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Antiguo 11-07-2012 , 22:48:38   #2
PEDROELGRANDE
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Kaffeetrinker 2 Respuesta: “El capital financiero se salta las democracias y se funda en el chantaje”: Negri

- ¿Y hoy?

- Y hoy, si esta transformación de la que hablamos, ocurrió (o está ocurriendo), realmente se vuelve difícil imaginar qué mediación pueda construirse alrededor de los procesos de financiarización que viven en el corazón del capitalismo moderno. Y es difícil redefinir categorías como democracia, soberanía nacional, representación, salario, ideología. ¿Cómo pueden conceptualizarse nuevamente estas relaciones fuera del conocimiento de que los mercados financieros y globales son sede eminente de producción autónoma, politicidad y legalidad? El orden ejercido por el capital financiero tiende a saltar las mediaciones institucionales de las modernas democracias y se funda en el chantaje, por el solo hecho de que las garantías, en última instancia, del goce de los derechos esenciales, de la casa, la salud, la reproducción de la vida y los mismos salarios dependen, en forma irreversible, de las dinámicas y las continuas turbulencias del mercado.

- Entonces ¿para qué situar la emancipación una vez que se la define como proyecto constituyente?

- Estamos viviendo situaciones en las cuales el problema constituyente está puesto en términos muy concretos. En América Latina, se ha visto, sobre todo en los 90, y ahora mismo, en la relación entre Estado y movimientos, la configuración de una dinámica constituyente. Pero todo ocurre en una situación en la que no se comprende cuál es la conclusión. Es difícil considerar a los movimientos como otro poder frente al Estado. El proceso Estado-movimiento se diluye en una relación en la que no se entiende quién es el actor. Y se corre el riesgo de que el Estado finja que los movimientos se transforman, cuando en rigor es el mismo Estado quien crea esos movimientos: como imagen de su debilidad, y de su incapacidad de síntesis.

- ¿Qué significa emancipación como potencia constitucional? ¿Cómo puede definirse una emancipación a partir de esta crisis?

- Pongamos sobre el tapete otra hipótesis. Se puede hablar de emancipación como propuesta constituyente sobre un nuevo terreno espacial. Y una segunda en la que cuenta la temporalidad, la tendencia a la cosa material. Es en este punto donde se pone en juego la transición histórica que hemos vivido después de la segunda mitad del siglo XX, de las transiciones incumplidas (del fascismo a la democracia en Italia y en España, por caso). En vez de una transición, se dio una superposición del modelo neoliberal, pero también puede decirse otra cosa. En este tiempo se discute cómo, después de 30 o 40 años, existen movimientos que expresan la necesidad de la transición, en la que la pasión de democracia, que es una pasión del común, destruye una serie de formalismos que bloquearon el desarrollo constituyente de la emancipación. Es el caso de los “indignados” de España, en Wall Street, Inglaterra, Alemania, y de forma más tímida, en el movimiento estudiantil chileno. La vitalidad argentina está cifrada en el hecho de que la transición no fue ocultada, sino protagonista de este pasaje.

- ¿Algo para agregar?

- Es razonable preguntarse cuáles son hoy las figuras de subjetividad en torno a las cuales gira la experiencia de la vida. La primera, es la del endeudado. La transformación productiva descrita se asienta sobre un movimiento que lleva del trabajo asalariado al trabajo precario. Pero si se quiere, es acá donde emerge la base de una emancipación posible, nuevas condiciones de biopoder y nuevas condiciones de lo biopolítico. El trabajo precario (que es un trabajo cognitivo, en red, cooperativo) aparece como un excedente de capacidad productiva. La figura del trabajador precario pierde su autonomía bajo el capital, se convierte en endeudado.

- Pero no es la única figura…

- La otra es la del hombre mediatizado. Se está dentro del círculo de los medios de comunicación, y también de lo que es la capacidad de construir cooperación dentro de los medios. Pero también se está capturado. Ya no es más la conciencia del individuo alienado, sino de aquel tomado por el juego del poder. Está claro: la sociedad es extremadamente compleja, los riesgos vienen por todos lados, pero el riesgo no es tal cuando se convierte en miedo. De ahí la capacidad para responder al riesgo, a la dificultad de la vida, poniéndonos en comunicación, defendiéndonos. Piensen en la expansión de los sistemas carcelarios, lo que son los procesos de exclusión para introducir miedo. Esto es el Estado moderno: vive de la creación del miedo. La construcción del concepto de miedo viene de una voluntad de dominio, no de asociación. La forma más peligrosa es la del hombre representado. Porque se choca con el problema de la emancipación. Las constituciones democráticas actuales y la idea de representación que construyeron, son el peor enemigo. El hombre representado es la suma del hombre endeudado, mediatizado y del asegurado. En la representación, ninguno de los valores democráticos (la emancipación, el devenir constituyente, la libertad) está garantizado.

- ¿Y entonces?

- Es difícil. Para el hombre endeudado, existe una primera reacción: “Yo no pago la deuda”. Es el momento fundamental para comenzar a emanciparse políticamente. Es el rechazo a ser echado de mi casa porque no terminé de pagar un crédito. Es decir “quiero reapropiarme de esta riqueza común que fue construida sobre una base común”. Y se trata de pasar, después de ese rechazo, a lo que es una figura multitudinaria de rechazo dentro de una afirmación positiva: la deuda que “nosotros” tenemos se convierte en un hecho constitutivo de una sociedad un poco mejor. En definitiva, los problemas actuales de la emancipación tienen que ser pensados a partir de cómo representarnos. Esto no implica la repetición de fórmulas que sufrimos en el siglo pasado. Es un buen momento para plantear alternativas porque se nos escucha.

Revista Ñ, Buenos Aires, junio 25 de 2012.

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