Se resume mi 2006 de esta manera:
Adiós a ciertos viejos(as) amigos(as), y se les da la bienvenida a unos(as) nuevos(as) y a otros(as) viejos(as) amigos(as).
No enunciare uno a uno como en otras ocasiones, pues hay gente que llora mucho cuando se les dice la verdad, y hay otras personas, que se lo toman muy a pecho y luego no se bajan de esa marica nube. Entonces es mejor hablar así en general, y si alguien se siente aludido con el comentario, pues de malas, quien le manda a cumplir el parámetro.
Lo bueno y lo malo del 2006 radica en varias cosas, no en una en especial, podemos ver gente muy leal, así como también gente que se deja comprar por un dulce y bobadas. Tenemos gente que le gusta prevalecer la amistad, así como otros que solo piensan en como complacer su genital y falsas esperanzas de tener una relación estable, formal y seria como algún día soñaron y siguen soñando ilusamente pendejamente. A los que creen que les esta yendo bien, sepan medir lo que hacen, y hasta donde suben, no vaya a ser que caigan y se den muy duro, a lo mejor, abajo ya no les quede nada, porque ya todo lo abandonaron por querer tocar el cielo.
A quienes aun le hablo y sigo con ustedes, gracias, la hemos pasado muy rico, en todo el sentido de la palabra.
A quienes ya no les hablo, den gracias, ese es el lugar que se merecen, su incompetencia y su ineptitud los tienen en el lugar que se merecen, no dan la talla para estar conmigo. (Si yo fuera alguien con el poder como el que tuvo Hitler, hace ratos los hubiera mandado a fusilar por inútiles) Entonces, den gracias que no se presenta una época así en la que yo asumo tanto poder y libertinaje a la vez.
A los que quiero, espero seguir divirtiéndome con ustedes en lo que viene del 2007, y a los que no, ojala no me los encuentre, en realidad es desagradable no poder desaparecerlos al instante como quisiera.
Felices fiestas a unos, y una triste y negra navidad para otros.
__________________ He perdido demasiado tiempo en escuchar. Sólo quiero tirar de la cuerda y pasar a la acción. Como aquella mañana de agosto. Tú me mirabas y yo sonreía. Sabía que ibas a morir y eso me gustaba. Sólo tenía que esperar. Y esperé. Esperé tanto que se cansaron mis ganas de apretar el gatillo y te dejé marchar. Correr. Huir. Y ahora ya nos ves, la misma situación. Las mismas lágrimas en tus ojos y mis mismas ganas de volarte la cabeza en un segundo. O de hacerte sufrir, oírte gritar. Poco a poco. Sí, tal vez sea más divertido así. Al fin y al cabo tenemos todo el tiempo del mundo y nadie nos espera. Al menos, por lo poco que sé, a mí nunca nadie me esperó.
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