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Antiguo 29-11-2012 , 16:21:19   #102
EL*BARTO
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Predeterminado Respuesta: P O R N O G R A F I A, sus efectos sociales.

Cita:
Ahora bien, en el libro Hard, la ex actriz porno Raffaella Anderson cuenta la cara oculta de esta industria, a la que ingresó de manera voluntaria a los 18 años, todavía virgen, y de la que se fue al cabo de cuatro años. Sí, se ganaba bien. Muy bien. Sí, llegó a gozar alguna vez. Pero también describe la dura realidad de la que el espectador nunca se enterará (sobre todo porque no quiere enterarse, es más facil pensar que la pornografía es puro placer): las amenazas, los golpes, las práticas humillantes, dolorosas, peligrosas, cada vez más violentas porque así lo exigen los clientes (doble o triple penetración, relaciones con animales, fist-fucking, etc.), la falta de preservativo, el fantasma del sida y de las numerosas enfermedades de transmisión sexual, el trabajo en cadena, las horas suplementarias a cualquier hora del día y de la noche y no pagadas, las incitaciones a gemir, gritar, fingir el placer, aun cuando duele, los cortes en la filmación para ir a secarse la sangre para que no se vea en pantalla, ponerse un calmante, y volver...

Todo, para que algunos hombres crean ingenuamente que las actrices gozan, con prácticas extremadamente violentas, cuando lo más probable es que, en el mejor de los casos, no sientan nada, y en el peor, les duela hasta la médula.

Y lo peor es que se lo creen... No quieren cuestionar lo que ven porque esto les obligaría a cuestionar prácticamente todo su concepto de la sexualidad. Y no quieren hacer ese esfuerzo, prefieren seguir creyendo que "a la mina esa le gusta y se nota".

¿Se acuerdan de la película Garganta Profunda (1972)? Claro, ¿quién no se acuerda, no?

Bueno, ¿sabían por ejemplo que la actriz de Garganta Profunda, Linda Boreman (se hacía llamar Linda Lovelace), que parecía gozar tremendamente del hecho de tener un pene en el fondo de su garganta, reveló hace unos años que en realidad cada escena era una tortura (lo cual me parece lógico, no es muy agradable tener algo en el fondo de la garganta) y que había sido amenazada para filmarlas?

Esto lo reveló en su biografía, Ordeal, en que relata que su manager y ex esposo, Chuck Traynor, la había amenazado. "Cada vez que alguien mira la película, mira cómo me violan", explicó. "Lo que se está desarrollando en esta película es un crimen; tenía un revolver en la sien, todo el tiempo".

Durante la filmación, los técnicos que filmaban tenían que arreglárselas para que no se notaran los moretones que tenía en todo el cuerpo.

Sin hablar de los problemas de salud que sufrió luego: tuvo que someterse a una doble masectomía en 1986 por las inyecciones de silicona que se había hecho para tener senos gigantescos, y un transplante de hígado el año siguiente.

¿Quién diría, no? Lo más irónico es que a raíz de esta película, Linda Boreman se convirtió en un ícono de la liberación femenina...

Entonces, ¿cómo saber si uno no es cómplice de una violación cuando compra o mira una película porno? Lo mejor es no hacerlo, no consumir pornografía si no sabemos cómo fue realizada, o limitarse a los videos caseros.


Porque yo soy de las que creen que como consumidores, tenemos un deber cívico de no favorecer tráficos y explotaciones. Desde que sé que Nike hace trabajar a niños en Asia para fabricar sus calzados, no les compro nada. No compro a algunas marcas argentinas que usaban esclavos en sus talleres clandestinos. Etc. etc.

Considero que alguien que consume pornografía conociendo las condiciones de trabajo de las actrices y los actores se hace cómplice de su maltrato, porque la demanda es muchas veces la que fomenta la oferta. También uno puede taparse los ojos y los oídos y hacer como si no se enterara y seguir favoreciendo la explotación humana, pero no es mi concepto de la humanidad, la solidaridad, la ética, el civismo. Yo creo que ante la duda, hay que abstenerse.

Entonces sí, siempre habrá testimonios de actrices súper felices de lo que hacen y que no cambiarían su situación por nada en el mundo. Algunas estrellas de la farándula porno que ganarán millones y tendrán el poder económico de imponer sus condiciones.


Pero por una mujer así, ¿cuántas Raffaella Anderson, cuántas Linda Boreman violadas, humilladas, golpeadas, ultrajadas, abusadas?

A pesar de todo, sigue habiendo gente para mirar Garganta Profunda, y pensar ingenuamente que la actriz goza (¿cómo alguien en su sano juicio puede creer realmente que los azotes constantes y reiterados de una pija en el fondo de la garganta son algo placentero y no doloroso? A esta altura no es ingenuidad, es necedad), que eligió hacerlo, que nadie la obliga a hacer lo que hace. Y supongo que muchos hombres imaginan, al ver esas escenas, que a su novia, compañera, amante o esposa le gustará que le meta su pene hasta la faringe ("si a Linda le gusta, ¿por qué a vos no?"), sin siquiera preguntarle a ella lo que realmente opina al respecto.

Eso nos lleva al segundo tema del que quería hablar, más allá de las condiciones de trabajo: el tipo de sexualidad que promueve este tipo de pornografía.

Ojo, no critico las prácticas sexuales en sí. Critico que esas prácticas estén fomentadas o, en todo caso, ampliamente influenciadas por películas pornos que hacen creer que a todas las mujeres les gusta, y que si a una mujer no le gusta no es normal.

Critico el hecho de que muchos hombres incitarán a sus compañeras a someterse a prácticas que ellas, por no querer parecer mojigatas, aceptarán, por más que no les guste.

Una cosa es practicar este tipo de sexo a consciencia de que es una elección y un verdadero placer, de una parte y otra, por más que yo esté convencida de que muchas de nuestras fantasías en realidad nos fueron inculcadas por la industria pornográfica de una manera u otra. Pero bueno, entre personas adultas, equilibradas, independientes, de carácter fuerte, en parejas en que no hay relación de poder ni de sometimiento, en las que tanto el hombre como la mujer tienen las herramientas como para formarse su propia opinión de la sexualidad y que tienen la fuerza de carácter suficiente como para decir "no" sin importar lo que el otro piense, entonces sólo en esta situación se puede pensar que pueden tener prácticas extremas o "raras" sin que sea por obligación.

Otra cosa es, justamente, hacerlo por obligación, para no parecer estrecha, porque uno o una vio videos pornos y cree que esto es la sexualidad que está en la norma y que es lo común, lo básico.

¿Cuántas mujeres aceptan prácticas que consideran desagradables sólo para contentar a su pareja y no parecer demasiado recatadas?

Segun un estudio, la mitad de los niños de 11 años ha visto una película porno. Con la falta de educación sexual que hay en las escuelas y en las propias casas, muchos niños solamente tienen de la sexualidad la imagen que sacan de las películas pornográficas. Creen que prácticas como la garganta profunda, la eyaculación facial, la sodomía, tragar el semen, son normales, corrientes y que a todas las mujeres les gusta, y que a las que no, es porque tienen un problema. Y crecen y se desarrollan en su sexualidad con esa idea.

¿Saben que para poder soportar el asalto de penes gigantescos en su ano, muchas actrices pornográficas se ponen anestesias antes de las filmaciones? Claro, después, ponen cara de que les gusta, porque para eso les pagan, para actuar (y qué fácil es fingir el placer y el orgasmo, ya lo demostró de manera brillante Meg Ryan...), cuando en realidad muchas escenas se convierten en verdaderas torturas. Y al ver eso, muchos hombres están convencidos de que a todas las mujeres les gusta la sodomía, y las que dicen que les duele o no les gusta o bien son unas exageradas (prueba está que en las pornos algunas soportan dos pitos al mismo tiempo...), o bien es porque no han dado con el hombre que supo hacerlas gozar.



continúa....

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