Denunciante Plata
 |  El Tour de Francia toma color azul 'Sky'
Calificación: de
5,00
 | La sobresaliente victoria de Bradley Wiggins en la contrarreloj de Besançon dispara la distancia del británico respecto a sus rivales por la general, que están obligados a atacar en la montaña si buscan un vuelco en el Tour.  Alpes y Pirineos se erigen como el único terreno en el que Evans, Nibali o Menchov pueden recortar distancias al maillot amarillo del Tour, cuya superioridad en la lucha contra el crono es manifiesta. Desarbolar al equipo Sky y el uso de los gregarios será clave para hacer daño a Wiggins en la montaña.
El tren azul y negro del Sky dominó el ascenso a La Planche des Belles Filles del sábado. Michael Rogers, otro considerado favorito a la general cuando militaba en el T-Mobile, Richie Porte y Chris Froome asumen la responsabilidad de tener al favorito en su equipo, son los compañeros encargados de llevar a Bradley Wiggins lo más arriba posible en las montañas. Le arropan en el llano, dejando que Cavendish se busque la vida en los sprints, marcan el ritmo que quiere en las subidas y, si hay ocasión, se llevan la gloria como Froome en el primer contacto con la alta montaña. La calma favorece el control de la escuadra británica; por contra, el caos y un ritmo frenético cambian la faz del pelotón, como en la etapa del domingo.
Los dos gregarios australianos tiran primero y luego dejan solos al líder y su escudero Froome, el keniata que discutió los galones de Wiggins en la pasada Vuelta a España y, tras la crono del lunes, ascendió a la segunda posición en la general. Pero la jerarquía en el Tour no admite cambios y menos en el Sky, un equipo auspiciado por David Brailsford -gurú de la explosión del Reino Unido en las disciplinas de pista- con el único objetivo de situar a un británico en lo más alto del podio de París. Ese ciclista es Bradley Wiggins, por el que el equipo luchó por su fichaje cuando éste comenzó a despuntar en las grandes vueltas, con un cuarto puesto en el Tour de 2009 como mejor resultado. 'Wiggo', campeón olímpico en persecución, ha metamorfoseado su fisonomía para vencer a las pendientes sin perder un ápice de su rendimiento en la contrarreloj. Gran parte de ese cambio radica en haber dejado el alcohol, según confesaba el domingo en un tono de hastío, harto de críticas e insinuaciones de dopaje. Induráin es su ídolo, el referente para un hombre de 1,89, un centímetro por encima del campeón navarro.
El resultado de la contrarreloj de Besançon coloca a Cadel Evans en una perspectiva diferente. Sin Andy Schleck ni Alberto Contador en el Tour, el guion para el australiano se invierte. El Evans de antaño no asumía la responsabilidad del ataque hasta los últimos kilómetros de los puertos e intentaba minimizar las diferencias en la montaña para enjugarlas en las cronos; atacar de lejos no era necesario. Pero la irrupción de Wiggins sitúa al vigente campeón del Tour en la posición del cazador cazado. Allí donde antes marcaba diferencias ahora encuentra su talón de aquiles. En la lucha individual frente al tiempo, el corredor del BMC sufre una continua sangría con el británico: perdió 1'45" con Wiggins en la crono final del Tour de Romandía y estuvo a punto de ser doblado por el actual líder del Tour en el Dauphiné, en cuya contrarreloj se dejó 1'43", exactamente el mismo tiempo que ha perdido en la etapa de este lunes.
Evans está casi dos minutos por detrás del maillot amarillo y queda todavía la crono larga del Tour: 53,5 kilómetros en la penúltima jornada de la carrera. Para él, como para Nibali o Menchov, a partir del miércoles comienza el Tour de la verdad, el de las subidas encadenadas en Alpes y Pirineos, el Grand Colombier, la Croix-de-Fer, la Toussuire o el Tourmalet. El del juego de equipos con Caruso, Trofimov o Vorganov en el Katusha de Menchov, Szmyd, Dominik y Basso en el Liquigas del vueltómano italiano, que sube tan bien como baja y podría jugarse el todo por el todo en un descenso; o el potente RadioShack de Horner, Kloden, Frank Schleck, Gallopin y Haimar Zubeldia, que de confirmarse la renuncia de Alejandro Valverde a la general se queda como el único español con opciones de acabar entre los diez primeros. Para ganar el Tour no hay otra estrategia que el ataque hasta la extenuación; si Wiggins tiene fisuras, las tiene en la montaña.
Día de descanso en Mâcon. Para algunos, la jornada perfecta para restañar las heridas, la tibia de Valverde, el orgullo del Euskaltel. Para los equipos que aún no han ganado una etapa -diecisiete de veintidós-, toca pergeñar estrategias con el objetivo de no marcharse de vacío y sumar puntos, vitales para la clasificación World Tour. En los cuarteles generales de Sky, BMC, Liquigas, Katusha o RadioShack se juega otra batalla distinta, la del maillot amarillo. A partir de ahora y salvo que comience a cundir el conformismo del 'puestómetro', el Tour de Francia es un todos contra el equipo Sky.
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