“Esa es nuestra utopía, que el trabajo sexual no sea por necesidad, sino por elección”. Con estas palabras se exprimía Eugenia Aravena, de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), hace un año. Con su entrevista en el periódico nacional La Voz, esta mujer rendía homenaje al Día Internacional de las trabajadoras sexuales.
La del 2 de junio no es una cifra oficial. Sin embargo, “es proclamado y propagado por prostitutas y por las asociaciones en defensa de las trabajadoras del sexo, sobre todo en Latinoamérica y Europa”, señala el Colectivo en defensa de los derechos de las trabajadoras del sexo Hetaira. En esta jornada se recuerda el 2 de junio de 1975, cuando un grupo de prostitutas ocupó la iglesia Saint-Nizier de Lyon (Francia). Su objetivo, llamar la atención sobre su mala situación y sobre las represalias continuas que sufrían por parte de la Policía: abusos y violencia, multas y encarcelamientos. Con un comunicado titulado “Chicas alegres en la casa del señor”, las prostitutas dieron a conocer su acción a la prensa.
Treinta y cinco años después, las reivindicaciones de las trabajadoras del sexo han cambiado, pero no del todo. Como señalan desde Hetaira, siguen pidiendo “respeto total al trabajo sexual (no a la criminalización legal o social) y derechos laborales para las prostitutas”.
El día oficial de las prostitutas es en realidad, desde 2001, el 3 de marzo. Ese día, miles de trabajadoras sexuales se reunieron en India para celebrar su trabajo y dar a conocer “su fuerza y determinación”.
En el escenario actual, en España los colectivos en defensa de los derechos de estas trabajadoras denuncian medidas como la que recientemente ha aplicado el Ayuntamiento de Barcelona. El pasado martes el Diario Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC) publicó una Orden del Departamento de Interior en la que se establece la creación de un fichero en el que constará el nombre y apellidos, DNI y dirección postal de las personas identificadas como prostitutas y de sus clientes. “Lo que más nos preocupa es que con toda la penalización y la criminalización hacia las prostitutas, al final terminen escondiéndose o las metan en pisos cerrados, en los que no se tenga acceso a ellas y eso las haga aún más vulnerables”, declaraba al diario El País sobre este asunto una portavoz del proyecto Mujer -Frontera.
En la entrevista con el citado diario argentino, la representante de Ammar resumía unas reivindicaciones que cruzan fronteras: “no fomentamos la prostitución, pero sí que no sea en malas condiciones, que se reconozcan derecho como trabajadoras”.
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