De revolcones y otros sucesos

―¿Cuándo llegó?
―Hace un rato y veo que está todo revolcado.
―Es que ni le cuento. Antier "los mirones" se tomaron la parte de arriba del barrio, donde estaban los vigilantes y los sacaron a rastras.
―¿Y eso por qué?
―Porque dicen que la inseguridad es culpa de ellos. Desde que pusieron la caseta ahí arriba, en el cerro, los ladrones entran en manada. La semana pasada no más atracaron allá abajo a unos sardinos.
―¿Será que se torcieron?
―De pronto alguno, pero Mc dijo que ni de fundas, que ellos se quedan y que al que no le guste bien podían ir empacando sus chiritos y chao, si te he visto no me acuerdo.
―Pues a la larga tiene razón porque seguridad es seguridad. Oiga, mijo, ¿y quiénes son "los mirones"?
―Eso es lo mejor del cuento, que ahora las cosas no son como antes, mera revoltura.
―¿Y entonces?
―Ahora estamos todos juntos pero no revueltos, "Los mirones", son los que tienen sus casitas de los billares para abajo, y les pusieron "mirones" porque viven del hoy sí, mañana quién sabe, pero eso si, siempre echando visaje para arriba.
―Jeje La suerte del rico el pobre la desea, ¿y son muchos? .
―Pues hay diez que son como los cabecillas y de ahí para abajo pura montonera.
―¿Y los demás?
―Eso es otro cuento. Están los obreros, como usted y yo.
―Pero es que eso siempre hemos sido.
―Pues si, pero ahora lo somos oficialmente, este es el carné, "obreros", mejor dicho, como lo dijo hace unas semanas la hija del nuevo presidente de México, el tal Peña Nieto, "pura prole", ¿recuerda?
―Claro, sardina pa'bruta. En las redes sociales casí acaban con ella.
―Para que vea, y de ahí para arriba el paseo es distinto.
―Como siempre, mijo. Después de que se trepan ni con Constituyente los bajan. ¿Y cómo se llaman ahora?
―Bueno, primero están "los profesionales". Ganan platica, pero no tanta. Les toca moler duro para mantenerse, pero viven bien.
―Los doctores.
―Jeje, cuidadito, porque de ahí para arriba todos son doctores, hasta los políticos que son los que están montados encima de ellos.
―Pues claro, dónde más, si no. Viven de los de abajo y chupan de los de encima.
―Conste que eso lo dijo usted, a mi que me esculquen.
―¿Qué? ¿Le da miedo perder el puestico?
―Usted si no aprende ¿no?
―Jajaja, no se me azare, mijo. Más bien dígame, y los del barrio alto, ¿qué?
―Ah, vea usted mismo el aviso que pusieron a la entrada.
―"Los millonarios", vea pues, ¿será que siguen añorando la estrella 14? Porque de aquí a que ganen el campeonato otra vez, lo único que les queda es amontonar ilusiones como un berraco.
―No, pues, ahora quien se aguanta a los santafereños, cuarenta años para ganarse uno, mera pichurria.
―Pichurria usted, huevón, qué, ¿anda azarado por el Nacional?
―¿Y qué, es que vino alzadito?
―Vos, que te creés la vaca que más pasto caga.
―Marica, ponela como querás.
―¿Qué pasa aquí?
―No, doctor, es que aquí el hombre que está como alzado.
―Deje de decir huevonadas que...
―Bueno, ya dejen el escándalo. Si van a pelear, se me van para otro lado, ¿me entendieron?
―Pues si, doctor, perdone.

Silencio. El carro de Mc sigue su camino y los dos amigos se alejan. Una fina llovizna cae sobre el barrio. En el condominio de los "Millonarios" los jardineros trabajan, dos vigilantes conversan y le echan los perros a una empleada del servicio, una hermosa morena que hace poco llegó a la casa del "Capo". Más abajo, donde los políticos, varios carros con vidrios polarizados, están en la acera. Los escoltas conversan. Al lado está el conjunto de "los profesionales". Una buseta escolar se detiene en la entrada y tres niños descienden de ella. La lluvia arrecia y un bus pasa por un charco lavando a un par de obreros que tratan de refugiarse bajo un alero. Ambos se sacuden y se entran a una tienda para escapar al temporal. Donde "los mirones" apenas las panaderías están abiertas. Y el hueco, al frente de la cucha Matilde, volvió a taparlo la lluvia.