Futuro de Urabá y revaluación
A los exportadores, en especial los de banano, no les cuadran las cuentas para poder sobrevivir en medio de las pérdidas que les genera su peor enemigo: la revaluación. En juego está el trabajo de miles de personas.
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Publicado el 29 de septiembre de 2010
Al parecer, las medidas para frenar la revaluación, convertida en el enemigo número uno de las exportaciones, en especial del banano, van a ser tomadas extemporáneamente, cuando ya no tengamos oportunidad de recuperación.
Logramos ser competitivos, luchando contra todo tipo de dificultades, invirtiendo todos nuestros ahorros de épocas pasadas en las plantaciones, creyendo que podíamos tener futuro creando empleos, facilitando reconciliaciones, combatiendo las plagas del banano, sufriendo las consecuencias de huracanes e inundaciones en nuestros cultivos, conciliando con los sindicatos, asumiendo responsabilidades del gobierno en el tema de acoger en las fincas a casi todos los reinsertados vinieren de donde vinieren, bien fuera de la guerrilla, de los paramilitares o incluso de la delincuencia común.
¡Qué difícil fue tomar por este camino!, pero más difícil fue asumir los costos de todo lo anteriormente descrito, sumándole el problema del monstruo más aplastante para nosotros: "la revaluación más alta del planeta".
Increíble, pero cierto. Somos el país más revaluado del mundo, y si este indicador obedeciera a una fortaleza en nuestra economía por encima de todos los demás países del mundo, lo tendríamos que aceptar y hasta aprovecharíamos un peso fuerte para comprar y comprar empresas, pero en otros países, sin atentar contra nuestra estabilidad en el empleo local, siempre y cuando, la locomotora de la inversión estatal y privada mantuviera su dinámica.
No nos digamos mentiras. No somos ese país de maravilla. Es claro que estamos progresando en materia de atraer inversionistas de todos los lados y hay que reconocer que no todos son especulativos, pero lamentablemente en un alto porcentaje no aportan mucho en materia de empleo.
¿Es la minería intensiva en mano de obra? ¿Será que las petroleras asumirán los miles de empleos que se perderán en el sector bananero, floricultor, calzado, confecciones, cafetero? En fin? No todas las empresas alcanzan a tener las coberturas naturales al importar sus materias primas compradas con un peso fuerte, neutralizando el efecto revaluacionista en sus balances; contrariamente, en los sectores agrícolas con espíritu exportador no se tienen los beneficios de esta importación barata como paliativo de nuestro enemigo: la revaluación.
Como a veces los argumentos teóricos se quedan sin demostración en la realidad, cito como ejemplo las cifras simplificadas en un sector como el bananero para que cualquier lector lego en negocios o las finanzas lo pueda asimilar y comprender, pero al mismo tiempo podría retar a cualquier experto a que contradiga o demerite estos datos: Ingreso pesos por caja de banano en 2003: US$4,50 convertidos a un dólar de $2.778= $12.501 por caja exportada. Ingreso por caja de banano exportada en 2010: US$5,56 convertidos a un dólar de $1.795= $9.980 por caja exportada.
Como puede observarse no se toma como referencia el dólar cuando llegó casi a tocar los $3.000, sino el de 2003 equivalente a $2.778.
La debacle en nuestros balances se da cuando tenemos que sumar unos costos que en siete años rondan 77% de incremento, que antes los contrarrestábamos con un mayor precio de venta o contra devaluación. Hoy es al contrario: a los costos incrementados en un 77% hay que sumarle la revaluación, que promediada durante los mismos siete años, ronda el 54%.
Si sumamos estos dos indicadores, tenemos la escandalosa cifra de 131%, para combatirla contra un incremento en la caja, que sólo alcanza a ser de 24%.
Se preguntará el lector ¿Cómo ha logrado entonces sobrevivir en los últimos siete años el sector con un déficit de ingresos del 107%? Con optimización de productividad, inversión con recursos propios, endeudamiento y lo más doloroso, sacrificando márgenes que antes eran decentes. Hoy se trabaja sin utilidades o a pérdida, a la espera de que cada gobierno entienda que el sostenimiento y la viabilidad de una región como Urabá no puede depender exclusivamente del sector privado. La responsabilidad social es de todos y el desarrollo de las regiones tiene que ir de la mano del Estado.
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