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|  ¿Por qué rechazan a los homosexuales?
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 | ¿Por qué rechazan a los homosexuales?  Se calcula que entre el cuatro y el ocho por ciento de la población mundial es homosexual. El debate de los derechos homosexuales, que generó el senador Gerlein, provoca apasionadas visiones. 'Anónimo' dijo:
"Comunidad LGBT: por favor deje en paz a todos los que somos normales. Estamos cansados de las demostraciones en público de su anormalidad. Ustedes deberían formar una ciudad que esté ubicada en el Polo Norte o en el sur del mundo y ahí vivir sin hacerle tanto daño a la sociedad".
Otro 'anónimo' dijo:
"Los homosexuales, por su propia condición, hacen que les sintamos repugnancia. Con el tiempo van cogiendo un rostro como de monstruos. Ustedes traen maldición, vergüenza y humillación a una familia por décadas".
Son dos opiniones -dos, para no repetirse- de las cientas casi siempre anónimas que aparecieron en los foros de medios de comunicación bajo la noticia de las recientes declaraciones del senador conservador Roberto Gerlein: "Miro con repulsión el catre compartido por dos varones. Es un sexo sucio, merece repudio. Es un sexo excremental".
El congresista de la Costa Atlántica armó tal reacción que miembros de la comunidad LGBT anunciaron para hoy un 'besatón' en las puertas del Congreso e, incluso, la alta consejera para la Equidad, Cristina Plazas, afirmó que esta es la ocasión perfecta para que la Fiscalía y el poder judicial le demuestren al país que aquí existe una ley contra la discriminación. El castigo podría ser cárcel.
Lo que el episodio deja en claro es que pocos temas causan tanto reacción, en favor y en contra, como el de los derechos de los homosexuales. No solo en Colombia, sino en el mundo. Basta recordar cómo muchos estadounidenses protestaron el año pasado, cuando el Pentágono anunció la revocatoria de la ley conocida como Don't ask, don't tell, que prohibía a los miembros activos de las fuerzas armadas hablar de su orientación sexual.
"Es como si les estorbara la búsqueda de los derechos, como si mantuvieran la concepción del otro como un ser ilegítimo", dice Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa. "Está bien, existan, pero en el Polo Norte" parece ser el mensaje de muchos, y la conclusión de otro de lo que dijo Gerlein: "No tengo ningún ánimo contradictorio con la persona que es gay, pero eso no significa que tenga que estar de acuerdo con todos los actos de una persona gay".
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Aunque no se pueden desconocer los avances en derechos que esta comunidad ha tenido en la última década (sobre todo en Colombia, si se mira en relación con Latinoamérica entera), cada vez que pretenden dar un paso adelante, otros saltan en su contra.
¿En qué radican los argumentos de quienes hablan contra el homosexual? Para el abogado Germán Rincón Perfetti, conocido defensor de los derechos homosexuales, los discursos homofóbicos suelen estar basados en una interpretación fundamentalista de la espiritualidad: "Se derivan de una contaminación religiosa".
En efecto, muchos de los opositores de sus derechos, como el del matrimonio igualitario, por ejemplo, aducen razones que vienen de la fe. "Dios creó a Adán y Eva, no a Adán y Adán", alegó un parlamentario en uno de los pasados debates en el estudio de este proyecto de ley. Con frecuencia, quienes critican esta orientación sexual se refieren a pasajes de la Biblia en los que, según su interpretación, se identifica al homosexual como pecador. Citan Génesis, capítulo 19, donde se relata la destrucción de Sodoma y Gomorra; o Levítico, capítulo 18, en el que puede leerse: "No te ayuntarás con hombre como con mujer. Es una abominación".
De ahí que en páginas consultadas por grupos católicos, como Catholic.net, aparezcan advertencias como esta: "Una de las mayores amenazas que se ciernen sobre Estados Unidos y países hispanos es el avance del homosexualismo y su aceptación pública. (...). Una de las maneras de percibir la maldad intrínseca de un comportamiento es constatar las consecuencias negativas que tiene para la salud. Es el caso de la homosexualidad".
Esa no es tampoco una visión general. Teólogos consultados explican que, aunque en la Biblia aparecen esas menciones, no son revelaciones. Se trata de relatos enmarcados en un contexto histórico, que no constituyen un componente de creencias. Y ponen un ejemplo: entender literalmente estos pasajes sería como si hoy se asumiera lo aconsejado en Deuteronomio sobre la mujer que enviuda sin haber tenido hijo con su marido: Ella debe tener descendencia con el pariente más cercano y ese niño será visto como hijo del difunto. "Eran prácticas probablemente necesarias en ese contexto histórico, pero que hoy no se pueden asumir al pie de la letra".
El sacerdote jesuita Carlos Novoa, doctor en teología y profesor titular de la Universidad Javeriana, está de acuerdo, y trae a cuento una frase del papa Benedicto XVI, quien, cuando era cardenal, dijo:
"Los actos de violencia física o verbal contra los homosexuales son auténticos crímenes contra la humanidad".
Para Novoa, esta frase coincide con el catecismo católico. "Por eso puedo afirmar que la Iglesia Católica disiente absolutamente de opiniones como las expresadas por el senador Gerlein". No obstante, otras voces de la Iglesia respaldaron de alguna manera su forma de verlo.
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Se calcula que entre el 4 y el 8 por ciento de la población mundial es homosexual, una condición que hasta 1967 figuraba en manuales de psiquiatría como trastorno mental y que hasta hace 22 años la Organización Mundial de la Salud catalogaba como enfermedad. La historia de su estudio científico y de su persecución es larga. "Hace un milenio, la sociedad occidental mantenía una posición más bien indiferente hacia la homosexualidad. Incluso, en cierto modo la apoyaba -escribe el teólogo Daniel Helminiak en su libro Lo que la Biblia realmente dice sobre la homosexualidad-. A mediados del siglo XII, las cosas comenzaron a cambiar. A partir de ahí empezó un milenio de condenación de la homosexualidad".
John Boswell, historiador, señala el siglo XX como el más violento contra los gays. En todas sus décadas, la ciencia miró con lupa al homosexual en el afán de definir: ¿se hace o se nace? "Y para los que la critican, la primera opción es todavía peor vista, porque lo entienden como una elección que pudo evitarse", dice Sánchez.
Uno de los estudios científicos que más despliegue ha tenido es, precisamente, el que el senador Gerlein citó en su intervención. Se trata de la investigación del médico Simon Le Vay, que analizó el desarrollo de los núcleos intersticiales -neuronas de la zona anterior del hipotálamo- y concluyó que, de los cuatro núcleos, uno era menor en hombres homosexuales que en heterosexuales. "El homosexual tiene un hipotálamo más pequeño -dijo el senador-.
Es una condición que viene impresa en la biología y no tiene maneras de quitársela de encima. Es una mala suerte que a uno la naturaleza le imponga esa coyunda, porque el homosexualismo es una coyunda". Lo que no dijo Gerlein es que el estudio de Le Vay fue cuestionado, pues se basó en una muestra de pacientes con sida, y su conclusión, dicen sus críticos, pudo derivarse de la enfermedad y no de la orientación sexual.
Las reacciones hacia la homosexualidad -que a veces pasan de un rechazo tranquilo a una acción violenta (muchos de los casos de matoneo adolescente se derivan de ello)- parecen radicar en aspectos diferentes a la fe o la ciencia. El psiquiatra Carlos Climent, graduado en la Universidad de Harvard, considera que las razones de la homofobia no tienen una respuesta sencilla. "Como todo comportamiento humano, es complejo. Por un lado, está afincada en un asunto cultural. Estamos en un país con un alto porcentaje de homofobia. Pero, además, existen condiciones individuales que la alimentan. Y una de las cosas que más la alimenta es una homosexualidad latente. Este es uno de los factores que más inciden en la intensidad de la homofobia".
En esto coincide la psicóloga Sandra Herrera. "Muchas personas pueden escudarse en la Biblia, pero los patrones generacionales son los que hacen que se presente ese comportamiento. Por un lado, está la falta de aceptación cultural. Por otro, puede tratarse de una tendencia que la persona se niega a sí misma y, al verse reflejada, reacciona como mecanismo de rechazo".
El tema no va a dejar de generar reacciones. Menos cuando están pendientes leyes al respecto. Este artículo, por ejemplo, con seguridad provocará otra andanada de anónimos sobre el lugar adonde deberían irse las personas homosexuales. Algunos, en cambio, los apoyarán. Podría recordarse lo que dice Romanos, capítulo 14: "Dejemos, por tanto, de juzgarnos unos a otros". FUENTE: eltiempo.com
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