Buscando sacar ventaja sobre sus enemigos, los espías británicos no agotaron recursos y utilizaron todo lo que la naturaleza les había dado para hacerlo.

Según lo reporta el diario The Telegraph, los espías ingleses utilizaron el semen, durante la Primera Guerra Mundial, para escribir cartas extremadamente secretas para comunicarse en su organización.

Los agentes secretos descubrieron que el semen podía utilizarse como tinta invisible y que el contenido de las cartas sólo era posible leerse si se expone a la luz ultravioleta.

Las pruebas detalladas están en una entrada del diario escrito durante la Primera Guerra Mundial por un alto miembro del Servicio Secreto de Inteligencia. Walter Kirke escribió que en junio de 1915 Mansfield Cumming, primer jefe del SIS, abrió una investigación de tintas invisibles en la Universidad de Londres, según informó el diario.

El fluido, además de ser económico por la cantidad con la que se contaba (más de 5 millones de soldados), tenía la virtud de no reaccionar a los vapores de yodo, el método de análisis más comúnmente utilizado para revelar los escritos secretos.

La singular tinta presentaba solamente un defecto: la documentación citada por el periódico hace referencia a un espía al cual le fue ordenado escribir sólo con semen fresco porque si era viejo quienes cogieran la carta podrían descubrirlos por su inusual olor. .

Estas revelaciones están incluidas en el libro del profesor Keith Jeffery llamado MI6: The History of the Secret Intelligence 1909 -1949.