La memoria es frágil y no se recuerda que en el gobierno anterior, el que por entonces mandaba como presidente, liberó a Rodrigo Granda, el llamado "canciller de las Farc", preso en una cárcel colombiana luego de haber sido capturado en Venezuela por el propio gobierno, como un gesto de buena voluntad hacia las Farc para que éstas liberaran a Ingrid Betancur. En otras palabras, se puso por delante de los intereses del gobierno y la nación, los de una persona particular.

Esta vez es diferente. Una posible liberación de alias "Sonia" y alias "Simón Trinidad" es un as que tiene el gobierno para que fluyan las conversaciones de paz. Es el ajedrez político que busca un bien mayor, la paz. En el mandato anterior se creó una jurisdicción especial que cobijó con la impunidad a 19.000 paramilitares y con penas ridículas a sus jefes, en procura de su desmovilización.

Ahora que se quiere liberar a dos para que avancen las conversaciones de paz es un sacrilegio. Es el problema de ver el mundo con los ojos del ciego fanatismo y no con los de la razón pensando en el bien común.