Clamor de paz...

Mañana soleada, caras medianamente felices, rostros largos y decenas de rostros ilegibles. Una mancha blanca se desbordaba através del parque del libertador de las Americas. Caminantes curiosos, almas con tristeza y gestos que se confundian en el olor del dolor profundo. Un sagrado rito, elevaba voces clamorosas, que buscaban redención al cielo. El mismo cielo de los asesinos, el de los insurgentes, el de los paganos, el de los ateos, el de los santos, el del vaticano, el unico cielo donde van todos los suspiros desesperados.
Un andar de vuelta a los confines, una marcha lenta y cargada de emociones encontradas, un solo paso por la vida, esa que perdemos en el momento menos indicado, a manos de cualquier ideal desangrado. Voces que reclamaban la paz, voces que lloraban victimas, voces que se emocionaban por sentir estar haciendo algo en contra de la nunca antes bien ponderada guerra.
El ardor de las almas se conjugaba al unisono, mientras el viento se llevaba cualquier sugerencia de cambio. Ese viento sagaz, manipulado por aquellos incautos navegantes que dirigen nuestra politica, aquellos bufones que hacen banquetes con la piedad del pueblo, aquellos mismos que se acuestan en sus lechos de seda, mientras afuera en las montañas se libra una guerra, sin sentido, una guerra en un país que desfallece ante tanta riqueza, un país que se ve retado por cada fusil empuñado, por cada bala que atraviesa los corazones de miles de Colombianos.
La voz se calló, y al final cada alma volvió a su casa, con la sensación de que nada había cambiado, y que se seguia regando la misma sangre atraves del país. Pero nuestras voces se escucharon y se seguiran escuchando por mucho tiempo más, para así aturdir los oidos corruptos que nos dirigen y apagar por siempre los cañoñes encendidos que despedazan nuestra patria.