- Y continuó:
- La primera opción es hacer que pague por su error, enviando algunas fotos para su gente.
Mi corazón latía con fuerza, parecía que salía por la boca. La desesperación era tan grande que me arrodillé y le besé la mano y dijo con voz sollozante:
- Por favor, señor, eso no, se lo ruego... Mi padre no soportaría... Voy a tomar la segunda opción ...
Antes de terminar mi sentencia, dijo:
- Pero nunca te dije cual es la segunda opción, ya que está eligiendo?
- Acepto cualquier cosa menos que envíe las fotos... Por favor, mi Señor... Por favor...
Aquel mi gesto de desesperación le hizo darse cuenta de lo cuanto dominio él tenía sobre mí y luego continuó:
- La segunda opción es quevas a recibir 35 azotes igual al número de círculos que tiene en su cuerpo.
Aunque mis padres nunca me han pegado en mi vida, pues ellos siempre me educaron con palabras, asentí con la cabeza mientras él hablaba.
- Cálmate niña, no elijas aun, pues no ha terminado.
Me levante de nuevo, quedando de pie frente a él esperando para continuar:
- Cabe a mi elegir con que te voy a pegar y también el lugar donde quiero pegar en tu cuerpo... Y más... Te diré donde voy pegar y deberás ofrecer el lugar de elección de forma más exhibida posible sin protección y sin retraerse después de pegarte. Si me doy cuenta de cualquiera retracción de tu cuerpo antes de castigarte o que te ponga la mano en el lugar donde te castigué, la pena será ignorar y lo repetiremos, ¿entiendes?
En aquel instante yo perdí totalmente mi control, empecé a llorar convulsionando. Creo que estaba en un estado de conmoción tan intensa que él me permitió salir de la posición. Después de 5 minutos él volvió a llamar a mi triste realidad:
- ¿Entonces qué, puta? ¿Elegiste la opción?
Èl sabía muy bien que yo no tenía otra opción y por más cruel y humillante que fuera, yo tendría que someterme a la paliza. Completamente trémula, le dije:
- Elijo la segunda opción, Señor.
- Muy bien, niña... sabia decisión, me gusta ver.
- Y entonces se rió!
- Vamos a empezar luego pues estoy ansioso. Me encanta gusta. Hmmm... A ver, creo que empezaré con la zapatilla de cuero. Ve a buscar la zapatilla que está bajo mi cama, rápido, ya está autorizada.
Aterrorizada, me fui rápidamente y se me resbalé, provocando una caída. Él se echó a reír. Me levanté y fui a buscar la zapatilla. Le entregué en las manos y él se dio cuenta de lo mucho que estaba temblando.
- Los tres primeros que voy a pegar a la parte posterior de los muslos. Anda... Facilita.
Me di la vuelta, doblé mi cuerpo hacia delante, puse las manos sobre las rodillas, me abrí las piernas y me curvé hacia atrás. Cerré los ojos y apreté los dientes con toda mi fuerza para tratar de soportar el dolor que iba a imponer a mí. Él se deleitaba tanto con la situación que pospuso el máximo posible. Antes de golpear, acariciaba el largamente mi muslo. Yo estaba ansiosa, no podía empezar para acabar más pronto con aquello, pero le gustaba el suspenso y mi temor.
- A cada pegada, quiero que contés en voz alta y me agradezcas por este gesto de bondad en enseñarte.Si te proteges o frotas donde voy te pegar o te olvidar de darme las gracias, el golpe y se queda en blanco y tendré que darle otro, hasta que aprendas a cumplir mis órdenes.
Respiré hondo y esperé el primer golpe. SLAAAPT. La primera fue en mi muslo izquierdo, casi cerca de mi culo. ¡Vi estrellas! Lágrimas involuntarias salieron de mis ojos. Sentí una necesidad de mover la mano en el lugar de la huelga para tratar de aliviar la quemadura. Crují los dientes con toda la fuerza para aliviar un poco y entonces yo le dije, con mi voz temblaba y sollozaba:
- UNO. Gracias Señor, por enseñarme.
Él estalló:
- ¡Mierda!, que cachonda emoción. Mi polla está que no aguanta en mis pantalones. Siempre he querido castigar a una chica tan... Es demasiado. Y SLAAAPT.
El segundo golpe fue en el muslo derecho. Mi cuerpo se estremeció. Tuve que aguantarme mucho para no caer al suelo. El dolor era intenso y esta vez tomé un poco más antes de dar las gracias.
- DOS. Gracias Señor, porque me ens...
Ni siquiera terminé la frase y se vino el tercero en el mismo lugar. SLAAAPT. Esta vez el dolor era tan intenso, tal vez porque estaba en el mismo lugar que en un gesto involuntario y incontrolable me con la mano me froté mi muslo derecho, tratando de aliviar el terrible dolor que estaba sintiendo. En desaprobación inmediata, él dijo:
- Lamento. Es una pena. Mucho que aprender todavía.... Ese no contaremos, tengo que volver a darlo....
Volví a mi posición con las manos en las rodillas y apreté los dientes tan duro como pude, más la espera del tercer golpe. SLAAAPT. Me dolió mucho, pero creo que el lugar estaba incluso un poco insensible porque pude controlarme y decir:
- TRES. Gracias Señor, por enseñarme.
Después del tercer golpe, él pasaba su mano sobre su muslo, dijo:
- No tienes idea de cómo está de rojo. Es un hermoso contraste de su cuerpo blanco con marcas rojas proporcionadas por la zapatilla.
Acarició un poco más mis partes íntimas y luego continuó:
- Ahora quiero dar dos bofetadas en la cara.
Mi temor era tal que, ni razonaba más, simplemente le obedecía. Me volteé de frente, me arreglé el pelo detrás de la oreja y me puse manos hacia atrás en oferta de mi cara. PAFFFT. No me esperaba tan pronto. Cae al suelo sollozando. Mi mejilla derecha estaba en llamas. Las lágrimas corrían por mi cara con generosidad. Me levanté rápidamente de la palabra y dije:
- CUATRO. Gracias Señor, por enseñarme.
PAFFFT. En el otro lado. Esta vez no me caí, pero yo estaba tirada al lado izquierdo. Solamente un poco me froté la cara.
- CINCO. Gracias Señor, por enseñarme.
La sonrisa en su cara ya no más me irritaba, sino aumentaba mi miedo, porque me di cuenta de lo mucho que le gustaba pegarme.
- Ahora quiero a golpear varias veces con el palo de madera en el interior de los muslos, ingle, en la región púbica y en tu coño. Así que ponte delante de mí con las piernas abiertas.
En ese momento yo estaba segura de que no aguantaría tanto dolor y entonces me temí las posibles represalias. Antes de nada, yo tenía que hacer mi mejor esfuerzo para aguantar el dolor y la humillación. A falta de opción, mi posicioné.