Con el secuestro de Langlois las Farc, que viven en otro planeta, creyeron encontrar la oportunidad de oro para volver al escenario internacional. Se imaginaron algo así como un fenómeno Ingrid Betancur, por lo que decidieron ser magnánimos liberándolo para demostrar que quieren la paz.

Pero el mundo es otro y el secuestrado es un curtido corresponsal de guerra que no cayó en la trampa. Dijo lo que tenía que decir y por eso calificó su privación de la libertad como secuestro, la utilización que se hizo del hecho como manipulación política y exculpó del secuestro a las Fuerzas Militares.

Llevó la carta a Hollande porque ese fue su compromiso aunque él sabía el destino que iba a tener. No por el hecho de que el presidente de Francia sea socialista, quiere decir que comulga con la vía violenta para llegar al poder. Pero eso las Farc no lo entienden y de ahí la misiva.

Hollande tomó distancia de un problema que no es suyo, sin la presión que tuvo su antecesor con el caso de Ingrid y puso las cosas en su verdadero contexto. Es un conflicto de Colombia que deben resolver los colombianos. Punto final.