Hoy en día existe la pregunta de cómo países pobres, inequitativos y con desigualdades económicas tienen dinero para destinar a las armas. Académicos debatieron el tema, que toca a Colombia.

Andrés Molano, profesor de la Universidad del Rosario y de la Academia Diplomática de San Carlos, expresó al programa UN Análisis* de UN Radio: “Los gastos en seguridad y defensa son ordinarios e innecesarios, incluso Estados en tiempos de paz y con niveles de bienestar tienen ciertos niveles de inversión militar”.

Según él, no siempre es posible encontrar una solución política o diplomática ante algunos conflictos de interés. Esto lleva a que los Gobiernos tengan que atender una serie de requerimientos en materia de gasto militar.

“Los Estados que han abolido sus ejércitos en Centroamérica, como Nicaragua y Panamá, tienen gastos asociados a la seguridad y la defensa, a raíz de un imperativo de la existencia de los Estados, porque tienen que custodiar sus fronteras y algunos recursos que consideran estratégicos. Además, porque las fuerzas militares tienen hoy una diversidad de funciones; y una de las características de los regímenes democráticos es la destinación del gasto militar”, explicó Molano.

Frente al planteamiento que se hace sobre la región, se cuestiona si está en un momento de rearme, cuando aparentemente se encuentra en paz, si se excluye a Colombia. Al respecto, Molano señaló: “la discusión se plantea sobre la proporción del gasto y la distribución de algunas inversiones”.

Según el Instituto de Investigaciones para la Paz, con sede en Estocolmo, y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres, durante los últimos trece años se ha dado un incremento sostenido en el gasto militar mundial.

En referencia a lo anterior, Néstor Rosania, abogado especialista en Gerencia de la Defensa Nacional de la Universidad Militar Nueva Granada y director del Centro de Estudios en Seguridad, Defensa y Asuntos Internacionales, indicó: “Siempre hay un gasto militar, pero no todo gasto de este tipo implica una carrera armamentista, el país que más invierte hoy es Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez ha asegurado que la revolución bolivariana es pacífica, pero es una revolución armada, para lo que se requiere invertir en esta área”.

Asimismo, dentro de los países de la región, Colombia ha tenido gasto militar por el conflicto interno; Chile, por el impuesto sobre el cobre; y Argentina, que no hace una inversión fuerte, para actualizar equipos de seguridad.

En ese sentido, Rosania señaló que “no se puede considerar una carrera armamentista, aunque sí hay un fuerte componente de gasto que se ha incrementado por parte de Venezuela y Brasil. Esta última nación está en su carrera por ser potencia y se está convirtiendo en un proveedor de armamento para la región”.

Durante los últimos años se ha dado una expansión en este tipo de gasto, especialmente concentrado en regiones como Asia, Oriente Medio, África y América Latina. En Suramérica, el acuerdo de cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia provocó una reunión extraordinaria de Unasur y empezó a darse la necesidad de que los acuerdos militares no afectaran las relaciones de la región. De allí el origen de una serie de informes de gasto militar.

Según Germán Valencia, economista con maestría en Ciencias Políticas y docente del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, “hay que observar también el aspecto económico; y en esta última década ha sido beneficiosa para América, porque su crecimiento y avance ha sido notorio frente a otras regiones. Se ha acumulado un capital suficiente que se ha querido gastar en lo militar, como un bien de lujo”.

Asimismo, según el informe presentado por el Consejo de Seguridad de Unasur, en los últimos cuatro años los países miembros del organismo sumaron 126 mil millones de dólares, cifra dividida en 43% de Brasil, 17% de Colombia, 10% de Venezuela, 9% de Chile, 8,3% de Argentina, 4,5% de Ecuador y un 4% de Perú. El informe llega a la conclusión de que el gasto militar en América Latina no ha aumentado porque se ha mantenido como una porción constante del producto interno bruto.

Finalmente, Alejo Vargas, politólogo de la UN, precisó: “Técnicamente no se puede usar la expresión carrera armamentista porque en América Latina, particularmente en Suramérica, se ha dado un incremento de presupuesto para seguridad y defensa, pero siguen siendo inversiones bajas desde el punto de vista comparativo, aunque sí se ha dado una inversión mayor”.