De acuerdo con la ley sueca, Assange incurrió en una conducta criminal y debe responder por ella en los estrados judiciales. Tuvo sexo sin protección, en esta caso sin usar preservativos, lo que se considera como un delito.

La justicia sueca no es un circo como pretenden mostrarlo en el mundo. Por el contrario, es seria, independiente y rigurosa, una de las más confiables en el mundo y por ello, los que la conocen saben que no se deja manipular de nadie, menos de los Estados Unidos.

El capítulo final de este caso es que, de alguna manera, se le permita a Assange comparecer ante los suecos, con el compromiso, para tranquilidad de todos, de que en ningún caso será extraditado a los Estados Unidos. Pero en aras de la libertad de expresión no puede convertirse en perseguido por haber cometido un delito en Suecia.

Lo será por Wikileaks, pero eso es harina de otro costal.