Llevan 66 medallas ganadas en estos Juegos Olímpicos. Están en el segundo lugar del medallero a un paso de la imparable China. Son el orgullo de Estados Unidos. Y hasta el propio Barack Obama llamó por teléfono a algunos de ellos apenas ganaron. Sin embargo, en ese país, a los atletas que lleguen con sus oros, platas y bronces bajo el brazo les espera una bienvenida insólita: el fisco les cobrará impuestos apenas se bajen del avión por... haber ganado.
No es un dato menor, EE.UU. no solo está en lo más alto del podio sino que ha ofrecido un verdadero espectáculo deportivo gracias a sus fabulosos atletas. Y ahora deberán pagar.
El fabuloso nadador Michael Phelps, que batió el récord de acumulación de medallas olímpicas, y la jovencísima Gabrielle Douglas, una celebridad de sólo 15 años en el mundo de la gimnasia, sólo por citar algunos tendrán que desembolsar unos cuantos miles de dólares por ser los mejores y haberse trepado a lo más alto del podio olímpico.
Es que los atletas no vuelven a casa solo con las medallas sino también con dinero en efectivo. Por cada oro, el Comité Olímpico de EE.UU. les paga a los atletas 25.000 dólares; las platas se llevan 15.000 y las de bronce, 10.000.
Según el grupo ATR o Americans for Tax Reform (Estadounidenses para la Reforma Fiscal), a los atletas les espera una reducción de hasta el 35% de lo que ganen. Eso significa una "factura" del fisco por hasta 8.750 dólares, por ser los mejores y llevarse una medalla de oro. En el caso de las medallas de plata, el impuesto sería de unos 5.250 dólares y 3.200 dólares en el caso de las de bronce.
Incluso, el ATR advierte que hasta las propias medallas podrían estar sujetas al pago de impuestos. Tomadas solo como commodities, y dejando de lado el valor simbólico de las mismas, las medallas de oro costarían unos 675 dólares; las de plata, 385 y las de bronce solo cinco dólares. Las primeras pagarían 236 dólares en puestos, las segundas 135 y las terceras, dos dólares.
Hasta ahora, EE.UU. tiene 66 medallas en total: 30 de oro, 16 de plata y 20 de bronce. Solo contando las doradas suman 700.000 dólares en efectivo para los atletas o 245.000 dólares en impuestos para el fisco. Mientras en la mayoría de los países del mundo la gente paga impuestos sólo en un territorio, EE.UU. los obliga a pagar también por los ingresos que generan en el exterior. Nadie se salva.
Pero no todos están de acuerdo con que los atletas paguen. El senador republicano por Florida, Marco Rubio, acaba de presentar un proyecto de ley para eliminar el impuesto sobre las medallas olímpicas y los premios. "Los atletas que representan a nuestra nación en el extranjero en los Juegos Olímpicos no deberían tener que preocuparse por impuestos que los esperan de regreso a casa", dijo Rubio. Para sus detractores, puro oportunismo político ya que el Congreso de su país está casi de vacaciones y los Juegos Olímpicos a punto de morir. Lo cierto es que hasta el propio presidente Barack Obama dijo que apoya su idea.
Sin embargo, no todos los atletas del mundo reciben dinero extra junto con su medalla olímpica. Es un plus que otorgan los Comité Olímpicos nacionales y no el COI. En el Reino Unido, por ejemplo, no les dan ni un penny, sólo una estampilla con su rostro. Puede parecer poco, pero en un país donde el sistema de correo funciona y a lo grande no es menor. Puro prestigio que le dicen.
Los que están llorando son los deportistas de Singapur que ha ofrecido, al tope de la lista de los países pagadores, 800.000 dólares por cada medalla de oro que vaya a casa. Hasta ahora, ganaron dos de bronce y el sueño dorado y los billetes están lejos.
Kazakstán prometió 250.000 dólares a sus atletas por cada oro (llevan seis); Kirguizistán, 200.000 y Uzbekistán, 150.000. Los que se llevarán unos cuantos rublos serán los rusos. Por cada oro -ya tienen ocho- les pagarán el equivalente a US$135 mil. Los suertudos son los luchadores Arsen Galstyan , Mansur Isaev, Tagir Khaibulaev, Alan Khugaev y Roman Vlasov. También la atleta Yuliya Zaripova, la gimnasta Aliya Mustafina y la dupla de nado sincronizado formada por Natalia Ishchenko y Svetlana Romashina.
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