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**.:KuN:.** 16-07-2012 18:24:13

El juguete del plutócrata
 
El juguete del plutócrata
El multimillonario ruso Roman Abramovich se da todos los gustos, especialmente con su club de fútbol, el Chelsea.


El último acto de la obra "Chelsea campeón de Europa" se completó cuando Didier Drogba convirtió el penal decisivo de la serie contra Bayern Munich, el pasado 19 de mayo. El primer acto no lo representó, sin embargo, ese partido, ni las dramáticas semifinales contra Barcelona. Tampoco lo fue, mucho más atrás en el tiempo, la compra del club por el multimillonario ruso Roman Abramovich en 2003. Ni siquiera el día que el plutócrata se entusiasmó con un partido en Londres y decidió darse el gusto de tener un equipo de fútbol propio.

Chelsea comenzó a ganar la Champions League hace 20 años, cuando el entonces presidente ruso Boris Yeltsin lanzó su plan de privatización del vasto ******o estatal de la desaparecida Unión Soviética. El programa fue rápido y radical; según muchos observadores, estuvo plagado de irregularidades. De esa forma, un puñado de inversores -estrechamente vinculados con el poder- se quedó con empresas petroleras, industriales y de comunicaciones a precios de saldo. Fue el origen de los llamados oligarcas rusos, un centenar de personas que de golpe se convirtieron en multimillonarios.

En 1991, Abramovich tal vez ni siquiera supiera de la existencia de un equipo de Londres llamado Chelsea. Seguramente, al joven no le daba el tiempo para seguir el fútbol internacional, demasiado atareado en su trabajo como soldador y algunos negocios laterales que emprendía con buen olfato. Huérfano de padre y madre desde muy niño, había vivido con un tío y luego con sus abuelos en diferentes ciudades de la entonces URSS.


Un día, a los 29 años, se asoció con Boris Beresovsky -asesor de Yeltsin- para comprar la petrolera estatal Sibneft por apenas 110 millones de dólares (además, prestados), cuando la compañía estaba valorada en 2.600 millones, según el diario británico The Guardian. Dos años más tarde, ya tenía una parte de la empresa de televisión rusa y era socio de la fábrica de aviones Aeroflot, a lo cual añadió poco después la firma OAO, el tercer productor mundial de aluminio. Seguir la pista de sus inversiones posteriores resulta difícil, pues compró y vendió acciones por todos lados. Las estimaciones sobre su fortuna personal varían entre los 12.000 y los 15.000 millones de dólares.

"Nunca le preguntes a un nuevo rico cómo ganó el primer millón de dólares. Esta es una norma de cortesía impuesta en los clubes financieros y en las reuniones de alta sociedad para evitar que el salón se llene de ratas y comiencen a salir cadáveres de los armarios al servir las copas. No un millón, sino 1.000 millones le cayeron encima en la primera palada al ruso Roman Abramovich de la noche a la mañana, un enigma no descifrado todavía", escribió Manuel Vicent en El País de Madrid.

"La telaraña de propiedades de Abramovich es muy compleja. Sus compañías están dentro de empresas que a su vez están dentro de otras firmas. Hoy sus intereses se concentran en una compañía llamada Millhouse, registrada en el Reino Unido", informa en tanto The Guardian.

A diferencia de otros oligarcas, Abramovich se mantuvo discretamente al margen de la intrincada política interna rusa. Llegó a ser diputado de la Duma (parlamento) y luego gobernador de Chukotka, una remota región oriental del país, cargo que dejó en 2008. Pero este pasaje por un gobierno local puede interpretarse como una devolución de favores. De cualquier forma, se asegura que pagó de su bolsillo importantes ayudas a la zona. Ahora es uno de los "benefactores" de la organización por parte de su país de la Copa del Mundo 2018. Dicen que lo sugirió el hombre fuerte ruso, Vladimir Putin, con este comentario: "Que afloje los bolsillos, no le pasará nada. Tiene mucho dinero".

CAPRICHOS. Otro motivo de fama de los oligarcas rusos es que no escatiman gastos para atender sus caprichos. Famosos artistas internacionales suelen animar sus cumpleaños, especialmente contratados por un millón de dólares o más.

En el caso de Abramovich, la lista de antojos es extensa. Es aficionado a los yates: tiene cinco. El mayor, bautizado Eclipse, costó 1.200 millones de dólares y mide 170 metros de eslora, por lo que no entra en muchos puertos deportivos. También está equipado con un mini submarino y un sistema antimisiles. Luego de dos divorcios, está de novio con Daria Zhukova. Como ella quiso abrir una galería de arte en Moscú, él le compró pinturas de Lucian Freud y Francis Bacon por 120 millones de dólares. Para sus traslados por aire posee un Boeing 767 y un Airbus A340; por tierra viaja en limusinas (tiene dos blindadas, que costaron un millón y medio de dólares cada una) y en algún coche de la colección de modelos Ferrari, Porsche, Bugatti y Rolls Royce. Su principal residencia está en Moscú, pero hace poco compró todo el edificio donde ya tenía su apartamento en Londres. También tiene casas en el Caribe y Aspen.

EL FÚTBOL. El gran juguete de Abramovich, sin embargo, es el fútbol. Un día le gustó el ambiente de un partido en Londres (algunos dicen que jugaba el Manchester United, otros que era el Real Madrid) y decidió comprarse un equipo. El elegido resultó el Chelsea. Nunca fue de los más populares ni exitosos de Gran Bretaña, aunque tenía cierta reputación por ser vecino al barrio del mismo nombre, uno de los más distinguidos de Londres, residencia de artistas en el pasado y de famosos en el presente. En las décadas de 1970 y 1980 el club había atravesado duras crisis económicas y tenía hinchas tan bravos que el alambrado que rodeaba la cancha estaba electrificado.

Entre el pago a los antiguos dueños y la cobertura de las deudas, el ruso desembolsó 180 millones de dólares. Y hasta hoy sigue firmando cheques para reforzarlo por una cifra que se estima en 700 millones. Su gran objetivo era ganar la Champions League, sueño cuya concreción se postergó hasta 2012, pese a invertir unos 100 millones cada año en la contratación de cracks y los entrenadores más cotizados. Y aunque su ambición era montar un equipo- espectáculo, tuvo que aceptar estrategias tacañas y defensivas para alcanzar el éxito.

Con el trofeo en el club (¿o estará en su casa?), Abramovich no descansa. Cuando Pep Guardiola anunció su partida del Barcelona, se lo quiso llevar a Londres y para hacer más jugosa la oferta pretendió también a Lionel Messi, una jugada por la cual estaba dispuesto a soltar 325 millones de dólares. Como no se concretó, ahora está detrás del colombiano Radamel Falcao, la estrella emergente en Europa, por el cual pagaría 80 millones. ¿Quién dice que la carrera de soldador no tiene futuro?

LOGROS Y PLANES
Tiene la copa, ahora le falta el estadio
Roman Abramovich ya tiene su trofeo de la Champions League en la vitrina, pero le falta el estadio nuevo para el Chelsea. Sí, hasta para el bolsillo más generoso siempre hay cosas que parecen inaccesibles. La semana pasada se supo que un consorcio de origen malayo se había quedado con la vieja central eléctrica de Battersea, toda una estampa de Londres con sus cuatro chimeneas junto al Támesis. La planta, construida en 1930 e inactiva desde 1983, salió a la venta hace tiempo con una cotización superior a los 600 millones de dólares y la condición de que se respetara su estructura. Abramovich vio una oportunidad para colocar allí el nuevo escenario del Chelsea, para lo cual pensaba en un recinto para 60.000 espectadores sentados y un diseño "revolucionario" entre las cuatro chimeneas, pero su oferta terminó siendo rechazada por los administradores del complejo, la firma Ernst & Young. No se informó el monto de su propuesta.

Los malayos piensan instalar un centro de convenciones y complejos residenciales en un área de rápida valorización inmobiliaria. Hace tiempo que el millonario ruso quiere mudarse del tradicional estadio del club, Stamford Bridge, que quedó chico, pues su capacidad está limitada a 42.000 personas. La idea es contar con tribunas más grandes para poder competir también en recaudaciones con los colosos del fútbol inglés, como Manchester United, Liverpool o Arsenal. De paso, vendería los terrenos de Stamford Bridge, enclavados en una cotizada zona de Londres.

Sin embargo, hay un impedimento por ahora poderoso: el ruso será dueño del equipo, pero no de su estadio. Desde 1997, la cancha pertenece a la "Chelsea Pitch Owners", es decir, "Propietarios del campo del Chelsea", una sociedad sin fines de lucro creada por hinchas del club que aprovecharon un momento de dificultades económicas de la institución para comprarlo y evitar así que alguna directiva decidiera venderlo en el futuro. En aquel momento nadie pensaba que un millonario ruso se iba a quedar con las acciones del Chelsea. Abramovich necesita el respaldo del 75% de los miembros de la sociedad para poder vender el estadio. Ya lo intentó en 2011, pero sólo 61% aprobó la operación. Tendrá que insistir: empecinamiento y dinero seguro que no le faltan.

Pip3_Gomez 16-07-2012 18:49:33

Respuesta: El juguete del plutócrata
 
Que marica mas largo! un yate de 1200 millones de dolares rekieto!!!

SlayerSlave 16-07-2012 20:28:25

Respuesta: El juguete del plutócrata
 
noooo le boto 120 millones de dolares a esa flakuchenta fea....no hay derecho

EricCartman 16-07-2012 20:51:56

Respuesta: El juguete del plutócrata
 
:K:K:K ...Tanta plata.....Tantas putas para alquilar...:K:K:K


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