La buena noticia (para Colombia) es que con Chávez las relaciones comerciales y políticas siguen su curso por buen camino y si se consigue la paz con las Farc, el tropiezo fundamental en las relaciones con Venezuela habrá desaparecido.
Ojalá la economía de Venezuela se mejore para que nuestro intercambio comercial fluya y enriquezca a ambas naciones.
La mala noticia es que la situación económica venezolana va a seguir deteriorándose de no cambiarse el modelo o al menos volverlo más eficiente, lo que perjudicará a nuestro vecino y de alguna manera a Colombia, aunque la dependencia exportadora ya no existe.
En un año o en varios la situación de Venezuela va a explotar porque, a pesar de los inmensos recursos del petróleo, es imposible sostener indefinidamente el Estado-subsidio. La pobreza va a ser mayúscula lo que determinará que el péndulo se vaya al otro extremo trayendo al poder a la ultraderecha excluyente y exploliadora.
Queda una variable en el corto plazo y es la enfermedad de Chávez. Su desaparición pondrá a Capriles en el poder y, aunque no es el mejor de los mundos, al menos su talante democrático permitirá que el retorno a la democracia pluralista sea menos traumático.
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