Especial Argentina-España: De patadas, frustraciones y refundación

Especial Argentina-España: De patadas, frustraciones y refundación

El antecedente inmediato de un enfrentamiento directo entre argentino y españoles se saldó con baile y victoria de La Roja. Aquella noche en el Vicente Calderón, los del entonces calienta-banquillos Diego Maradona, se dedicaron a pegar y poco más. ¿Se repetirá la historia en Buenos Aires?





David Villa y Gabriel Heinze luchan por el balón durante el amistoso España-Argentina disputado en el Vicente Calderón, de Madrid



Eran otros tiempos, pero hasta que no experimentemos con nuestros sentidos lo que se vivirá el próximo martes en el Monumental de Buenos Aires, sólo podemos coger aquella noche del Vicente Calderón como prueba palpable de una selección, la argentina, frustrada por el baile que le estaba infringiendo España, posteriormente campeona del mundo.

Es de recibo asegurar que, para los albicelestes no hay partidos en donde no meter la pierna. Siempre han jugado fuerte, al límite del reglamento pero haciendo alarde de una técnica sublime y de una competitividad extraordinaria. Pensar que antes de la Euro 2008, Luis Aragonés los ponía de ejemplo y ahora, Sergio Batista y Esteban Cambiasso dan vuelta la tortilla y hablan de España como modelo a imitar.
Sin embargo, estamos seguros que la carga de resentimiento deportivo por no ser campeones desde 1986 y no haber pasado de cuartos de final desde 1990, hará que Argentina, con su impresionante público, quiera hacer sentir el rigor de la pierna a los españoles quienes, por el contrario, van liberados de presiones y con la mente puesta en ser protagonistas de una fiesta y en volver a casa para jugar la segunda jornada liguera, en la mayoría de los casos.
Recordando el amistoso del Calderón, con un Maradona gesticulando pero sin decir nada, podemos asegurar que España tejió, aquella noche, un entramado del mejor nivel futbolístico posible. Pudo golear pero venció por la mínima con un 2-1 que no refleja la verdadera diferencia de los dos combinados, por entonces.
En el Monumental, con Sergio Batista al frente, esperamos ver otro tipo de equipo: aguerrido sí, en formación también, pero con una idea de conjunto más clara, con las líneas bien compactas y con una delantera de temer. Lionel Messi será el abanderado del tridente ofensivo a la espera de la recuperación de Juan Román Riquelme para que el equipo vuelva a pensar en una zona del campo donde gestionar la pelota con jerarquía es sinónimo de éxito.
Por ahora, Argentina no lo tiene. Por tanto, la versión con la que se enfrentará España será apenas un bosquejo. El producto definitivo llevará algo más de tiempo pero volverá a su camino de victorias y escuela balompédica. Eso sí, siempre y cuando a Sergio Batista le permitan trabajar y no ser un mero profiláctico K, tal y como resultó Maradona, para su vergüenza y la de más gente de bien.
Si en Argentina vuelve la cordura y se ordena la casa futbolística, en pocos meses habrá un gran equipo. La otra, la social, nos tememos que durará un par de generaciones en recomponerse, si lo hace.