DeNunCianDo - Bosnia - Herzegovina: el fútbol después del horror

Bosnia - Herzegovina: el fútbol después del horror

Será el primer rival de la Argentina en el Mundial y el único debutante en Brasil 2014. Su seleccionado es el de un país aun hoy atravesado por fuertes divisiones, y nació tras los golpes de la Guerra de la ex Yugoslavia.

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Sarajevo, de repente, es una fiesta que se muestra al mundo. En sus calles, la gente grita, los ruidos de los fuegos artificiales son una felicidad que ya no asusta. Hay gorros, hay banderas, hay vinchas. Los canales de televisión reproducen la escena por los mismos rincones que antes recibían retratos del conflicto más hostil desde los tiempos de la Segunda Guerra. Hace casi nada que Bosnia - Herzegovina le ganó 1-0 a Lituania y se clasificó para la Copa del Mundo por primera vez en su corta vida. El fotógrafo Elvis Barukcic, de la agencia AFP, retrata a una adolescente que sonríe sobre los hombros de un adulto. No hace falta conocerla para suponerlo con un enorme margen de certeza: ella es musulmana. Sucede que en este territorio multiétnico, el triunfo del seleccionado no representa a todos. Los serbios de Bosnia -cristianos ortodoxos en amplísima mayoría- y los croatas de Bosnia -católicos en amplísima mayoría- prefieren las victorias de sus países de origen. Incluso a pesar de que el seleccionado que será rival de la Argentina en Brasil 2014 esté compuesto por algunos pares de ellos. De algún modo, son los retazos silenciosos de una enfrentamiento que lastimó a todos.

Hubo otro momento en el que Bosnia compitió con la Argentina. En la edición 2002 de los Premios Oscar, la película bosnia No Man's Land (Tierra de Nadie) fue un precioso asombro: les ganó a las dos principales candidatas, la francesa Amelie y la argentina El hijo de la novia. El film le ponía comedia a la tragedia y desnudaba las penosas contradicciones de la Guerra de Bosnia, en el contexto del desmembramiento de Yugoslavia. Ciki y Nino, soldados de bandos diferentes, se encuentran atrapados en territorios ajenos. Un sargento de los cascos azules de la ONU procura ayudarlos más allá del protocolo. Lo que parecía una anécdota se transforma en un show mediático para todo el mundo. En medio de la tensión, los dos soldados entienden toda la locura de la guerra. Queda una impresión: Ciki y Nino nunca hablan de fùtbol en la película, pero seguro hubieran festejado juntos y abrazados ese triunfo contra Lituania.

Tras la clasificación, en Sarajevo se fueron a dormir soñando despiertos. A la mañana siguiente los noticieros de radio y de televisión contaban que era cierto. El papel también retrataba la hazaña deportiva. "La selección ha cumplido el sueño de los bosnios. ¡Vamos a Brasil!", titulaba en su tapa el principal diario de la ciudad, Dnevni Avaz. "Guiados por Safet Susic, nuestros héroes llenaron de alegría a cada bosnio y consiguieron una hazaña que nos hace sentir orgullosos como nunca antes", agregaba. El Susic de la portada, el entrenador, nació en Zavidovići, uno de los territorios más devastados por las guerras internas del desmembramiento. Cuentan que era un crack: la revista France Football lo eligió en 2010 como el mejor futbolista de la historia del Paris Saint Germain, delante de Ronaldinho, Carlos Bianchi y George Weah; y en 2004, la UEFA lo consagró como el mejor jugador bosnio de todos los tiempos. Hoy Susic es el padre de un seleccionado armado como un rompecabezas, casi a modo de metáfora nacional.

Lo contó el periodista Rusmir Smajilhodzic desde el lugar de los hechos: "En el momento en el que Bosnia se jugaba su clasificación mundialista, la televisión pública de los serbios de Bosnia (RTRS) transmitía otro partido de las Eliminatorias, Serbia-Macedonia. La clasificación del equipo bosnio fue mencionada en la página web de la RTRS en un breve factual, sin mencionar las celebraciones". Con los croatas de Bosnia sucedió algo similar en simultáneo: estaban más preocupados por lo que le pasaba al equipo de Mandzukic y compañía ante Escocia, en Glasgow, que por la clasificación del seleccionado de Susic.

Más allá de ese escenario complicado, el equipo nacional de Bosnia fue una de las grandes revelaciones de las Eliminatorias. Y se armó sin temerle a la heterogeneidad de sus integrantes. El caso del capitán Emir Spahic, marcador central del Bayer Leverkusen, es -quizá- el más emblemático: su padre es montenegrino, su madre es bosnia y él nació en Dubrovnik, territorio croata. Pero no sólo eso: es primo hermano del delantero Edin Dzeko. Quizá también por eso no son pocos los que sostienen que una de las claves del éxito es que, de algún modo, este plantel es una gran familia. A pesar de todo. El caso del subcapitán también representa al Equipo del Arco Iris: el mediocampista Zvjezdan Misimović es hijo de serbios de Bosnia, nació en Munich en tiempos en los que el Muro partía a Alemania en dos y está casado con una macedonia. Otro detalle sobre la misma cuestión: ninguno de los futbolistas titulares ni de los convocados frecuentemente juega en la Liga bosnia.

Más allá de dificultades ajenas al campo de juego, el paso por el Grupo G fue un auténtico lujo. El equipo obtuvo 25 puntos de 30 posibles: ocho victorias (cinco de ellas con goleada), un empate y una derrota (0-1 ante Eslovaquia, de local). Marcó 24 tantos y recibió seis. Gracias a ese estupendo recorrido, en el último agosto, alcanzó su mejor ubicación histórica en el ranking de la FIFA: decimotercero. Hoy, casi dos décadas después de su estreno oficial (en noviembre de 1995, 0-2 ante Albania), se ubica en el puesto 19. Un creciemiento impresionante considerando que en 1996 llegó a estar entre los peores del mundo, en el lugar 173. El 15 de junio de 2014, luego de tropiezos, reconstrucciones y milagros, este seleccionado disputará el partido más importante de su vida breve: en el Maracaná, debutará en el Mundial de Brasil ante la Argentina de Messi.

Hay un personaje clave que facilitó el crecimiento: se trata de su gran figura, el goleador Dzeko. Su promedio de gol en el equipo nacional lo cuenta: marcó 33 tantos en 59 encuentros. También muestra su dimensión el recorrido por las grandes Ligas: jugó en Alemania para el Wolfsburgo y desde 2010 se destaca en el Manchester City. En ambos lugares salió campeón. Pero sobre todo su historia lo define: en los días de la niñez, Edin entendió que el horror sonaba y despertaba con sus ruidos. En Sarajevo, territorio de desintegración y de dolores cotidianos, las bombas resultaban una presencia hostil y frecuente. La Guerra de los Balcanes fue esa guerra que no le resultaba propia, pero que sus oídos registraron para siempre. Una de esas bombas destruyó su hogar. Se quedó sin casa. Y se tuvo que ir a vivir con sus abuelos, apretado con otras catorce personas en menos de 40 metros cuadrados. Alrededor de él, todos los días o casi todos, se morían conocidos, amigos, familiares y gente que, por su edad, le acariciaba la cabeza diciendo dos palabras: "Suerte, niño". Casi dos décadas después, la suerte tiene otro significado.