En todo el mundo y en diferentes épocas se cuentan de muchas anécdotas buenas y malas que han sucedido por parte de los errores humanos. Hoy quiero compartir algo con ustedes que ocurrió durante la segunda guerra mundial y no tiene nada que ver con los nazis.
En el año de 1945 los británicos, aliados de los americanos deciden tomar Birmania para así derrotar a los japoneses, aliados de los alemanes y hacerlos retroceder en el continente asiático.
La isla de Ramree fue ocupada por los japoneses desde 1942 y los británicos deseaban poseerla para crear ahí una base aérea y dirigir ataques a puntos distantes. El 21 de Enero tropas británicas desembarcaron en las playas sureñas y un día después tropas hindúes hicieron lo mismo respaldando el ataque británico. No encontraron oposición pero cuando intentaron avanzar a lo largo de la isla los japoneses entablaron una encarnizada defensa de su puesto militar. La línea británica consiguió flanquear a las fuerza japonesas obligándolas a retroceder, tanto, que debían huir a otro lado de Ramree donde encontrarían a otro batallón japonés para protegerlos y tal vez hasta recuperar el control de la isla.
1000 hombres japoneses se introdujeron en los manglares con una distancia de más de 16 Km para llegar al punto de encuentro del otro batallón. Los británicos intentaron convencer a los nipones de su rendición pero estos los ignoraron y se introdujeron en los manglares.
¿Saben que les esperaba ahí? Algo peor, mucho peor que los británicos y los hindúes, y esto no es imaginado ni sacado de una película.
Solo 20 hombres alcanzaron el batallón japonés ¿qué le sucedió a los otros 920 hombres?
Aquello que los atacó tomándolos por sorpresa mide entre 4 y 6 metros de largo; algunos machos llegan a alcanzar los 7 metros. Pesan entre 600 y 1500 Kilogramos. Se le considera el animal con la mordida más poderosa de cualquier ser viviente con sus más de 66 dientes o colmillos. Su mordedura ejerce una presión de 1770 Kg/cm2. Para compararlo, un humano ejerce una mordida con presión de 25Kg/cm2
Le llaman el Cocodrilo Marino, habitante de las islas asiáticas del Pacifico y Australia. Bajo el agua son capaces de aguantar sin respirar más de 2 horas y no tienen depredadores en edad adulta. Un soldado, Bruce Wright, naturalista de profesión y testigo de esa batalla mencionó en uno de sus escritos:
“Aquella noche fue la más terrible que cualquier miembro de la marina haya vivido. Los disparos aislados en la absoluta oscuridad de la ciénaga se entrecortaban con los gritos de los hombres heridos, aplastados por las fauces de reptiles gigantes, y con el inquietante y borroso sonido de los cocodrilos girando, formaban una cacofonía infernal rara vez repetida en la Tierra. Al amanecer llegaron los buitres para limpiar lo que los cocodrilos habían abandonado… De los 1000 soldados japoneses que habían entrado en los pantanos tan sólo unos 20 fueron encontrados con vida”