Discúlpame, RAP, pero aquí no se trata de bondad ni de maldad, porque no estamos encaramados en un púlpito, poniendo a un lado a los que merecen la salvación eterna, y en el otro a los que sufrirán en el infierno por los siglos de los siglos. La época de Torquemada pasó hace mucho.

Las Farc cometen acciones delictivas, unas catalogadas como delitos políticos, otras como delitos conexos que vienen unidos a la rebelión y otros que violan los derechos humanos.

Ahora, la responsabilidad objetiva hace mucho se erradicó del derecho penal. A la gente se le juzga por lo que hace, no por lo que se supone que hace, así los estadounidenses la hayan puesto de moda. Igual que sucede con el ejército, no se puede juzgar a todos sus miembros por lo que hacen una parte.

Tanja no es secuestradora porque las Farc son secuestradoras porque eso significaría que los 9.000 combatientes son secuestradores. Así no funciona el mundo ni el derecho. Son secuestradores, los determinadores, los autores materiales y sus cómplices.

El que Tanja haya participado en las milicias urbanas no significa de por si que ella haya causado las muertes que le endilga la periodista. Si en verdad lo hizo, debe demostrarlo quien lo escribe. Los periodistas serios deben poder probar lo que escriben.

Así funciona el periodismo responsable. Por eso admiro a Coronel, por eso admiré la época de oro del periodismo con la Unidad investigativa de El Tiempo dirigida por Daniel Samper y Alberto Donadío, por eso la revista Cambio hizo la diferencia cuando descubrió, por ejemplo, los falsos positivos, periodistas que no escribían con adjetivos sino exponían hechos y argumentos demostrables.

Una frase manida es que la verdad es la primera víctima de la guerra y periodistas como Salud Hernández lo comprueban con escritos sin sustancia como éste.