Recuerdo hace algún tiempo haber visto un recuento del cine chino de tiempos de Mao, que se basaba en el llamado "realismo socialista". Las películas son malísimas, pero la curiosidad puede más que cualquier cosa y ahora que el cine chino está causando admiración por su excelente factura y la novedosa visión del mundo, se recuerdan especialmente esos bodrios.

Una de eses películas que se llamaba algo con "rojo" (la obsesión por el rojo era algo serio en las mal llamadas "democracias populares") se trataba de los problemas que tenían los ingenieros para construir un bote rápido. Apenas llegaba a determinada velocidad se partía en pedazos.

Sin poder resolver el problema y como la ciencia occidental era el "demonio imperialista", decidieron acudir al único libro que resolvía todos los problemas: "Las cinco tesis filosóficas de Mao". Después de una lectura atenta consiguieron "iluminarse", aplicaron lo aprendido, y asómbrense, resolvieron el problema y construyeron la súper lancha. Gloria eterna al camarada Mao.

Ese es el problema cuando se pone el arte al servicio de la política. Se producen panfletos aburridores y mediocres. Me imagino la telenovela chavista, la que tendrá un alto rating entre los seguidores del bienamado líder y será exportada, adivinen a dónde, a Nicaragua, Cuba, Ecuador y Bolivia, donde aplaudirán a rabiar los logros del "socialismo siglo XXI"

Al margen: ¿Ustedes se imaginan una telenovela escrita por José Obdulio? Y para que no digan que se la tengo montada a la extrema de los báculos y los tres huevitos, hagan el mismo ejercicio con otra financiada por las Farc.