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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
PEDROELGRANDE
08-03-2014, 23:16:13
La quiebra de Mt. Gox y Flexcoin, dos "bancos" dedicados a operar con bitcoins, ponen en escena las fronteras del “boom” de estas monedas virtuales. Nacido como una divisa destinada a realizar transacciones anónimas, por fuera de la mediación de bancos, el bitcoin se convirtió en un gigantesco e inédito sistema monetario desregulado. Los millones de dólares “perdidos” por el hackeo a Mt. Gox acercan la “regulación” al futuro de esta criptodivisa. Por: Diego Sánchez.

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2014-03-07 |
Por: Diego Sánchez*.
Agencia de noticias Telam.
Argentina.
El 28 de febrero pasado, Mt. Gox, uno de los mayores operadores de bitcoins del mundo con sede en Tokyo, se declaró en quiebra. Su CEO, Mark Karpeles, un norteamericano sub 30 fanático de la cultura japonesa que solía dar entrevistas sentado en gym balls para conciliar la estética geek con el mundo de las finanzas, compareció ante la prensa con la cabeza gacha como dicta el protocolo nipón de la culpa. Un mes antes, su empresa había sufrido una falla de seguridad que la obligó a suspender sus actividades. Un documento interno reveló poco después la magnitud del hackeo: unos 750.000 bitcoins en poder de la compañía habían simplemente desaparecido. En valores "reales", se trataba de una perdida superior a los 400 millones de dólares. Horas más tarde, el conductor de The Daily Show, Jon Stewart, se burlaba y llamaba al bitcoin "el Tamagotchi de las monedas".

Su creador Satoshi Nakamoto no dijo nada porque nadie sabe si existe. En 2008, Nakamoto publicó un documento titulado “Bitcoin: un sistema de dinero electrónico peer-to-peer”. Se trataba de una propuesta para crear una moneda virtual que empleara la tecnología P2P y operara sin necesidad de bancos ni control de ninguna autoridad central. En 2009, el misterioso Nakamoto lanzó oficialmente el bitcoin y poco después se esfumó, aduciendo una búsqueda de nuevos horizontes. La deep web no tardó en adoptar a su creación comomoneda oficial: su carácter autoregulado y anónimo era ideal para ciertas transacciones secretas. El éxito pronto lo llevaría a la superficie: hoy el bitcoin es un medio de pago aceptado por varias empresas que ofrecen ya sea servicios virtuales o productos “reales”.

Mt. Gox (léase Mount Gox, “Monte Gox”) es en realidad la punta del iceberg de una serie de inquietudes que la comunidad digital venía planteándole al universo bitcoin. La ausencia de respaldo hizo del “sueño” criptoanarquista de Nakamoto una moneda inflamable: de valer dos dólares en sus inicios, pasó a superar los 1000 a fines del año pasado (justamente en las pizarras de Mt. Gox), antes de bajar a 200 tras la caída de la firma de Karpeles. Hoy ronda los 500. Aunque la descentralización es el corazón del proyecto, muchos empezaron a modular la palabra “regulación”: el colapso de Mt. Gox vació las billeteras virtuales de cientos de clientes que, pese a las protestas, es poco probable que recuperen su dinero. No hay entidad que regule; no hay nadie que nos evite asesinar al tamagotchi.
Problemas de regulación pero también fallas tecnológicas. Seis operadores -que al igual que Mt. Gox permiten negociar bitcoins por dólares y otras monedas-, salieron a proteger a la criptomoneda. "Fue el resultado de las acciones de una compañía", se despegaron en un comunicado conjunto. La respuesta es obvia y tal vez cierta aunque la fragilidad no parece exclusiva de Mt. Gox: por estas horas, Flexcoin, un operador de Canadá, también cerró sus puertas tras el robo de unos 600.000 dólares en bitcoins. Ya hay sitios donde apuestan cuál va a ser el próximo operador en caer.

El fracaso de Mt. Gox encripta un mensaje al entrepreneurismo digital. Mt. Gox es en realidad el acrónimo de Magic: The Gathering online exchange, originalmente una comunidad virtual de intercambio de tarjetas coleccionables. La imagen es demoledora: Karpeles convirtió un servicio destinado a otakus y amantes de los juegos de rol en una plataforma de intercambio de divisas que llegó a mover centenares de millones de dólares sin ningún tipo de regulación, antes de colapsar y solicitar una quiebra millonaria que dejó cientos de heridos. La burbuja cazafortunas volvió a explotar y salpicar al mundo de los adultos.

Tanto Mt. Gox como Flexcoin tuvieron una única salida ante el hackeo: cerrar. Mt. Gox declaró ante la justicia japonesa deudas por encima de los 60 millones de dólares, más del doble de lo que valen sus activos. Algo parecido sucede ahora con Flexcoin. Empresas tamagotchis. Sus caídas marcan un punto de inflexión en el protocolo bitcoin, una pequeña moneda virtual que derivó en un gigantesco mercado financiero desregulado y una divisa tan volátil que hoy funciona menos como una reserva de valor que como una herramienta especulativa. "La autorregulación no funciona cuando hay mucho dinero en juego", expresó escéptico Mark Williams de la Universidad de Boston. Ciertas voces rezuman un viejo precepto liberal: no teman, Mt. Gox es sólo una falla en el sistema, el mercado aprenderá a limpiar esa clase de hierba mala. Otras insisten con pensar marcos regulatorios –Japón quiere aplicarle impuestos y definirlo como una "mercancía" y no una divisa- aunque eso signifique la muerte y transfiguración del bitcoin en otra cosa. Alguien tuiteó el otro día: Bitcoin es al futuro de las ciberdivisas lo que la etiqueta <BLINK> y el GIF invisible fueron a los comienzos de la Web. Traducido: bitcoin es un desarrollo incipiente, tal vez un primer ensayo -y error- del que seguirán surgiendo novedades.