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Una crítica de uno de los fieles colaboradores de Uribe, respetado dirigente del gremio cafetero, ministro de defensa de la Seguridad Democrática y quien, por lo que se lee en el escrito, se cansó de la manipulación de la verdad por parte del expresidente, a quien acusa de mentirle a Colombia para recuperar el poder.

Una voz autorizada y objetiva que no está en el gobierno de Santos, que no es su seguidor, y que sin embargo no deja de reconocer sus éxitos, desnudando de paso las falacias del expresidente Uribe, quien en vez de elevar una respetada voz de estadista, se rebaja al ánimo pendenciero del político mezquino y codicioso.


Cita:
¿La victoria por encima de la verdad?
Por: GABRIEL SILVA LUJáN | 7:48 p.m. | 11 de Noviembre del 2012

Gabriel Silva Luján

Nos tocará aceptar que hay dos Uribes: uno es el Presidente que tanto hizo por Colombia y que tanto admiramos; el otro, un político dispuesto a acomodar la verdad para recuperar el poder.



Para muchos políticos, la victoria es más importante que la verdad, por lo que no es extraño que la ambición de poder genere una amnesia que borra el pasado y distorsiona el presente. Desafortunadamente, vimos al presidente Uribe aquejado de este mal durante su reciente participación en la Asamblea del partido de 'la U'.

En su discurso, afirma que el Gobierno ha mostrado mayor interés por dialogar con el terrorismo que en la seguridad. Eso es una falacia. La política de seguridad ha mantenido la cadena de éxitos que se inició con Uribe, pero además ha dado los golpes que no se pudieron lograr en los ocho años de su gobierno. Eso no es abandonar la seguridad, presidente Uribe.

La ofensiva general de este gobierno contra el omnímodo control del Catatumbo por parte de las Farc y el Eln demuestra el avance incontenible del Estado contra la retaguardia estratégica de estos grupos terroristas en la frontera con Venezuela. Esa área se mantuvo bajo el control incontestado de la narcoguerrilla a pesar de los esfuerzos del gobierno Uribe. Eso no es claudicar, presidente Uribe.

No se puede olvidar -y me consta como exministro de Defensa- que antes de la llegada de Santos ya teníamos el desafío del repliegue estratégico de las Farc al Cauca y de la micromafia urbana en varias ciudades, como consecuencia de los éxitos en otros niveles. Esos problemas son del país, no del actual gobierno.

De verdad, es totalmente alejado de la realidad afirmar que se han duplicado las 'bacrim' en dos años -como lo hizo Uribe en el Foro de 'la U'-, cuando los grandes capos de esas bandas que eludieron la justicia durante nueve años han sido todos capturados en los últimos seis meses o se han entregado a los Estados Unidos.

En su discurso, el exmandatario argumenta debilidad del Gobierno para defender a las Fuerzas Armadas. Dice textualmente que la prueba de ello es que no se ha corregido el acuerdo con la Fiscalía, suscrito por uno de sus ministros de Defensa, y que todos los militares con razón señalan como el adefesio que terminó de demoler la seguridad jurídica de nuestros hombres en armas. ¿Entonces, de quién es la culpa?

En esta materia, el actual gobierno ha presentado y defendido el proyecto que por fin le devolverá el verdadero alcance al fuero militar, algo que no ocurrió en los ocho años del gobierno anterior. Y qué decir de sus críticas a los diálogos con la guerrilla, cuando su negociador de paz -el mismo del actual gobierno- siguiendo sus instrucciones buscó toda clase de contactos con los terroristas. Aquí, presidente Uribe, el país todavía espera una explicación de por qué sí bajo su orientación y ahora no bajo la de Santos.

Aún menos explicable es que se oponga el presidente Uribe al Marco para la Paz como un instrumento de justicia transicional, y en cambio le parezca perfectamente legítima la Ley de Justicia y Paz de su gobierno, que ofreció un enfoque muy similar pero para los paramilitares.

Y estas son solo unas pocas de las verdades a medias, las distorsiones y falacias de las tantas que se dijeron en ese discurso. En esa pieza no se encuentra por ninguna parte el esfuerzo altruista del estadista por aconsejar, orientar o corregir, sino más bien el ánimo pendenciero del contendor político.

A los colombianos nos tocará aceptar que hay dos Uribes: uno es el Presidente que tanto hizo por Colombia y que tanto admiramos; el otro, un político que está dispuesto a acomodar la verdad para recuperar el poder.

Dictum. Si se quiere un modelo de paz, progreso y democracia para el campo no hay que ir a La Habana, basta con copiar las instituciones cafeteras para todo el agro.


Gabriel Silva Luján
Fuente: El Tiempo

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