Oquendo ingeniero de pedales

Por años visualizó el podio olímpico en BMX. Ahora tiene claro su futuro al dejar la bicicleta.

Cuando Carlos Mario Oquendo tenía seis años de edad se dio sus primeros golpes tratando de dominar una bicicleta de BMX. Hoy, 19 años después, con miles de kilómetros acumulados en los pedales, contempla la medalla de bronce que ganó en los Juegos Olímpicos de Londres-2012 y recuerda que aquellas caídas y cicatrices no fueron en vano.

Oquendo nació en Medellín el 16 de noviembre de 1987 en una familia que lo crió con el ejemplo del deporte, algo que inevitablemente marcó su destino. Por ejemplo, David, su hermano menor, también se ha destacado en esa faceta, pues en el 2010, en Singapur, ganó la medalla de oro en el ciclismo por equipos de los Juegos Olímpicos de la Juventud y, aunque hoy vive en Estados Unidos, ya retirado de la actividad, fue un modelo para su hermano mayor.

Carlos Mario siempre ha recibido el apoyo de su familia y especialmente el de sus padres, don Carlos Oquendo y doña Elyde Zabala. Un día, cuando tenía seis años, Carlos pasó, junto con su padre, cerca de una pista de BMX en Medellín. Desde esa vez sintió curiosidad por las acrobacias y por la adrenalina de desafíar los rivales y el tiempo sobre dos ruedas. Sin quererlo, el pequeño había encontrado su destino y no perdió tiempo para empezar a trabajar por sus sueños.

Al día siguiente ya empuñaba el manubrio, se afirmaba sobre los pedales, probaba reflejos con los frenos, intentaba saltos y, claro, soportaba los golpes propios del oficio de montar en bicicleta. Porque "uno aprende a montar a los golpes", según se dice popularmente.

Con los años, la técnica de Oquendo fue mejorando y su nombre se iba quedando en la memoria de los amantes de un deporte que, aunque es relativamente nuevo en nuestro país, tiene millones de seguidores en el mundo, lo que le valió para debutar en los Olímpicos de Pekín-2008.

Mientras estudiaba y rodaba por las calles de su querida Medellín, crecía la ilusión de llegar lejos gracias a sus pedalazos, aunque la falta de patrocinio lo hizo contemplar varias veces el retiro y dedicarse de lleno a las clases.

Sin embargo, el empuje paisa y la seguridad de hacer bien lo que le gustaba lo mantuvieron en carrera. Y los frutos del esfuerzo no tardaron en llegar. A los 13 años escaló por primera vez un podio en el campeonato Mundial que se realizó en Australia, donde terminó de segundo.

Luego, su potencia le dio el título nacional, el suramericano y destacadas presentaciones en los Juegos Bolivarianos y Mundiales. Todo eso, siempre bajo la mirada atenta de su familia, sus hinchas incondicionales.

Y para que no quede duda de que la vida de Oquendo gira en torno al deporte, su novia es la nadadora Carolina Colorado, quien también hizo parte de la delegación nacional en la capital británica y es uno de sus principales apoyos.

Desde que Oquendo supo que en las pasadas justas asiáticas el bicicrós estaría presente, inició la carrera más larga e importante de su vida. Aunque a Pekín no pudo clasificar, valdría la pena esperar cuatro años por un premio mucho mayor.

El 8 de mayo de este año, el ingeniero administrativo de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, quien espera ejercer su carrera cuando se baje de la bicicleta, logró su primer impulso hacia la gloria, pues ese día obtuvo su cupo en los olímpicos luego de ubicarse en los puestos destacados de la clasificación de la Unión Ciclística Internacional. Los golpes, las cicatrices y las frustraciones habían valido la pena.

Ya en Londres, y mientras que se acercaba la hora del debut, Oquendo no sentía presión, pero sí mucha ansiedad. Y no era para menos.

Luego de revivir las caídas (dos en las rondas de clasificación), como para no olvidar su formación, Carlos Mario logró la hazaña. Clasificó a la semifinal, final, donde, pedaleando desde los puestos de atrás, logró la medalla, un bronce que vale y paga los 19 años de espera, años de caer y volverse a levantar.

Del Enviado especial