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16 MAYO 2015 - 9:00 PM
Crisis en el mar

Una de las regiones más hermosas del mundo, los mares del sureste asiático —hogar de brillantes playas blancas y villas en la playa por 7.000 dólares la noche— se está convirtiendo en escenario de una atrocidad masiva.

Por: Nicholas D. Kristof

Miles de refugiados de la perseguida minoría rohingya en Myanmar, huyendo de campos de concentración modernos en su país natal, han huido al mar en botes, y muchos se han ahogado. Temiendo una represión, los traficantes han abandonado algunos de esos botes en el mar, al tiempo que los países vecinos los empujan de vuelta al mar cuando intentan llegar a tierra.

“El mar de Andamán está por convertirse en una masiva tumba flotante, y se debe al fracaso de gobiernos para hacer lo que es necesario”, dice Tom Andrews, exintegrante del Congreso que preside Unidos para Acabar con el Genocidio. “No solo no hay una operación de búsqueda y rescate en marcha sino que los gobiernos están remolcando a estas personas fuera de sus costas para devolverlos al mar abierto, lo cual equivale a asesinato masivo”.

Un abominable capítulo de la II Guerra Mundial se produjo cuando el SS St. Louis zarpó de Alemania en 1939 lleno de refugiados judíos que huían de los nazis. Cuba y EE.UU. les prohibieron desembarcar y —después de pasar tan cerca de Miami que los pasajeros podían ver las luces en la costa— el barco regresó a Europa, donde muchos murieron en el Holocausto.

Ahora, a los refugiados que huyen de campos de concentración se les vuelve a negar la recalada. “Estamos hablando sobre una flotilla de St. Louis, y habrá gente que morirá”, me dijo Andrews.

Los rohingyas son una minoría musulmana denigrada por la mayoritaria población budista en Myanmar. El gobierno ha confinado a 150.000 de ellos, aproximadamente, a campos de concentración del siglo XXI. Los visité el año pasado y escribí sobre niños muriendo de hambre y reos en que morían por falta de atención médica.

Este miércoles surgieron informes sin confirmación de 20 tiendas de rohingyas que estaban siendo quemadas en Maundau, en el oeste de Myanmar, cerca de la frontera con Bangladesh.

Naciones Unidas informa que más de 130.000 rohingyas han huido por mar desde 2012. Muchos caen presa de traficantes humanos que los torturan, violan y matan de hambre en campos tailandeses hasta que sus parientes pagan un rescate. El hallazgo este mes de una tumba masiva avergonzó a las autoridad tailandesas al grado que aplicaron una represión a traficantes humanos, dirigiendo a las tripulaciones para que abandonaran las naves, con su carga humana a la deriva en el mar.

Chris Lewa, del Proyecto Arakan, grupo por los derechos humanos, dijo que ha estado en contacto por celular con dos barcos llenos de refugiados y sospecha que hay más de ellos lejos de tierra y, por tanto, fuera de la cobertura celular. Uno va a la deriva sin motores o comida suficiente y ella, como ciudadana privada, ha estado intentando organizar un esfuerzo de búsqueda y rescate para salvar a los pasajeros, hasta ahora sin éxito.

¡Vamos! Si un presunto terrorista estuviera a bordo, dependencias de inteligencia usarían ese número de celular para localizar el bote. Pero 350 desesperados refugiados a la deriva en el mar, ¿y nos vamos a encoger de hombros y dejar que se ahoguen?

Es probable que a los gobiernos no les interese rescatar refugiados por temor a tener que acogerlos después. Tailandia ha tenido desde hace mucho tiempo una política de mandar los barcos de refugiados por donde iban, en tanto que Indonesia devolvió dos barcos al mar, los cuales transportaban cientos de rohingyas. En cuanto a Malasia, “no permitiremos la entrada de un solo barco extranjero”, dijo un almirante.

Europa también tiene una crisis de refugiados, pero al menos algunos países europeos están montando operaciones de búsqueda y rescate para intentar salvar vidas. Los gobiernos del sureste asiático están haciendo lo opuesto.

Como una primera medida, el presidente Obama debería hacer un llamado a los gobernantes de Tailandia, Malasia e Indonesia, exhortándolos a rescatar y darle refugio a la gente. Estados Unidos también puede usar activos militares y los servicios de inteligencia para localizar barcos de refugiados a la deriva y ayudar con su búsqueda y rescate.

Aunado a lo anterior, Obama debe dejar en claro que Myanmar no puede tener una relación normal con Estados Unidos mientras participe en crímenes en contra de la humanidad. Apenas este mes, la Administración le dio la bienvenida en la Casa Blanca a un prominente oficial del gobierno de Myanmar, Thuira Shwe Mann, quien se ha aliado con posiciones extremistas y contrarias a los rohingyas.

Eso es una cobardía, pero lo que resulta peor es la forma en que funcionarios estadounidenses y asiáticos por igual parecen decididos a desviar sus ojos de atrocidades en una de las regiones más hermosas del mundo.

“La gente está muriendo en el mar”, dijo Matthew Smith de Fortify Rights, grupo por los derechos humanos que ha desempeñado una excelente labor supervisando a los rohingyas. “Sabemos eso, justo ahora. Y podría empeorar considerablemente en las próximas semanas”.


* Columnista de The New York Times.
@NickKristof
Nicholas D. Kristof | Elespectador.com

Fuente: El Espectador