Respuesta: “El Estado colombiano es el más terrorista del continente” –¿De qué democracia cabe hablar en tiempos de guerra y capitalismo? ¿Democracia o dictadura?
–Esta democracia está reducida a la política vil que se vale de la prebendarización, del uso del dinero, de la compra de votos, del soborno, de la trampa para sostener estos regímenes que tienen de democrático mucha más apariencia que esencia.
Hay que ver también cómo se asimiló el término de dictadura con el de tiranía. No es lo mismo ser dictador que ser tirano. El dictador dicta normas, que pueden ser buenas o malas. La tiranía, en cambio, actúa siempre desde un sentido de perversión. El capitalismo se encarga de igualar los términos de tiranía y dictadura porque el marxismo define el gobierno de los explotados como dictadura del proletariado, pero el marxismo habla en términos de dominio de clase y desde una visión integral del ejercicio del poder. Mientras haya Estado tenemos dictadura en términos de dominio de una clase sobre otra. Ese dominio se puede ejercer bajo un régimen político democrático o tiránico. La dictadura del proletariado es el ejercicio del poder de esa clase. Las organizaciones revolucionarias la reivindicamos desde un régimen político absolutamente democrático, un gobierno por y para los trabajadores, una instancia de representación en que las mayorías dictan normas de convivencia.
El nivel de concentración de riquezas que ha generado el modo de producción capitalista encuentra en su relación con la democracia un nivel de antagonismo irreconciliable. Hay un trabajo del argentino Héctor Agosti, El mito de la democracia en el capitalismo, que plantea que es imposible hablar de democracia –el sistema que reivindica el poder de las mayorías y que fuera definido por el gran demócrata Abraham Lincoln como el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo– en los márgenes del modo de producción capitalista. Un modelo que privilegia el lucro y lo material por encima del hombre. Estamos sujetos a la producción de bienes y servicios en una relación de esclavos en lugar de producir los bienes y servicios para la satisfacción de nuestras necesidades. Hay un conflicto del modo de producción capitalista con la democracia que no puede ser resuelto en el marco de ese mismo modo de producción.
La pacificación de nuestro mundo guarda relación con el diseño y la construcción de un sistema, de un modo de producción que supere al sistema, al modo de producción capitalista, que lo supere en términos humanistas, recuperando un orden de valores que elimine totalmente a la guerra y se centre en el colectivismo y en la participación mancomunada, tanto en la producción integral de la vida como en la distribución de las riquezas, asumiéndonos nosotros, como decía Eduardo Galeano, los humanitos, como parte de la naturaleza y, en consecuencia, respetándola como generadora de vida. Sabemos que en el marco del capitalismo es imposible. Sabemos que la paz en Colombia será una realidad cuando la distribución de riquezas sea justa.
La crisis capitalista nos hace un gran llamado a la imaginación, a la creatividad, al encuentro, a la organización, a la planificación y a la disciplina que permitan una salida superadora en términos humanistas, salida que para nosotros es el socialismo y luego el comunismo. Seguro que hay diferencias en cuanto a salidas, lo importante es que nos encontremos y coloquemos elementos comprobables, que elevemos nuestros procesos creativos y de planificación, para lograr el acuerdo que permita el ejercicio del poder a las mayorías, que permita, en última instancia, el ejercicio de la verdadera democracia. |