Muñoz, una película a lo van damme

Cuando cumplió nueve años, una profesora de su colegio lo llevó a practicar taekwondo.

Chat y Álex son dos gemelos que fueron separados cuando nacieron, después del asesinato de sus padres por parte de la mafia japonesa. El primero se crió en París y se convirtió en un experto en artes marciales. El segundo vive en Hong Kong y es uno de los ladrones más buscados por la policía, pero ese trabajo lo tiene que hacer porque necesita sobrevivir. Por esas cosas del destino, los dos se encuentran, hablan de su pasado y entienden que se deben unir para vengar la muerte de sus padres. Esta reseña pertenece a la película Doble impacto, que protagonizó en el 2001 Jean Claude Van Damme, que personifica a unos gemelos que, con base en los movimientos de las artes marciales, logran encontrar a los culpables del doble asesinato y cobrar venganza.

Si alguien quedó impresionado con la actuación del actor belga, ese fue Óscar Luis Muñoz Oviedo, quien ha repetido varias veces la película para emular a su ídolo. Engomado con la forma de pelear de Van Damme, Muñoz cogió un retazo de ropa, lo llenó de arena y lo colgó en el patio de su casa del barrio Cola de Caballo, de Valledupar.

A Óscar le gustaba ir al cine. Cuando tenía cómo comprar una boleta era fácil adivinar qué vería. Las rudas acciones de Van Damme, así como las de Steven Seagal, le quedaban grabadas en su mente. Salía del teatro y se iba raudo para su casa a imitar a los actores, a quemar goma con el saco de arena. Era un muchacho inquieto. Iba a clases al colegio Francisco Molina Sánchez, donde terminó la primaria, institución en la que se graduará este año de bachiller. Muñoz fue un niño travieso, pero le iba bien en el colegio. La situación económica de Pompilio y de Nancy, sus padres, no era la mejor. Él, jardinero de profesión. Ella, ama de casa. Pompilio no ganaba mucho y a veces no alcanzaba para las tres comidas diarias. Óscar recuerda que la familia pasó momentos difíciles. La falta de dinero los llevó a pasar necesidades. Mientras sus padres se rebuscaban, Óscar se dedicaba a romper vidrios en el barrio. Quejas y quejas llegaron a la casa de los Muñoz, pero el 'pelao' era muy inteligente y siempre salía con alguna razón para defenderse y salvarse de la pela.

Valledupar lo vio crecer, pero allí llegó cuando tenía tres años. Nació en El Difícil (Magdalena), el 9 de mayo de 1993, pero sus padres tomaron la decisión de irse en busca de mejores oportunidades de trabajo, las que poco llegaron. Mientras tanto, Óscar estudiaba, veía películas y seguía cascándole al saco de arena. Cuando cumplió nueve años, la profesora del colegio Irma Gómez lo convenció para que practicara el taekwondo, pero poco le duró el entusiasmo. Se perdió por dos semanas, "pero no me fui por otros caminos, simplemente me cansé", recordó el propio deportista. Irma lo volvió a buscar, regresó y desde ahí no se ha ido.

Juan Pablo, Rigumberto, Lucía y Ximena completan el hogar de los Muñoz Oviedo, donde Rigo también practica el taekwondo y sueña con emular a su hermano. Vive en una casa en arriendo, pero Óscar escuchó en una emisora de Valledupar que el gobierno local le va a regalar una. "Eso sería lo ideal y me cuadraría la caja", advirtió.

A pesar de vivir en una ciudad donde la rumba se vive a diario, Óscar es tranquilo. Sale con sus amigos cuando el deporte se lo permite, pero a pesar de vivir en la tierra donde se celebra el Festival de la Leyenda Vallenata, a él no le llama la atención ir al parque central, donde se escoge al rey de este género musical cada año. Mantiene un perfil bajo, entrena con todo y ya tiene una medalla de bronce en el pecho, la que ganó en el taekwondo de los Olímpicos en Londres, paradójicamente, la tierra donde el 31 de enero de 1992, un año antes de que él naciera, se estrenara la película Doble impacto, que lo marcó para su vida.

Del Enviado especial