mundial y, tras la cita en Sudáfrica, una nueva lesión muscular mal curada privó al club bávaro de su concurso durante varios meses.