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Ser un jugador experimentado en una Copa Mundial Sub-20 de la FIFA es algo relativo. Hay algunos que de hecho ya se aventuran en campeonatos de primera línea y están acostumbrados a disputar clásicos nacionales. Hay otros, en cambio, que poseen mucho menos bagaje pero saben asumir sus responsabilidades sobre el terreno de juego. Este es el caso del guardameta Stefan Marinovic, que por actuar desde hace tres años en el modesto Wehen de la tercera división de Alemania llega a Colombia como uno de los "veteranos" y líderes de la selección de Nueva Zelanda. Marinovic no es que tenga una trayectoria espectacular, pero en una selección compuesta en su mayoría por futbolistas que juegan en la aún modesta liga nacional, su currículo sobresale entre todos. "Jugar en Europa, aunque sea en la tercera división de Alemania, ha sido una experiencia valiosa. Es algo que me da mucha confianza de cara al futuro", explica el portero a FIFA.com. Y así se puso de manifiesto en la apertura del telón contra Camerún. "Un líder nato"
Además de destacar por sus espléndidas paradas (detuvo el penal de Christ Mbondi aunque no pudo impedir que el lanzador marcase tras su rechace el gol camerunés) el guardameta de 1,90 metros de estatura fue uno de los responsables de la organización de la defensa junto al capitán Nick Branch, una función que desempeña con asiduidad tanto en los entrenamientos como en los partidos del combinado nacional. "El portero necesita ser un líder nato, necesita dar instrucciones porque tiene una perspectiva diferente del juego", señala. "Yo siempre lo hago y me alegra constatar que algunos de mis retoques se ponen en práctica durante los partidos. Aprendí a hacer eso jugando fuera, y los demás jugadores acaban reconociendo su utilidad". Su relativa experiencia sumada a su fuerte personalidad son factores que definitivamente ayudaron al arquero a imponerse en el seno del equipo. En el estreno, él supo mejor que nadie interactuar con la hinchada con gestos y peticiones de apoyo, y fue asimismo uno de los que al final del duelo se paseó por el campo con una curiosa pancarta de agradecimiento al público de Cali. Fue una jugada de marketing calculada por él y por sus compañeros con la cual esperan recolectar frutos en los siguientes compromisos. "Ya teníamos en mente salir con la pancarta por el campo al final del encuentro. Pero está claro que si hubiéramos perdido, no habríamos hecho eso. Creo que fue una combinación de euforia por el resultado y de agradecimiento a la grada, que fue realmente fantástica", sostiene. "Sabemos que es bueno tener al público a tu favor. Basta fijarse en lo que sucedió con Colombia, que cayó en desventaja en el marcador y le dio la vuelta para acabar ganando por 4-1; ahí se vio el poder de la hinchada. Y por eso digo que, si les gustamos, nos van a ayudar. Principalmente contra Uruguay, que es uno de sus rivales regionales", agrega con una mueca traviesa. Mayor, pero no tanto Aunque como hemos visto ya traía en la cabeza algunas tácticas para conquistar el respaldo de la afición en Cali, Marinovic también vivió en el estreno del campeonato una situación nueva, igualmente relacionada con el público. Acostumbrado a jugar en la tercera división de Alemania, el portero no había sido nunca uno de los protagonistas en un estadio tan lleno. Ni él ni la mayoría de sus compañeros. De ahí el nerviosismo y la esperanza de que las cosas mejoren cuando las mariposas de las tripas desaparezcan. "Era la primera vez que jugaba ante 35.000 personas y ha sido muy divertido. De nuestro equipo, creo que solo uno o dos jugadores habían pasado por algo así en el último Mundial Sub-17. La mayoría ha actuado en estadios con un máximo de 10.000 u 11.000 espectadores, y por eso fue una experiencia tan impactante", nos cuenta. "Esta claro que estuvimos nerviosos, no lo podemos negar. Pero creo que, después de este estreno, vamos a atrevernos a arriesgar más. El grupo está abierto y el próximo partido contra los uruguayos será decisivo", analiza. Pero, al mismo tiempo que derrocha autoconfianza a la hora de dar instrucciones a sus compañeros y en sus arengas a los seguidores, Marinovic presenta algunos rasgos de principiante. En Colombia, el meta es el único miembro de la delegación neozelandesa que ha venido con su familia al hotel donde se hospeda. Así las cosas, fuera del campo los papeles se invierten y es él quien pasa a recibir el apoyo del padre, de la madre y de sus demás allegados. "Ellos me ayudan mucho desde que comencé mi carrera, y quisieron estar presentes aquí", explica con un ligero sonrojo. Poco importa cómo el número uno pasa su tiempo libre en el torneo. Para los Kiwis, lo que cuenta es que Marinovic siga contribuyendo con sus artes al progreso del equipo.
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