Me haría interminable, pero la jurisprudencia colombiana no es una isla ni su evolución en los últimos tiempos corresponde a una concepción religiosa. La muestra es el gran avance que se ha hecho del libre desarrollo de la personalidad y su protección a las minorías. Ella sigue la tendencia moderna y la inmensa mayoría de países, salvo unas cuantas excepciones que son más rigurosas, tienen este concepto de incesto, en el que se incluye no sólo el acceso carnal sino cualquier acto libidinoso.

Es más, en las sentencias de la Corte Constitucional colombiana, la misma que ha protegido el derecho de las minorías como los homosexuales, hay un estudio pormenorizado tanto de autores como de jurisprudencias y legislaciones europeas (incluyendo las de los países nórdicos) y americanas sobre el tema y, de acuerdo con el derecho comparado, todas, sin excepción alguna, cuando tratan el tema del incesto coinciden en señalar como razón fundamental para penalizarlo el concepto de familia como núcleo de la sociedad y la necesidad de defenderla contra ataques a su integridad como éste.

Quizás en algunas etnias perdidas en el mapa humano se permitan este tipo de relaciones o de grupos humanos específicos que puedan encontrar algún placer en este tipo de aberración que no sólo es un delito universal sino rechazado por la comunidad internacional en su conjunto.

No hay justificación alguna, y éste es mi pensamiento personal, ni desde la ética como componente de cohesión social a través de unos valores sobre los que se edifican las agrupaciones humanas de nuestro tiempo, ni desde el punto de vista jurídico como ya lo he demostrado, y le corresponde a las autoridades del país donde se realizó este video perseguir a las personas que intervinieron y llevarlas a los estrados judiciales.

Hasta la pornografía tiene sus límites.