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Ver la Versión Completa Con Imagenes : 'Al país le conviene que Santos y Uribe hagan las paces': Mockus


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
►Shep◄
20-10-2014, 07:08:59
El exalcalde reconoce que diálogos de paz resultaron mejor de lo que esperaba, pero pueden mejorar.

http://www.eltiempo.com/contenido/politica/gobierno/IMAGEN/IMAGEN-14711274-2.png
Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO
El exalcalde Antanas Mockus reconoció que los diálogos de La Habana "cuajaron, mucho más de lo que hubiera esperado".

¿Cuando el presidente Santos le pidió que le ayudara a acabar la pelea con el expresidente Uribe, lo decía en serio?

A la vez que soltó una gota de esperanza hubo como un reconocimiento a mi buena voluntad. Ya que usted está por ahí, pues intente hacer algo… Para el Presidente era importante dejar constancia de que él quiere arreglar la relación, incluso hasta el punto de aceptar una mediación tan rara, digamos, como sería la mía.

¿Y por qué no intentarlo? Usted es un maestro en la pedagogía de la convivencia, y así lo demostró cuando fue alcalde de Bogotá…

En los procesos de mediación, el mediador tiene que ser aceptado por las dos partes. A la fecha, yo he sido tímido para tomar la iniciativa.

¿Tímido en preguntarle a Uribe? Porque ya Santos le hizo públicamente el encargo…

Uno no hace ese tipo de propuestas si no hay una mínima ilusión de que puede ser oído. Personalmente, creo que al país le conviene mucho que Santos y Uribe hagan las paces, creo que ambos ganarían puntos ante la ciudadanía. La hipótesis de que eso pueda pasar me ha puesto a explorar un poco el terreno. Con Santos ya llegamos a una zona de mutuo respeto y de colaboración, básicamente por el proceso de paz y… falta que yo deponga mis desacuerdos con el expresidente Uribe.

¿Concretamente, cuándo habló por última vez con el expresidente Uribe?

Hace unos meses, en algún evento en Panamá, yo estaba almorzando en el restaurante vacío de un hotel, y entró el expresidente Uribe. Él comenzó a caminar hacia mí, yo me paré, y nos encontramos como en la mitad. Pero fue un saludo muy escueto. Nuestra última conversación había sido en vísperas de las elecciones del 2010, cuando fui a decirle que yo le daba más garantías de continuar su obra como Presidente. En todo caso, me despedí de Uribe en la puerta del Palacio de Nariño a una hora tardía. Él ya estaba sin la parafernalia y sin protocolo. Me acompañó hasta la puerta. La plazoleta estaba vacía.

Sentía que yo no lo había convencido. Él, honradamente, pensaba que Santos lo podía hacer mejor que yo. Después de ese episodio con Uribe no nos hemos confesado mutuamente lo que pensamos de lo que pasó. Pero esa noche intuí que no gobernaría desde ese Palacio. Él se veía feliz porque estaba garantizado el triunfo de Santos, y la última carta que podía a jugar a mi favor, no la jugó.

http://www.eltiempo.com/contenido/politica/gobierno/IMAGEN/IMAGEN-14711915-2.jpg "Es como si ya estuviéramos saliendo de la guerra, pero que fuera a continuar la guerra política", dice el excandidato presidencial respecto a los enfrentamientos entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos sobre los diálogos de paz en La Habana.

¿Y cuál era esa carta?

La de la neutralidad en las elecciones y, sobre todo, haber confiado en que yo podía hacer un gobierno que preservara mejor sus logros. En ese momento yo no le podía asegurar que el futuro daría razón a mis argumentos.

¿Es que entre usted y Uribe subsiste algún desacuerdo?

Hay una faceta del uribismo que me parece razonable, como su empeño en la firmeza y el fortalecimiento del Ejército. Pero también tengo muchos desacuerdos, como lo que sucedió con los ‘falsos positivos’. Uribe no podía prever que el sistema de incentivos que se estableció para el Ejército iba a generar desapariciones forzadas, asesinatos. Pero cuando todo eso se supo, tampoco estuvo a la altura de expresar la gravedad de lo que había sucedido y no asumió la responsabilidad política por esos hechos.

¿Usted no habría iniciado tan rápido las conversaciones con las Farc?

No, pero no por una convicción guerrerista o militarista de exterminio, sino porque creo que en el momento en que arrancaron, las Farc no se merecían esas conversaciones.

En todo caso, parece que lo de La Habana está encontrando su camino…

Si, las conversaciones de Santos con la guerrilla cuajaron, mucho más de lo que yo hubiera esperado. Debo reconocer que ciertas características de la personalidad del presidente Santos lo hacen particularmente apto para esa negociación. Es decir, una combinación de frialdad, de cálculo, de sinceridad, de programación en el tiempo; hay asesores de muy buena calidad, y el presidente personalmente ensambla la información que le entregan. O sea, lo está haciendo bien.

Pero también Uribe había intentado iniciar negociaciones en múltiples ocasiones durante su gobierno…

Que hasta el presidente Uribe haya buscado contactos con las Farc demuestra algo que yo he denunciado un poco con cierta cautela, aunque caigo en lo mismo, y es que los colombianos nos morimos de ganas por la paz. Estamos tan aburridos de la guerra que nos hacen cualquier oferta y saltamos a decir ‘¿qué más damos’, ‘qué más entregamos?’.

El bendito pragmatismo colombiano nos hace impacientes, y entonces no esperamos que la fruta madure y caiga de su propio peso. Imagínese las Farc con Uribe y Santos compitiendo por negociar con ellos… ¿Qué más podían querer? Yo no habría iniciado esas conversaciones tan rápido. Hubiera continuado una tarea de debilitamiento militar y político de las Farc, y en cierto sentido, un aislamiento. Todo lo contrario a coger uno un teléfono precipitándose a llamar.

El país mira con asombro que mientras conversamos con unas personas que han cometido los peores delitos y consideramos su perdón, el presidente actual y el anterior no se hablan, se tiran rayo todo el día y se la pasan saboteándose…

Pues cada uno tiene que enderezar su visión del otro, y eso también requiere un tiempo de maduración.

¿Cómo ha pensado que pudiera ser ese encuentro?

Algún uribista ha llegado a ofrecerme que escojamos un sitio neutral. Pero el Presidente es el Presidente, o sea, que al doctor Uribe y a mí nos tocaría ir juntos a donde el Presidente diga. Entonces, la conversación con Uribe no es fácil.

Angelino no pudo, a pesar de llenar la doble condición de ser vicepresidente de Santos y consentido de Uribe. Usted, el maestro de la convivencia, ¿no tiene una mejor estrategia?

¿Qué hago si Uribe siente que las paces entre los dos favorecen más a Santos? Mi teoría es que a los dos los beneficia. Entonces toca reinventar a Uribe, o que Uribe se reinvente. Que diga: ‘Bueno, ya dejé la constancia, ya ‘patalié’ lo que pude, sigo considerando que hay que tomar precauciones ante los riesgos que se corren con el proceso de paz, y convencer al presidente Santos de que no le hace daño que haya alguna gente mirándolo muy críticamente’. Pero eso sí, sin insultar al Gobierno.

¿Y usted no puede pedir a través de esta entrevista que ambos acepten ese reto?, ¿que Uribe se modere y no sabotee al Presidente, y que Santos acepte las críticas al proceso de paz?

Sí, pero en esa labor no quiero perder a mucha gente que me quiere, me respeta, me comprende. ¿Hacer un acercamiento a escondidas? Sería absurdo que para hacer la paz entre dos presidentes de Colombia toque hacer las mismas vueltas que con las Farc.

(Risas) De pronto toca… Si le entiendo bien, ¿el balón está en el campo de Uribe?

Sí, claramente. Entonces tampoco quiero colocarme en una especie de fuera de lugar y arrastrar al presidente Santos a eso. Seamos objetivos. Cuando Uribe era gobernador y yo alcalde, me encantaba estar en la misma reunión donde él estuviera porque, además, era un hombre absolutamente convencido de lo que hacía. Yo prefiero a ese Uribe, que no cazaba peleas inútiles, que no estaba preso del personaje cansón, del mito, que no estaba incluido en la franja de agresividad. El ejemplo fue lo que pasó en el debate de Iván Cepeda contra Álvaro Uribe. Una mayoría de colombianos no se pusieron a mirar quién tenía razón, sino expresaron un desagrado hacia la forma como se estaban tratando. Y más o menos dijeron: ‘Si ellos se van a tratar así, no me interesa lo que digan’.

¿El debate fracasó tanto por el tono del senador Cepeda como del expresidente Uribe?

Sucedió todo lo contrario del ‘debate circo’, en el que la gente termina muy entusiasmada. Ahí se adivinaban sentimientos de odio. Es irónico que avancen las conversaciones con las Farc y al mismo tiempo, representantes directos o indirectos de las posiciones más radicales que están en la política, se estén tratando peor. Hoy la mesa negociadora de La Habana ofrece más garantías de una discusión democrática que la disputa entre dos expresidentes. Hay una contradicción, es como si ya estuviéramos saliendo de la guerra con los que hemos estado en guerra pero que de todas maneras fuera a continuar la guerra política. Hasta cierto punto eso socava la legitimidad de los avances. Entonces, que Uribe escoja las razones, las que a él le parezcan, y adelante.

La gente está aburrida con esa pelea…

Me impresionó que durante los días en que el presidente Santos planteó la idea, escuchaba sobre todo en los sectores populares expresar: ‘Esa pelea nos tiene hartos, y nos gustaría que ambos (Santos y Uribe) demuestren que le hacen caso a la gente’. Lo de La Habana fue así; haciéndole caso a la gente sobre el deseo de la reconciliación. Soy el menos pragmático, pero termino adoptando el punto de vista más pragmático de decirles: dejen el desorden verbal y ayuden, como en la creencia en una justicia cósmica, una justicia más allá del ser humano donde gestos de buena voluntad son premiados, aun si en el momento parecen concesiones. Conceder a veces es abrir puertas y el Presidente de algún modo dio el primer paso, se arriesgó. Uribe es el que tiene más por perder ahí, pero si también da un paso, tendrá un rédito mayúsculo, porque entraríamos en una competencia de generosidad con generosidad.

¿Alguno de los dos tendría que renunciar a sus convicciones?

Ninguno de los dos. Lo que subrayo es que pertenecemos a un mundo donde las formas son parte de la paz. Donde el respeto más pequeño interpersonal de saludar, de no usar adjetivos… Mejor dicho, parecería casi un tema de buenas maneras, que lo es, pero también es un tema de construcción de ciudadanía. O sea, un ciudadano debe poder ejercer cierta presión pacífica para que los gobernantes y los exgobernantes se mantengan dentro de ciertos límites de mesura. La democracia consiste en expresar con la máxima fuerza el argumento, pero también expresarlo con suficiente elegancia, con suficiente cautela. La discusión pública les genera costos a los dos, pero también costos enormes para la credibilidad de la democracia ante la sociedad colombiana. Yo no es que tenga mucho sentido del humor, pero le digo que si se arreglan entre ellos y me sacan a mi a patadas de esta mediación, no sería un final malo.

Fuente: El tiempo

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
+Wilfred
20-10-2014, 09:07:47
Bueno sería. Pero será difícil encontrar la conciliación. Uribe sólo aceptará conciliar si Santos "recupera la seguridad democrática" (en otras palabras, levanta la mesa de La Habana). Porque bien sabido es por todos que Uribe y su séquito no aceptarán otra cosa diferente a una rendición de la guerrilla.

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