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Predeterminado “Soy una rata”: Popeye Calificación: de 5,00

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Frío. Son casi las diez de la mañana. Sobre el cielo de la cárcel de alta seguridad de Cómbita, en Boyacá, las nubes torean al sol. Avanzamos a través de puertas de rejas de metal que crujen y golpean cuando cierran, escáners, requisas de manos entre las piernas, huellas dactilares, declaraciones de los equipos que llevamos, pocas sonrisas, mucha calma y un silencio cómodo que lo adentra a uno como en un sueño de pavimento. Un proceso de casi dos horas para una entrevista de una hora con uno de los criminales más temidos de Colombia.

‘Popeye’ aparece acompañado de dos guardias vestidos con camuflaje azul. Lleva puesto un mini chaleco antibalas negro que abraza una camisa Lacoste de manga corta y rayas de colores pastel. Apenas le cubre las costillas. Debajo tiene puesta una camisa térmica blanca de manga larga, jeans y tenis negros caros. Saluda con mano firme, sin apretarla mucho, y una sonrisa. Se quita el chaleco y recibe tres sillas Rimax rojas de manos de los guardias, que acomodamos en un patio de visitas debajo de un techo, rodeados de paredes de pavimento muy altas. Los guardias nos dejan solos con ‘Popeye’ y cierran una reja. Cuatro de ellos prestarán atención a la entrevista durante pocos minutos, y muy pronto ya no se dejan ver. Cuando le avisaron que habíamos llegado, ‘Popeye’ corrió a afeitarse, y nos recibe con una cortada de un centímetro de largo en el cachete izquierdo.

–¿Ha estado viendo la serie Pablo Escobar: El patrón del mal todos los días?

“La serie la pasan a las 9 de la noche, pero yo veo los corticos que hacen en el día. He notado que la están haciendo basado en el libro que escribió Astrid Legarda y mi persona, no en el libro La parábola de Pablo. Casos como la muerte de Wendy lo escribí yo, son cosas que solamente sabía yo dentro del Cartel de Medellín. Lo que pasa ahora es que Caracol está volteando todo para no pagar derechos de autor, y eso está bien porque estamos en el país de las trampas. Eso no es cuestión de demandar, pues este país está lleno de demandas y yo estoy muy agradecido con Caracol porque me entrevistaron y todo lo que yo dije ellos lo verificaron con imágenes. Y eso me da mucha credibilidad a mí, porque ahorita mismo, Jorge Luis Ochoa Vázquez está pagándole un dinero increíble a Alba Marina Escobar, hermana del patrón, para que diga que yo no era nadie, que hablo mucho y que Pablo Escobar me amarraba para que yo no lo sapeara. Pablo Escobar fue el asesino más grande del siglo 20, él tenía una sospecha y lo mataba a uno. Todos los días mataba a los amigos de nosotros. Dios santo, bendito, con Pablo no se jugaba…”

Detrás nuestro hay un pequeño parque para niños con cuatro columpios inmóviles sobre un tierrero seco que alguna vez fue pasto. Las columnas que sostienen el techo que nos cubre están cubiertas por las huellas dactilares de los visitantes que se han limpiado la tinta negra de los dedos sobre la pintura blanca. El pavimento gris atrapa el frío cruel que después de más de 21 años en la cárcel, Popeye parece no sentir.

–¿Y de lo que ha visto, qué le parece la serie?

“Tiene la esencia. Es increíble cómo actúa el que hace de Pablo Escobar, es una cosa del otro mundo. La primera vez que lo vi me sorprendí, pensé que lo estaba doblando. El mismo acento, la misma actitud. Pero el patrón era un poquito más bajito que él y no era tan gordo”.

Popeye tiene muchas ganas de hablar. Después de muchos años de declaraciones y acusaciones, todavía tiene mucho que decir y el tiempo no es suficiente. Se va por las ramas y mezcla los temas moviendo las manos en el aire y abriendo muy grandes sus ojos marrones, que no expresan mucho pero ya no asustan.

“La única que está brincando es Virginia Vallejo, por que Virginia Vallejo está loca. Imagínese, en un caso tan delicado como el de Luis Carlos Galán, ella tenía pruebas, ella supo, ella estuvo con Alberto Santofimio, con los Rodríguez y Pablo Escobar, y se fue contra mí. Dijo que el sicario está diciendo mentiras por que Santofimio no hablaba así. Pero imagínese que una vez, yo estando en la cárcel, una mujer muy fina de Bogotá quiso hacer el amor con ‘Popeye’ y un amigo mío hizo el contacto. La mujer hablaba muy bonito, y en la cama era muy diferente. Lo mismo Alberto Santofimio, él es el bandido de este país. Una cosa es hablar en público y otra internamente”.



–¿Por qué dice que Santofimio es el bandido de este país?

“Alberto Santofimio Botero es una rata, así como yo soy una rata. Pero resulta que esta rata está pagando aquí, porque yo reconozco que soy un asesino, he matado a muchas personas y he pagado 21 años de cárcel. Era imposible que Pablo Escobar llegara a ser presidente, entonces se hacía de segundo. Santofimio quería llegar a la presidencia para representar a Pablo Escobar en una escalera de ataúdes. Todo el que se interpusiera en su camino, muerto. Santofimio basaba su poder político en la oratoria, pero le salió un tipo más grande que él, que era Galán, que estaba por encima de él en todo porque le salía del corazón. En cambio Santofimio estaba sucio, era un corrupto, fundó toda su carrera con plata de la mafia. Ya después el patrón se dio cuenta que el asesinato de Galán era muy delicado. Los primeros días de enero en el 90, en ese punto, vimos la guerra perdida, entonces el patrón se sacudió a Santofimio, y éste fue a dar al Cartel de Cali”.

–¿Dónde cree que está Pablo, en el cielo, o en el infierno?

“El patrón está en el infierno, no tuvo tiempo de arrepentirse”.

–¿Qué cree que piensa el patrón, desde el infierno, viéndolo a usted acusar a tanta gente?

“Yo tengo gran respeto por Pablo, pero yo soy de clase media alta, a mi no me obnubilaba comprarle una casa a mi mamá, yo no tengo escapulario ni tengo tatuajes, tengo educación. Yo hice el bachillerato, he leído, y he hecho mis cursitos y mis cosas. Después estuve en la marina y luego haciendo cursos de policía, me he preparado. Yo fui leal con Pablo Escobar. Cuando Pablo valía 10 millones de dólares para el Cartel de Cali y 15 millones de dólares para la Embajada Americana, yo nunca lo traicioné, yo fui leal con él. Ahorita, desleal conmigo es la familia de él. Hace poquito entrevistaron al tal Juan Pablo Marroquin, el hijo de Pablo que torturaba y mataba gente con nosotros, siendo un niño, porque el patrón lo estaba raqueando como bandido. Y ahora vino y enredó al hijo de Galán y al hijo de Lara Bonilla y vino a pedirles perdón. El único inteligente fue Juan Manuel que le dijo, ¿Y usted de qué me va a venir a pedir perdón a mí? Resulta que ellos (la familia de Pablo) están bregando a rencauchar otra vez en la sociedad colombiana porque ya nuestros enemigos murieron y ellos quieren recuperar unas propiedades de 6 y 7 mil millones de pesos que tienen en Medellín. Entonces Juan Pablo viene a enredar a las familias de Galán y Lara Bonilla. Yo les acabo de mandar sendas cartas a ellos dos. Tienen que abrir los ojos porque están caminando otra vez sobre ellos. Porque Juan Pablo se vende ahora como Gandhi, ¿sí me entiende? Yo no tengo nada contra las personas gordas –dice mirándome a los ojos y tocando mi rodilla con la punta de sus dedos– Pero yo hice una crítica porque es un bandido gordo, se ve hasta más bonito, porque Gandhi era muy feo flaco. Entonces es un Gandhi gordo, él es el líder de la paz. ¡Ommmm! ¡Ommmm!”

Sus palabras retumban contra las paredes del patio de visitas mientras ‘Popeye’ apoya los brazos sobre las rodillas con las palmas hacia arriba, juntando los dedos de cada mano imitando la pose de yoga. Este hombre que mató a unas 250 personas con sus propias manos, tiene manos de pianista. Son blancas, sin pelos, de dedos finos largos y uñas impecables y las mueve con la gracia de una bailarina de ballet mientras sonríe divertido.

“Tenemos que abrir los ojos todos, a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Si el patrón se está revolcando en su tumba, yo lo estoy haciendo porque la familia de él se vino contra mí. Alba Marina sacó un libro diciendo que yo hablo mucho y soy un cobarde. Yo no soy un cobarde. Yo ya estoy retirado del crimen. Para mí sería un sueño ir a Medellín y matarla, por que esa es una bruja que anda en tacones. Yo estoy declarando hace 6 años contra Jorge Luis Ochoa Vázquez y la Fiscalía no lo ha llamado todavía, lo están protegiendo. Y él está desfigurando el testimonio de ‘Popeye’. Me está caricaturizando para que mi testimonio no tenga peso y yo tengo pruebas contundentes. Una de ellas es un comunicado que escribí con Escobar el viernes 24 de julio de 1992 cuando nos acabábamos de escapar de La Catedral, que prueba que yo andaba con Pablo. El único que quedó con Pablo Escobar fui yo”.

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