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PixelSHERLOCK Finished La tormenta tropical Sandy: ¿Catástrofe natural o política? Calificación: de 5,00

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Por James Petras


La “Seguridad Nacional”, en realidad lo que genera es inseguridad nacional, como claramente se ha podido constatar en el sufrimiento de millones de personas tras el paso de la tormenta tropical Sandy. (Foto: Efe)

Cuando se trata de movilizar a la flota naval por el Golfo Pérsico para intimidar a Irán, o de suministrar las más modernas armas a Israel, el Pentágono se “compromete con la causa” ipso facto; pero cuando se trata de evacuar a miles de estadounidenses mayores, discapacitados y vulnerables, atrapados en sus apartamentos dentro de altas torres de pisos, sin luz ni calefacción, no se ve a los Marines por ningún lado.
¿Qué tiene que ver el “estado de seguridad nacional” más grande y más caro del mundo con garantizar la vida, la subsistencia, y la propiedad de la capital financiera del mundo? ¡Prácticamente nada!

Diez días después de la tormenta Sandy, más de 730.000 personas seguían sin electricidad en los estados de Nueva York y en Nueva Jersey, y casi 150.000 en la ciudad de Nueva York. Cerca de 50.000 personas se encuentran desalojadas; cientos de miles esperan en el frío para conseguir algo de agua, comida y gasolina de los repartos. Millones de personas se apelotonan dentro de los escasos medios de transporte públicos que están operativos, al tiempo que los ánimos se van enardeciendo; los viajeros se pegan codazos y empujones para poder llegar al trabajo, al colegio o para cumplir con sus obligaciones diarias.

Los medios de comunicación dominantes señalan a las “fuerzas de la naturaleza”, y culpan a la tormenta de las pérdidas y de los daños. Los “medios alternativos” apuntan al cambio climático. Los primeros ignoran el hecho de que el impacto socioeconómico de la tormenta es consecuencia de decisiones de carácter político y económico; los últimos pasan por alto las políticas concretas a corto plazo que podrían haber prevenido o atenuado el impacto de la tormenta.

Capacidades imperiales y negligencia interna
Tres circunstancias interrelacionadas y que se dan tanto a largo como a corto plazo son las responsables de la pérdida de más de cien vidas humanas y 50.000 millones de dólares en daños materiales: las políticas neoliberales, el cambio climático y un edificio imperial militarista que ha llevado a la decadencia y a la negligencia dentro del país. Al abordar estas decisiones políticas podremos responder a la mayoría de las preguntas lanzadas por la multitud de vecinos indignados de Nueva York y Nueva Jersey. Las preguntas de las víctimas se podrían resumir en las siguientes:

¿Por qué no se han hecho esfuerzos en protección civil y en prevención de crisis?

¿Por qué no tenemos muros protectores, diques de contención, planes de evacuación?

¿Por qué se retrasa tanto el reparto de comida, agua, gas por parte del estado?

¿Por qué las empresas privadas de servicio público han interrumpido su trabajo de recuperación de la electricidad, sobre todo en los barrios más desfavorecidos?

¿Por qué se colapsan las infraestructuras?

Estas y otras cuestiones básicas apuntan a ciertas debilidades estructurales a largo plazo y a gran escala, especialmente a la mala asignación de cientos de miles de millones de dólares en recursos públicos, desde prioridades nacionales hasta el edificio imperial y rescates financieros.

Militarismo en el extranjero y decadencia en casa
Cada año, el gobierno de Estados Unidos gasta más de 800 mil millones de dólares en armas, bases militares en el extranjero (más de 700), carreteras militares, autopistas, puentes, y transporte de tropas; aunque no lo haga público, gasta miles de millones en la financiación de guerras indirectas, mercenarios privados, operaciones de las Fuerzas Especiales, y regímenes marioneta en los cuatro continentes. Los sistemas federal, estatal, y municipal gastan miles de millones en “Seguridad Nacional” y en sus filiales locales destinadas a espiar a 40 millones de ciudadanos estadounidenses, a perseguir a ciudadanos y vecinos musulmanes y a detener, deportar y abrir expedientes a millones de inmigrantes latinoamericanos y asiáticos.

La “Seguridad Nacional” — nombre de lo más inapropiado—, en realidad lo que genera es inseguridad nacional con sus métodos policiales, e incumple su objetivo de proteger y garantizar la vida, la propiedad y la subsistencia de millones de ciudadanos estadounidenses, como claramente se ha podido constatar en el sufrimiento de millones de personas tras el paso de la tormenta tropical Sandy.

El Departamento de Seguridad Nacional, con su ******o burocrático formado por miles de funcionarios y sus delegaciones ha tenido años para prepararse para titánicas inundaciones costeras producidas por tormentas y apagones de electricidad. Los informes oficiales elaborados por expertos tres años antes del Huracán Sandy, ya alertaban sobre la vulnerabilidad de las centrales eléctricas, de los sistemas de metro y de los bloques de pisos. Pero el Departamento de Seguridad Nacional estaba entonces demasiado ocupado pasando el detector de rayos X y husmeando a los viajeros de aeropuertos, estaciones de tren, de autobús y, pinchando las comunicaciones por teléfono, fax e Internet. Al menos diez días antes de que la tormenta arrasara la costa Este, la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) fue informada de su trayectoria y de las probabilidades de impacto. Sin embargo, no se hizo nada por montar viviendas provisionales y conseguir reservas de gasolina. En su lugar, los funcionarios de la FEMA se quedaron sentados con toda pasividad en sus oficinas y tras la tormenta, se pusieron a registrar las solicitudes de miles de víctimas desesperadas que habían perdido sus casas. El director de la FEMA, Creig Fugate, les dijo a las víctimas que no esperaran una recuperación rápida. “Esto no se arregla en unos meses, ni siquiera en un año” (Financial Times, 05/11/12, p. 3.). Sin embargo, a diario millones de dólares se invierten en costear la representación de la OTAN en Libia, Somalia y Siria. La aparente parálisis y la obvia ineficiencia del Departamento de Seguridad Nacional no se deben a la falta de personal, de información o de presupuesto. No es casualidad que el Departamento de Seguridad Nacional no esté preparado para intervenir en defensa de los ciudadanos estadounidenses en una situación de crisis. Lejos de esto, este organismo forma, premia y asciende a sus trabajadores en función del número y la “calidad” de los sospechosos de terrorismo que identifican y tienen vigilados. Son los mejores (o los peores) en elaborar perfiles y atrapar sospechosos y activistas musulmanes, y no en movilizar camiones cisterna, y barcos para transportar gasolina y casas móviles para las víctimas del desastre que se han quedado sin casa.


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