Cuando los pueblos se enfrentan a sus grandes tragedias, optan por los extremos. La emoción reemplaza la razón y es el momento para que los milagreros de todas las especies hagan su aparición. La cordura muestra un largo camino de esfuerzo, dedicación y disciplina. Los extremistas prometen hacerlo en el corto tiempo con la receta fácil de arrasar lo viejo y construir un mundo prefabricado a su imagen y semejanza.

Pero la historia no funciona así. Las naciones no aparecen de la nada. Las recetas milagrosas no existen. Sólo el esfuerzo de todos, buscando el bienestar de todos, lleva a los pueblos a un puerto seguro. Pero en las épocas de crisis se busca al hombre providencial, al dios que tiene todas las respuestas y ciegos siguen en pos de él. Son períodos cortos de locura colectiva, pero dejan secuelas que permanecen por muchos años.