Hay que tener en cuenta que en La Habana no se está discutiendo el cambio de modelo económico ni político. Sólo se dialoga sobre cinco puntos de una agenda que se aprobó luego de nueve meses de negociación y entre estos puntos está el de la tierra, no para acabar con la propiedad privada ni estatizar el campo sino para llevar equidad y remediar el robo de un millón de hectáreas por el narcotráfico, los paramilitares, la guerrilla y los terratenientes. De ahí que se haya impulsado la ley de restitución de tierras a sus legítimos dueños y darle un nuevo impulso al campo, aprovechando su fertilidad.

Para realizarlo hay que replantear la dirección que quiso darle el anterior gobierno al favorecer a los grandes empresarios como los palmicultores y políticas como las de los agrocombustibles que le sustraen a la producción grandes extensiones de terreno y sus cosechas de alimentos para producir un combustible que solo enriquece a pocas personas. Es tan grave esta política que no solo fomenta el desempleo en el campo sino que provoca que Colombia comience a importar alimentos,

Por fortuna, las intenciones del gobierno nacional van por buen camino, pero falta mucho por recorrer por los intereses políticos y económicos de por medio. Si se consiguiera remediar esta política el presente gobierno pasará a la historia, pero los grandes terratenientes y sus aliados políticos van a defender sus privilegios con uñas y dientes.